La principal autoridad alimentaria de EEUU, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), ha decidido comenzar a analizar de forma sistemática ciertos alimentos en busca de residuos de glifosato, un popular herbicida que ha sido clasificado como “probablemente cancerígeno” por parte de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) dependiente de la OMS. También se usa en España.
Hasta ahora, la búsqueda sistemática de este compuesto no formaba parte de ninguno de los programas de control de las agencias reguladoras de EEUU, ya que el nivel toxicológico del glifosato era considerado muy bajo y, pese a que en análisis puntuales se han encontrado residuos de esta sustancia en ciertos alimentos, así como en el agua y el aire, los valores detectados se encontraban por debajo de los límites de seguridad establecidos por la Agencia de Protección Ambiental de EEUU.
Sin embargo, tras el anuncio de la IARC y las presiones de la Oficina Gubernamental de Rendición Cuentas, la FDA ha decidido comenzar a realizar los análisis, cuyo coste estimado será de cinco millones de dólares. La portavoz de la FDA, Lauren Sucher, aseguró al portal Civil Eats que “la agencia está planificando medir los residuos de glifosato en la soja, el maíz, la leche y los huevos, entre otros alimentos potenciales”.
El debate sigue abierto
La medida llega en medio de la polémica que se levantó en marzo del pasado año, cuando un comité de la IARC formado por 17 expertos independientes aseguró que el glifosato es “probablemente carcinogénico” en humanos, entrando en la clasificación 2A, a la que también pertenece la carne roja.
Sin embargo, pocos meses después, en noviembre de 2015, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) publicó un informe, con la participación de cerca de 100 investigadores, en el que se aseguraba que es “improbable [que el glifosato] suponga un riesgo carcinogénico en humanos”.
Según Manolis Kogevinas, director científico adjunto del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental y que ha participado en varios grupos de expertos tanto del IARC como de la EFSA, la agencia europea “funciona muy bien”, pero puntualiza que “en evaluación de cancerígenos tiene menos experiencia que la IARC y si alguien se ha equivocado es más probable que sea la EFSA”.
A pesar de la controversia científica, este investigador valora positivamente la decisión de la FDA, ya que “si tienes indicaciones de que algo puede ser cancerígeno, lo lógico es comenzar a realizar medidas de forma sistemática”. Según Kogevinas, “la FDA ha tomado la decisión correcta” y afirma que “lo razonable sería que Europa hiciera lo mismo”.
Una investigación “difícil”
Uno de los principales problemas en la investigación del glifosato es su baja toxicidad. “Es muy difícil la investigación con estos herbicidas que no son muy tóxicos”, afirma Kogevinas, “sobre todo en comparación con el lindano, las dioxinas o el agente naranja”, que tienen una elevada toxicidad. Sin embargo, al ser el herbicida más utilizado en el mundo, “incluso si aumenta muy poco el riesgo, podría generar muchos casos de cáncer”, explica Kogevinas.
Hay que tener en cuenta que la IARC no describe el nivel de riesgo de una sustancia, sino el nivel de evidencia que existe sobre su capacidad de producir cáncer. “Lo que hace la IARC es identificar los riesgos de forma cualitativa, es decir, solo dice si es tóxico o no lo es”, explica Kogevinas. “Después hay que hacer el análisis cuantitativo y ver si el riesgo es alto o bajo”, para poder “determinar cuáles son los límites a los que es posible estar expuesto sin tener efectos evidentes para la salud”, afirma este investigador.
Con respecto a la presencia de esta sustancia en ciertos alimentos, Kogevinas afirma que “es probable que la cantidad de residuos detectada en EEUU esté por debajo de los límites recomendados”, pero llama la atención sobre la situación en otras regiones donde los controles pueden ser menos estrictos, como “en India, Bolivia o Bangladesh, ya que tenemos poca información sobre los niveles de exposición en esos países”.
El glifosato ya no es solo de Monsanto
El glifosato es el ingrediente activo de RoundUp, uno de los herbicidas más utilizados en el mundo y que fue patentado por Monsanto en la década de 1970. Sin embargo, esta patente caducó en el año 2000 y en la actualidad hay centenares de productos en el mercado que contienen glifosato.
El uso de este herbicida se popularizó tras la introducción en el mercado de los cultivos RoundUp Ready de Monsanto, a mediados de la década de 1990, que han sido modificados genéticamente para ser inmunes al glifosato, de forma que es posible rociar el pesticida directamente sobre los cultivos. Sin embargo, debido a que presentaba una baja toxicidad, este herbicida también se ha utilizado de forma habitual en parques y jardines de muchas ciudades del mundo.
A pesar del anuncio de la EFSA, varios países europeos, entre los que se encuentran Francia, Suecia o Dinamarca, han anunciado medidas para limitar el uso de productos que contengan glifosato. En España no se han anunciado medidas más allá de lo que dictamina la legislación vigente sobre el uso de este tipo de productos. Sin embargo, algunos ayuntamientos, como el de Barcelona, han aprobado dejar de utilizar herbicidas sobre los que existen sospechas de toxicidad.