En un contexto de amplios debates sobre el futuro de las ciudades y la necesidad de poner la vida en el centro, elDiario.es ha organizado este miércoles una conversación sobre los cambios transformadores de la movilidad, el nuevo paradigma del sharing o los retos de uso del espacio urbano.
El objetivo del evento era hablar sobre algunas de las características que debe tener una ciudad para ser sostenible, cómo hemos avanzado en esta transformación en este último año, cómo ha afectado la pandemia a las urbes, y qué cambios debemos hacer en las metrópolis para que estas sean menos hostiles para sus habitantes.
Para hablar de ello hemos contado contado con la opinión de expertos y expertas como Elisa Pozo, arquitecta, urbanista e investigadora de la Universidad Politécnica de Madrid, Elena Hoyos Santamaría, gestora del proyecto europeo PE4TRANS de la Agencia de Innovación y Desarrollo Económico de Valladolid, y Antonio Roig, director de desarrollo de negocio de Construcción de Acciona.
Raúl Rejón, moderador y periodista de elDiario.es especializado en medio ambiente, ha comenzado el evento preguntando por los diferentes aspectos que pueden componer estas nuevas ciudades sostenibles frente a la amenaza de la crisis climática y cómo va a cambiar la distribución de los espacios públicos y las infraestructuras. Para Elisa Pozo, el urbanismo tiene un gran potencial dentro de esta lucha, ya que “las ciudades se originan leyendo los territorios, la radiación, los vientos dominantes, el agua, los recursos y el tipo de suelo”, aunque debido al rápido crecimiento demográfico del último siglo, esos principios se hayan ido perdiendo para dar lugar a una mayor expansión menos reflexionada y consciente. La clave para solucionarlo, según la investigadora, consiste en “volver al diseño bioclimático y adaptar los distintos materiales y espacios a este escenario de cambio climático y temperaturas extremas”.
El pasado y el futuro de las ciudades
Antonio Roig insiste en que a la hora de analizar cómo serán las urbes del futuro es importante tener en cuenta que “en el siglo XIX, solo el 3% de la población vivía en ciudades, mientras que para finales de 2030 se estima que sea el 60%”. Además, “en el mundo hay más de 500 ciudades con más de un millón de habitantes, y 74 de ellas ya tienen más de cinco millones”. Esta confirmación de que “el futuro pasa por las grandes urbes” obliga a pensar la ciudad de manera integral e “incentivar colaboraciones entre el sector privado y la administración pública”, en opinión del director de desarrollo de negocio de Construcción de Acciona.
Para Elisa Pozo, ese futuro pasa por tener en cuenta la sostenibilidad medioambiental, pero también la salud de la población con medidas como “más espacios para caminar y accesibilidad para que estos sean seguros independientemente del género y la edad”, “más naturaleza, para que esta no sea un factor puntual que se busca los fines de semana, sino algo integrado en el día a día” y “más lugares de encuentro intergeneracionales para evitar la soledad no deseada y los problemas de salud mental”. Hay numerosos ejemplos de ciudades que están llevando a cabo iniciativas semejantes, como París, Copenhague o Vancouver, pero la urbanista insiste en que “cada ciudad tiene sus potencialidades” y hay que tener en cuenta las diferencias entre por ejemplo, países mediterráneos y países nórdicos, o ciudades norteamericanas y ciudades españolas.
El desafío del transporte público en la era post-COVID
Otra de las grandes dudas es cómo afectará la pandemia a la forma en la que nos desplazamos, ya que, debido a las restricciones y el miedo a posibles contagios, el transporte público todavía no ha recuperado los niveles de uso previos a la crisis sanitaria. Elena Hoyos considera que el coronavirus ha hecho mucho daño al transporte colectivo, pero también ha permitido reflexionar sobre qué clase de transporte queremos, ya que al tratarse de un servicio deficitario no es tan importante pensar en recuperar el mismo nivel de usuarios tanto como pensar en cómo mejorar la prestación. Una alternativa diseñada por PE4TRANS en la ciudad de Valladolid es la del transporte a demanda tras llegar a un acuerdo con la Universidad para establecer un servicio de lanzaderas diseñado a través de encuestas y estadísticas que ha ayudado a redefinir el servicio.
