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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

El final de las vacaciones y la llegada de más dosis inyectará ritmo a la vacunación, que bajó en agosto un 40%

El verano ha reducido el ritmo de vacunación. Agosto, el gran mes del movimiento vacacional, ha coincidido con el acceso a las vacunas de la población juvenil y adolescente, el grupo etario que ha protagonizado los contagios de la quinta ola. Ese factor, junto a la ralentización del flujo de dosis entregadas a las comunidades autónomas, son las claves que explican un letargo que se irá desperezando según se acerque septiembre.

A principios de junio y a comienzos de julio se vivieron dos picos en el proceso de vacunación que se ha desinflado en agosto. La caída ha sido tan notable que se ha pasado de inyectar una media de 578 mil en la mejor semana de julio a 324 mil en la peor de agosto, la última, un descenso del 43,9%. Los expertos consideran esta bajada se encuentra dentro de lo esperable para la época del año. “Mucha gente no está en su domicilio y eso ha significado un ralentización global”, explica Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología. “No podemos decir que la vacunación vaya mal. Estamos alcanzando cifras espectaculares, como las más de 30 millones de dosis administradas, lo cual es fruto de un ejercicio brillante de los profesionales y una ciudadanía que ha acudido masivamente a vacunarse”, recuerda.

El 63,9% de la población tiene ya la pauta completa. Al fijarnos en la población diana (los mayores de 12 años, ya que no hay vacuna autorizada para los niños), el 71,8% ya ha recibido las dos dosis (para los casos en los que proceda un segundo pinchazo). El 10 de mayo, el presidente Sánchez anunció que faltaban 100 días para alcanzar la inmunidad de grupo. Los 100 días se han cumplido este 18 de agosto y no se ha llegado a tiempo. En realidad, con la entrada en el escenario de la variante delta, muchos especialistas opinan que puede ser necesario un porcentaje más elevado para hacer barrera ante el contagio.

La población de 40 años en adelante está toda por encima del 80% de vacunados con pauta completa. Los treintañeros están en un 57%, mientras que los más jóvenes, el grupo más preocupante ahora mismo, está en niveles bajos: un 33% entre los veinteañeros y un 8,2% para los de 12 a 19 años. Los jóvenes han sido los últimos en prioridad de inmunización porque son los que menos riesgo corren. Por otro lado, están viviendo un verano de contagios masivos: la incidencia acumulada entre las personas de 20 a 29 se encuentra en 385 y para los de 10 a 19 en 382. No obstante, la evolución, como en todos los grupos de edad, es descendente, aunque de manera más lenta al no estar vacunados mayoritariamente.

A las puertas del 70%

La mayoría de los jóvenes que se está contagiando ahora estaban cerca de vacunarse y muchos de ellos han tenido que cancelar su cita sin saber exactamente cuándo la van a recuperar. La alta incidencia en estos grupos no compromete la inmunidad colectiva, puesto que la generan por la propia enfermedad, pero sí puede retrasar un poco el horizonte que había previsto el Gobierno. “La inmunidad colectiva es el sumatorio de la gente que ha pasado la enfermedad de forma natural y los inmunizados por la vacuna, aunque sea difícil de medir numéricamente”, advierte García Rojas.

En el análisis de los motivos de esta ralentización, José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas, descarta que haya un problema de falta de sanitarios debido a las vacaciones: “Ya se había organizado de manera que no faltara personal que pudiera atender a todas las vacunaciones previstas, pero sí que sabemos que en algunos lugares ha habido hasta un 20% de personas que no han acudido a sus citas”, explica. Para Forcada, son también los desplazamientos de la población diana el principal hándicap, ya que muchos han decidido “posponerlo hasta la vuelta de vacaciones”. “Gran error, porque cuando antes tengamos a la gente vacunada, menos contagios y menos incidencia”, añade.

Se sabía que poner a la población en la disyuntiva de elegir entre vacaciones y vacunación iba a resultar problemático. Por eso la mayoría de las comunidades optaron por el sistema de autocita ya en junio, una fórmula que permitía planificar los pinchazos en función de las escapadas. Gracias a eso, el 70% de la población entre 20 y 29 años y el 50% entre 12 y 19 ya han recibido la primera dosis. Caso distinto es el de la segunda, donde los porcentajes descienden al 33% y el 8,2% en los respectivos grupos. 

La casuística veraniega se ha sumado a los mensajes de relajación de las administraciones, que aseguraron que no había problema en retrasar la segunda dosis y que, en algunos casos, era incluso mejor. Ejemplo de ello fue la Comunidad de Madrid, que justificó así sus fallos de cálculo con los lotes, insuficientes para cubrir a todos los que habían recibido la primera de Pfizer 21 días antes. Los expertos alertaron que alargar la espera podría comprometer la inmunidad frente a Delta, puesto que desciende mucho sin la pauta completa. Además, echó por tierra la planificación de las vacaciones de muchos y provocó que centenares de personas peregrinasen de hospital en hospital en busca de viales sobrantes.

