La atención primaria en España se encuentra desbordada. La prueba más visible son las colas que llevan semanas formándose a las puertas de los centros de salud tras la explosión de ómicron. Al otro lado, las largas listas de pacientes que atienden cada día los profesionales de ese primer eslabón de la cadena sanitaria. “Ya no hacemos atención primaria, hacemos lo que podemos”, coinciden varios médicos consultados para este reportaje, con agendas de 60, 70 y hasta más de 100 pacientes diarios.
A las citas habituales, presenciales o por teléfono, la atención no demorable, las urgencias y los pacientes con síntomas compatibles con coronavirus que han tensionado hasta el extremo un sistema que ya venía denunciando antes de la pandemia una gran carga de trabajo, se ha sumado en las últimas semanas una marabunta administrativa de bajas y altas laborales a causa de ómicron, que está arrasando la capacidad del sistema y de sus profesionales, mientras se atrasan revisiones o citas con pacientes con enfermedades crónicas.
La nueva variante, detectada en noviembre, produce por lo general síntomas más leves, también por la vacunación, pero no ha evitado que se saturen los centros de salud. El motivo es su alto nivel de transmisión, que está marcando cifras récord de contagios y aunque los expertos apunten a que sus síntomas son, en general, similares a los de un resfriado, el aislamiento es obligatorio. Si las personas infectadas no pueden ir a trabajar, necesitan una baja laboral y este trámite, hasta el momento, tiene que pasar por los médicos de atención primaria en la mayoría de comunidades autónomas. En diciembre, el Ministerio de Seguridad Social registró más de 240.000 bajas laborales por COVID-19, el triple que el mes anterior y, al tenor de los contagios que Sanidad viene notificando, no parece que la tendencia se vaya a reducir en enero.
“La situación se ha desbordado, tanto en presión asistencial como en falta de recursos”, explica el presidente de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), Antonio Fernández-Pro. “Ya veníamos de una situación de mucha precariedad, denunciada desde hace años. Han pasado cinco olas, estamos en la sexta y no se ha tomado ninguna medida específica, más allá de un apoyo en rastreo y vacunación. No hay remplazo y los médicos están muy muy cansados, no solo físicamente, sino también a nivel emocional, porque es muchísima la presión que tienen”, lamenta este médico rural de Toledo.
Todas las fuentes consultadas señalan que, por lo general, los médicos de atención primaria atienden alrededor de entre 60 y 70 pacientes al día, algunos citados a la misma hora, con picos que pueden superan las 100 atenciones o que se disparan si algún compañero tiene días libres o está enfermo o tiene que aislarse por coronavirus. Este lunes, Berta Herránz, una médica de atención primaria de Vallecas, mostraba en su cuenta de Twitter la lista de pacientes que había atendido ese día: 102, de los que la mitad habían sido para tramitar una baja laboral. “Es que ahora solo vemos papeles... El trabajo que hacemos no lo vemos útil ni importante y nos impide ver a pacientes que lo necesitan”, contaba en este reportaje.
El Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM) ya pidió a finales de diciembre “medidas urgentes” ante el “colapso” de la atención primaria. La Comunidad había puesto en marcha un número de atención telefónica para las personas que daban positivo en un test de autodiagnóstico, que recoge los datos y los deriva a las unidades de gestión COVID, donde se hacen las bajas. “En este momento, es inasumible, no llegan y el listado que no cabe en esas unidades vuelve a los centros de salud. El paciente ha llamado al 900, se le manda un mensaje diciendo que se le va a tramitar y lo que pasa detrás de eso es que sigue llegando al centro de salud”, explica la responsable de atención primaria de UGT en Madrid, Concha Herránz.
Mar Noguerol, que es directora del centro de salud Cuzco, en Fuenlabrada, también denuncia que todo está “centrado en hacer bajas y bajas y bajas”. “Son listados interminables, gente que va entrando, gente que llama... Ni siquiera son bajas clínicas, porque no sabemos cómo están clínicamente; son bajas epidemiológicas. Todo lo demás está pospuesto, porque no damos abasto. No somos superhéroes, ni divinos, ni nada que se le parezca”, lamenta. En su centro, señala que atienden a “un mínimo de 60 personas por médico, todos los días”.
“A partir del paciente 30, la calidad asistencial disminuye”
Según la 'Encuesta sobre la situación de la Profesión Médica en España', publicada en 2019 y en la que participaron 4.354 médicos de atención primaria, el 94,58% de estos profesionales consideran que el número de pacientes diario no puede superar los 35 al día. “Está estudiado que a partir del paciente número 30 disminuye la calidad asistencial”, justifica Herránz. En Catalunya, tras las reclamaciones a la Generalitat en 2018, “se arregló un poquito la sobrecarga”, explica Teresa Mir, delegada de Metges de Catalunya. “Pasamos a los 30-35 pacientes al día, pero ahora hablamos de que se ha desbordado”, coincide.
