Un grafiti en la Gran Vía madrileña rinde homenaje a la lucha de las mujeres activistas

En el número 35 de la Gran Vía madrileña se ha inaugurado esta mañana un grafiti de grandes dimensiones en el que aparecen cuatro mujeres que representan la lucha contra la violencia machista, la visibilización de los cuidados no remunerados y la brecha salarial. El grafiti acapara las miradas de las personas que pasean por calle y es un lugar llamativo para fotografiarse con este dibujo del artista madrileño Spok. 

Las cuatro mujeres dibujadas en este espacio simbólico en el centro de Madrid son María de la Fuente, Rafaela Pimentel, Silvia González y Paloma Pastor, todas ellas han creado en la plataforma Change.org peticiones que han tenido cierta repercusión.

Paloma Pastor, la primera mujer que aparece dibujada a la derecha es creadora de una petición en la que solicitó que la sanidad pública cubriera la rehabilitación de los niños con daño cerebral sobrevenido. “Las mujeres cuidamos en nuestras familias, de los hijos, de los maridos, de los padres y el 77% de los cuidados es femenino. Hay una cuestión de género muy importante además, es una labor muy poco reconocida, socialmente, laboralmente cero, económicamente tampoco, los cuidados son informales y hay que visibilizar esto”. 

Paloma explica que la lucha debe continuar y que “no puede ser que otras familias en mi situación no lo hayan conseguido”. A través de esta campaña lograron llevar esta demanda al Congreso de los Diputados, al ministerio de Sanidad y a la Asamblea de Madrid. “Soy consciente de que las cuidadoras deben cuidarse, es todo un mundo que hay que reivindicar y visibilizar”, argumenta Pastor, que hoy gestiona la Fundación Sin Daño para trabajar en pro de la investigación científica.  

Todas las mujeres que aparecen retratadas forman parte de una campaña que busca rendir homenaje a la lucha de miles de activistas por los derechos de las mujeres en España. 

La pelea de Rafaela Pimentel es la de ratificar el convenio 189 de la OIT y su petición ha conseguido que “la protección laboral para las empleadas del hogar sea un asunto que esté en la agenda”. Pimentel se basa en los datos: “Somos aproximadamente dos millones pero solo 435.000 de nosotras estamos afiliadas a la Seguridad Social”.

Silvia González se ha pasado media vida sufriendo maltrato físico y psicológico por parte de su expareja. González, en su petición, pide que se extienda el uso de los perros como protección y que se contemplen como perros terapéuticos. Su perra, Sugi, está entrenada para calmar y defenderla en caso de agresión. “Sin Sugi no me atrevería a salir a la calle”. El agresor hoy está en la cárcel, pero en breve saldrá de prisión y ella tiene miedo: “Sé que vendrá a por mí”. 

Otra de las mujeres dibujadas es María de la Fuente. Ella es científica, pero vio su carrera frustrada cuando tuvo hijos: “Algunas incluso han retrasado su decisión de ser madres para no ver su carrera mermada”, explica. De la Fuente, con su petición, ha conseguido que el Gobierno cambie los criterios de evaluación: a partir de ahora los periodos por baja de maternidad no se contabilizarán como etapas en los que se tendrían que haber hecho méritos laborales.

La lucha de estas mujeres a través de sus iniciativas ocupan hoy un espacio simbólico en la Gran Vía, un lugar en la política y es el germen de reivindicaciones de mujeres que cada día tienen más peso.