La condena al cardenal australiano George Pell por violar al menos a dos menores en la década de los 90, siendo ya arzobispo de Melbourne, y por encubrir abusos durante su etapa al frente de la Iglesia australiana, supone una bofetada en toda la cara de la estructura vaticana, justo después de la cumbre antipederastia celebrada en el Vaticano. Pell ha sido suspendido cautelarmente del sacerdocio mientras se dilucida su apelación en los tribunales ordinarios además de prohibirle el contacto con menores.
Y es que, pese a que la condena se conocía desde diciembre –se ha anunciado ahora por el veto del tribunal de Melbourne a publicar cualquier información al respecto–, Pell sigue siendo, a día de hoy, cardenal de la Iglesia católica y Prefecto de la congregación que gestiona la economía vaticana. En excedencia, eso sí, pues hace un año se retiró de sus labores –y de Roma, por indicación de Francisco– para poder defenderse.
El purpurado australiano llegó a ser uno de los hombres del círculo más cercano de consejeros del Papa. El 'superministro' de finanzas, en la práctica un número 3 de Bergoglio, también formaba parte del selecto C-9 de cardenales que trabajaban en la reforma de la Curia. Un grupo que ha quedado reducido a seis, después de la salida, por jubilación, de un cardenal africano, y de la abrupta dimisión de Pell y del cardenal chileno Errázuriz, también acusado de encubrimiento.
Depredador antes de viajar a Roma
Antes de recalar en Roma, y durante décadas, Pell se comportó como un auténtico depredador, según ha quedado acreditado ante la justicia australiana. No sólo violó a un menos, abusó al menos de otro y tocó los genitales de otros tres menores –de los que han denunciado– sino que, durante sus treinta años largos como obispo en Australia amparó, protegió y encubrió a otros depredadores.
La sentencia considera probado que el cardenal abusó de dos menores, miembros del coro de la catedral de San Patricio de Melbourne después de oficiar misa. A ambos los violó oralmente y a uno de ellos le obligó además a que lo masturbara.
El influyente eclesiástico tenía entonces 55 años y acababa de ser nombrado arzobispo de Melbourne. Al parecer también habría vejado a uno de los muchachos en una segunda ocasión un mes después del primer episodio al encontrárselo por los pasillos tras la celebración de la Eucaristía dominical. Una de las víctimas no pudo superar el trauma y murió a causa de una sobredosis de heroína en 2014.
Pell es, además, el eclesiástico de mayor rango en el mundo en ser condenado por pederastia, y se pone a la altura de famosos depredadores eclesiásticos como Marcial Maciel o Fernando Karadima.