Errores matemáticos aparte, julio y agosto han coincidido con una notable disminución en la llegada de las vacunas de Pfizer y Moderna. Según los datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), los países europeos recibieron alrededor de 25 millones de dosis semanales de Pfizer durante el mes de junio. En julio esa cifra se recortó hasta los 15 millones cada 7 días. Sanidad pidió que las comunidades se centraran en completar las pautas con los nuevos lotes para no incurrir en el error de Madrid. Eso ha hecho que el porcentaje de las primeras dosis (63,2%) se acerque por primera vez mucho al de las pautas enteras (73,5%).

Para agosto, el Gobierno negoció un lote extra de 3,4 millones de dosis que supondrían un sumatorio de 16,5 millones. El objetivo de ese “extra” era llegar al 70% de inmunización a finales de mes. Así, muchas comunidades han iniciado una vacunación de puertas abiertas para todo aquel que acuda sin cita previa. Pero, como hemos visto, la consecución de esa meta depende de muchas cosas a la vez. Al ritmo actual, se tardaría 18 días en vacunar al 70% de la población con dos dosis, por lo que ya estaríamos hablando de septiembre y no agosto, como había asegurado el Gobierno. 

La vacunación de los diferentes grupos de edad avanza a un ritmo dispar en cada comunidad autónoma. Canarias, Baleares, Murcia, Catalunya, Andalucía, Cantabria y Madrid van a la cola. Estos siete territorios son los que van a llegar más tarde a la meta volante del 70% de inmunización, si no consiguen mejorar el ritmo. En la vacunación juvenil son Cantabria (54,9%) y la Comunidad Valenciana (55,8%) los que más camino tienen por delante. “Las comunidades con un perfil de población más envejecido están incorporando a los jóvenes más tarde”, analiza el vacunólogo García Rojas, “a lo que habría que añadir que hay comunidades con estrategias diferentes a la hora de vacunar a su población juvenil”, lo que origina estos desequilibrios. “Hay que trabajar en vacunar a los jóvenes, aunque estemos en agosto, pero sin duda veremos un repunte en esta edad en septiembre”, avanza.

Vuelta a la normalidad en septiembre

El objetivo “político” del 70% ha dado mucho que hablar, tanto por usarse de propaganda como de arma arrojadiza. Los epidemiólogos y vacunólogos llevan tiempo advirtiendo que la inmunidad necesaria para atajar la pandemia es del 85% o 90% como mínimo. Un objetivo que, según el ritmo habitual, no conseguiremos hasta las navidades. La parte buena es que en septiembre las aguas volverán a su cauce. Y, aunque España no registre récords diarios como en junio, recuperará una parte de la desaceleración de agosto.

Hay variables que son imposibles de vaticinar, como la llegada de dosis desde la Unión Europea. Pero en septiembre las trabas del verano habrán desaparecido y las regiones ya se están preparando para diseñar una etapa paralela menos masiva y más focalizada, e igual de efectiva. Por ejemplo, los expertos proponen abordar la vacunación de los más jóvenes en los centros educativos de la misma forma que se hizo con las residencias o los centros sanitarios.

A las citas abiertas a todo el mundo a cualquier hora, como las actuales, también se sumarán las repescas. Es decir, un acercamiento a aquellos rezagados que no se pusieron la vacuna en su día por desconfianza, falta de información o imposibilidad de acceso y que ahora pueden retomarla. Para ello, se necesita una labor de pedagogía y rastreo que no será sencilla, pero que ayudará a recuperar un cierto porcentaje de la gente que se quedó atrás. La Comunitat Valenciana busca a 400.000 personas que no acudieron cuando se les convocó y a las 80.000 personas ilocalizables vía SMS, a las que llamará por teléfono. “Vacunas hay muchas, personal sanitario hay suficiente, lo que hay que hacer es mejorar la captación y hacerle entender a la gente que, por encima de sus vacaciones, lo prioritario es estar protegido”, añade Forcada.

Además de la concienciación, las autoridades sanitarias están poniendo en marcha otras estrategias que aceleren la vacunación. Catalunya, Euskadi y Aragón han reducido el plazo para que las personas que han pasado la enfermedad recientemente reciban la vacuna. En el caso de Catalunya y Euskadi, se pasará de seis meses a dos para los menores de 65 años. En cambio, Aragón tardará solo un mes en dar cita a los que se hayan infectado. De esta forma, una amplia población habrá completado la pauta antes de lo esperado. Según el viceconsejero de Salud del Gobierno vasco, José Luis Quintas, el criterio para que hasta ahora se prolongase la espera durante medio año no era “sanitario”, sino de “equidad”. Con vacunas disponibles, este ajuste hará pisar el acelerador en tres comunidades que, a excepción de Catalunya, no son de las que van peor en la campaña.