Otro proyecto llevado a cabo en Valladolid para concienciar a la sociedad es el de “Caminos escolares seguros”, para incentivar que los niños y niñas vayan andando a clase cuando se trata de una distancia reducida para educarles de tal forma que de mayores “no tengan esa dependencia del coche”, ya que para Elena Hoyos, “la formación, la educación y la concienciación son fundamentales”.
Antonio Roig considera que la tendencia es la de seguir “desarrollando las redes de transporte y combinándolas entre sí con aparcamientos disuasorios y servicios intermodales” para conseguir que así los usuarios lleguen a la conclusión de que su uso es más eficiente que el del coche privado. Ante esto, Elisa Pozo apunta que “un 40% de la movilidad diaria son desplazamientos de menos de 5 kilómetros que se pueden recorrer andando”, e insiste en que el cambio de conciencia necesario para que la población decida usar menos su vehículo tiene que venir “no solo de incentivos, sino también de penalizaciones”.
La importancia de los datos
A la hora de enfrentarse al desafío de plantear nuevas medidas y planes para las grandes ciudades, una de las principales herramientas con las que se cuenta son los datos. Antonio Roig defiende que gracias al big data, “se pueden confirmar los aforos existentes con las nuevas fuentes de datos de movilidad a través de empresas de teléfonos o datos de GPS desagregados respetando las leyes de protección de datos”. Esta información es importante ya que “hasta ahora se planificaban las infraestructuras en base a encuestas de origen y destino, mientras que ahora se cuenta con datos mucho más precisos que permiten ver patrones de movilidad que se pueden desagregar estadísticamente para explorar soluciones que no se habían ocurrido hasta el momento”. Para Elena Hoyos, “los datos son esenciales para que las administraciones públicas puedan tomar decisiones y para que las empresas privadas puedan establecer nuevos modelos de negocio”.
Adaptar las viviendas para mejorar la sostenibilidad y la salud
La rehabilitación de las viviendas es otro de los grandes retos a los que se enfrenta España para mejorar su rendimiento y su eficiencia, tal y como apuntaba Antonio Roig, “en el estado hay 25 millones de viviendas y el 45% de ellas fueron construidas antes de 1979, es decir, cuando no había ninguna ley o código técnico que exigiera un aislamiento a la vivienda”. Esto implica que “más del 70% del parque de vivienda en España tiene una certificación energética inferior a C”, y si queremos descarbonizar las ciudades, “se puede hablar del transporte pero el otro pilar es la vivienda”.
En Valladolid, Elena Hoyos explica que una de las soluciones que están llevando a cambio es “rehabilitar barrios enteros para cambiar las calderas de gas por biomasa mediante la técnica del district heating” e insiste en que lo más importante para que esto se pueda llevar a cabo es “el compromiso ciudadano, explicar cómo va a ser el funcionamiento de la inversión y qué implica para ellos hacer una rehabilitación de sus viviendas”.
El reto de renaturalizar espacios urbanos
A lo largo del evento, los socios y socias de elDiario.es podían dejar sus preguntas y una de sus principales preocupaciones estaba relacionada con el arbolado urbano y la sensación de que las ciudades cada vez utilizan menos vegetación a favor de espacios diáfanos cubiertos de cemento. Ante esto, Elisa Pozo apunta que “la vegetación en las ciudades tiene que ser biodiversa, con arbustos de bajo porte y zonas ajardinadas”, ya que “la solución única y exclusiva no siempre es un bulevar y las alineaciones de árboles en las calles tienen que responder a la gestión del agua y a los planos urbanos de la ciudad para poder así generar espacios más agradables”.
Elena Pozo añade que la renaturalización es “una de las principales medidas que se aplican para combatir el cambio climático” y “disminuir el efecto isla calor”, aunque también comenta que desde las administraciones se encuentran con un problema de mantenimiento, ya que esa renaturalización requiere de unos cuidados y necesidades que muchas corporaciones locales no se pueden permitir, lo cual implica la obligación de buscar nuevas fórmulas de bajo coste. Para Antonio Roig un ejemplo de las acciones que se tienen que seguir llevando a cabo es “la actuación de Madrid Río y los tramos de parque paralelo que faltaban”, ya que según él debemos enfocarnos en que “mil árboles consumen 50 toneladas de CO2 al año y hay que seguir en esta línea”.