La opinión de los expertos sobre el plan de desescalada: “Es mejor no dar fechas cerradas porque crean expectativas”

El presidente Pedro Sánchez ha puesto plazos a la llegada de la 'nueva normalidad' tras lo peor de la crisis del coronavirus. La salida del confinamiento será asimétrica según la situación en las provincias, y gradual: constará de cuatro fases que durarán un mínimo de 15 días cada una. Es el tiempo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para observar las tendencias de la desescalada. Así, en total, la duración total que calcula el Gobierno es de “entre seis y ocho semanas”, según la zona. A finales de junio todo el país estaría en la 'nueva normalidad', una estabilidad que queda por definir. Sin embargo, los plazos, en epidemiología, hablan de mínimos: los expertos siempre han avisado de que las medidas de desescalada en cualquier momento pueden revertirse, o alargarse.

Beatriz González López-Valcárcel, catedrática en Economía de la Salud y miembro del comité de expertos que asesora al gobierno para la desescalada, explica a eldiario.es que en 15 días para cada fase “se puede ver ya si hay un repunte de casos: la fase de incubación dura de media cinco días y enseguida aparecen síntomas a partir de ese periodo. En 15 días daría tiempo a que tengamos una cierta alerta si surge un nuevo brote”. Sin embargo, la estrategia de darlo “en fases” y con tiempos “mínimos” responde a ser “prudentes”: “No conviene dar fechas cerradas porque crean expectativas y la evolución hay que seguir monitorizándola muy de cerca. Hay países que parecían modélicos en el control de la pandemia, como Singapur, que de decenas de casos pasaron a miles. Este virus es tremendo”.

González Valcárcel, que ha sido firme defensora de la apertura estratificada por zonas, espera que, como mucho, la ‘nueva normalidad’ sí se sitúe a finales de junio. Pero avisa: “El riesgo de que sea más está, desde luego. Depende de nosotros como población. De que guardemos las distancias, de que nos lavemos las manos con frecuencia, de que usemos mascarillas, de que no vayamos a visitar a los abuelos y les pongamos en riesgo de contagio…”. Eso han tenido en cuenta a la hora de elaborar las aperturas de restricciones: “Que se pueda ir primero a las terrazas responde a que las actividades al aire libre entrañan menos riesgo”.

La OMS indicó a los países que planean iniciar la desescalada que entre cada fase tiene que haber un periodo “mínimo” de dos semanas para evaluar eficazmente el impacto en la actualización de su estrategia frente al coronavirus del pasado 14 de abril. Para Fernando Rodríguez Artalejo, epidemiólogo y director de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid, este margen también es “razonable” para calibrar correctamente las medidas: “Si se cumplen los criterios se puede pasar a cada fase en dos semanas. Es lógico por los propios tiempos del coronavirus”.

La OMS señala que el periodo de incubación del virus se extiende a los 14 días, que es el tiempo que recomienda estar en cuarentena, “y da tiempo a que los enfermos que lo requieran pasen a ser hospitalizados”, explica este especialista. Según el último informe epidemiológico del Instituto de Salud Carlos III correspondiente al pasado 27 de abril, la mediana de días desde el inicio de los síntomas hasta que se produce el ingreso es de seis días y de ocho en caso de que requiera cuidados intensivos. El estudio ha analizado casi la totalidad de casos confirmados por PCR en España, aunque para concluir estas cifras analiza una muestra.

El portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y ex director general de Salud Pública del Ministerio, Ildefonso Hernández, también ve suficientes los 15 días en España: “Ha habido casos de incubación alargadas, pero son los extremos de la curva. En 15 días, si hay un grueso de la población que se ha infectado por una nueva medida, se detecta”.

Cuando pasen estos 15 días, Sanidad “valorará en función de los parámetros” la transición a la siguiente fase, de forma que “si hay un incremento de enfermos o de hospitalizados es posible que no se pueda pasar o que haya que dar marcha atrás”, remacha Artalejo. Y de ahí, el máximo de ocho semanas establecido por Sánchez. Por eso hay que mantener todas las consecuencias, insiste Hernández: “Considero que Sánchez ha sido claro al decir que todo es provisional. Esto es dinámico y debe ser flexible. Podemos estar en una zona en la fase I, y pasar a la II. Nos falta por saber, será importante, cuáles son esos indicadores que lo marcarán”.

Lo mismo opina Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública: “El plan de desescalada es razonable y parece una buena decisión. Los 15 días permiten ver si hay algo que se sale fuera de control y si es necesario ajustar”, explica. Si “tienen que ser 10 o 12, lo serán”, todo dependerá del cumplimiento de los criterios, tanto epidemiológicos (de control de la transmisión del virus), como de capacidad del sistema. Estos últimos, por otro lado, deberán estar garantizados ya para pasar de la fase 0 a la 1.

Para Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), repetir que el plazo de 15 días es el “mínimo” es “una aproximación conservadora y muy prudente, que es normal que se tenga. Lo que ha pasado en el país con el coronavirus ha sido muy serio”. “Hay que asegurarse de que no hay una reactivación de la transmisión conforme se decretan las diferentes medidas. 15 días es poco, es el mínimo, es un solo periodo de incubación”, por lo que hay que tener claro que, en caso de duda, el plazo se puede estirar. Precisamente por eso, por la prudencia, también el presidente de la SEE respalda que se sea “flexible” y no se haya puesto ni se haya de tener en la cabeza “un calendario rígido, con fechas muy concretas y cerradas. En los sitios donde ha habido mucha transmisión es evidente que ha bajado mucho, pero hay que seguir vigilando, porque sigue. Y para que las cosas salgan bien se tiene que vigilar muy bien”.

Todos los expertos coinciden en que se trata de un proceso complejo que dependerá en buena medida de la responsabilidad de la población para cumplir las medidas sanitarias: “Es un gran factor o catalizador que puede facilitar las cosas o hacer que haya que dar marcha atrás porque todo está hecho para seguir ganando espacio, pero sin arriesgar la transmisión del virus”, concluye López-Acuña. Y añade: “Se irá viendo paulatinamente y por eso ha sido acertado definir fases en vez de fechas, que aunque de alguna manera se acompañan de éstas, pueden ser reajustadas en función de los indicadores”.

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