“Yo estoy en un centro de salud en Olot, que no es una zona metropolitana, y estoy visitando entre 50 y 60 consultas diarias, pero tenemos compañeros de otras zonas, como Barcelona, que llegan a 100”, explica la doctora. Pese a las cifras, afirma que “más que el número, es la complejidad”: “Los pacientes crónicos a los que no has visto en un año están descompensados y tienes el triple de trabajo; las consultas telefónicas antes eran con pacientes a quienes ya habías visto y ahora te llaman con cinco cosas; otros lo hacen por estados de ansiedad o emocionales y ya me dirás cómo puedes resolver una depresión por teléfono en seis minutos”, dice Mir.
En el caso de las citas para tramitar bajas, esta médica señala que se queda con “una mala sensación”. “Es un documento legal en el que yo certifico que esta persona tiene una enfermedad, pero no vemos al paciente. Lo que estoy haciendo yo lo puede hacer cualquiera, no es necesario un médico. Este tipo de bajas, que no tienen ningún valor clínico, se tienen que resolver con un documento de autorresponsabilidad del paciente con la empresa”, propone.
Cambios en la tramitación de las bajas
Otras voces consultadas apuestan por facilitar que se pueda realizar la baja y el alta a los siete días –cuando finaliza el periodo de aislamiento– en el mismo acto administrativo, algo que actualmente es posible para bajas de cuatro días o menos, pero no más. Las comunidades autónomas llevan días improvisando mecanismos para gestionar estas bajas por la avalancha de contagios. Precisamente, Catalunya, y la Comunitat Valenciana, donde se pueden tramitar en algunas farmacias, y la Región de Murcia, han anunciado este miércoles que implantaran el alta automática a los siete días. Es algo que la Comunidad de Madrid ha solicitado a la Seguridad Social, pese a que ya se hace en Canarias o Navarra.
Es algo que la Comunidad de Madrid ha solicitado a la Seguridad Social, pese a que ya se hace en Canarias o Navarra y es en lo que trabaja Cantabria para casos leves. Mientras Euskadi había optado por que los ciudadanos pudieran hacerlo por internet, aunque requieren la confirmación del positivo por el Servicio Vasco de Salud, y Asturias, porque sean los rastreadores quienes hagan este trámite administrativo para liberar a los centros de salud, donde según fuentes consultadas la situación es “desbordante”. En La Rioja funciona desde noviembre una Unidad de Cribado Avanzado, destinada a liberar a los centros de salud de esa carga de trabajo. “Hace falta liberar tiempo médico para que podamos atender a los enfermos y no seamos administrativos de lujo”, coincide Fernández-Pro.
Tras la reunión, este miércoles, del Consejo Interterritorial de Salud, en la que Sanidad ha invitado a las comunidades a que comparten sus estrategias para agilizar la tramitación de las bajas y altas sin que suponga una sobrecarga para el sistema de atención primaria, Darias ha recordado que esta es una competencia del Ministerio de Seguridad Social y ha recordado que “es posible emitir la baja y el alta por un mismo facultativo” pero que “adaptar un proceso informático” es competencia de “cada comunidad”. Además, ha señalado también que varias han establecido “la incorporación de la inspección médica”, informa Sofía Pérez Mendoza.
Mientras desde las asociaciones consultadas denuncian la falta de refuerzos, la Junta de Andalucía ha propuesto a los médicos de familia que trabajen 12 horas al día, a través de una estrategia con la que el Servicio Andaluz de Salud quiere paliar la falta de personal, consecuencia en parte del aumento de contagios entre los profesionales sanitarios de esta sexta ola, y reducir la saturación en los centros de salud.
“No desconectas”
“Hoy tengo citados 70 pacientes y voy por el 37”, contaba al teléfono Mar Martínez a las 13.11 horas de este miércoles, cuando ya vaticinaba que, una jornada más, le tocaría echar horas para cubrir su agenda del día. “Al final se les va viendo, pero no con la calidad que necesitan. No es para nada recomendable ni aconsejable, por la salud de los pacientes y también por la nuestra”, advierte esta médica de Ciudad Real y vocal nacional de Atención Primaria Urbana del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM).
Su compañero Hermenegildo Marcos, que es vocal de atención primaria rural del Consejo y doctor en el centro de salud de Corrales del Vino, en Zamora, señala que estos días ha llegado a atender a 62 pacientes diarios “entre llamadas de control, bajas por positivo en COVID que hay que confirmar, continuar con los crónicos, que es lo que está ahora un poco abandonado porque no tenemos tiempo...”. “Es un agobio y tienes la sensación de que no estás haciendo tu trabajo como quieres y como los pacientes se merecen. Muchas veces llegas a casa y no desconectas porque piensas que igual deberías haber explorado mejor a esa persona que llegó con un dolor en el pecho que pensabas que era muscular y le das vueltas y vueltas, porque sabes que no lo has hecho bien”, relata.
A esta situación generalizada de desesperanza que no mejora tras casi dos años de pandemia, se suma una sensación de incomprensión por parte de las administraciones, pero ahora también de algunos ciudadanos. “Ahora tampoco notamos el respaldo de la población, sino crispación por las malas decisiones políticas, que repercute en nosotros. Ves los reproches de algunos usuarios, que te acaban insultando, como si fuéramos los culpables de las listas de espera”, lamenta Mir. “Ha aumentado la agresividad. Tienes a gente esperando y se sienten mal, no es justificable, pero hay que entenderlo”, explica Marcos.