La portada de mañana
Acceder
16 grandes ciudades no están en el sistema VioGén
El Gobierno estudia excluir a los ultraderechistas de la acusación popular
OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Los hospitales se preparan para recibir el impacto del estallido de contagios

Los hospitales españoles se preparan para una aceleración importante en los ingresos. La ocupación de las camas Covid durante la sexta ola pandémica ha crecido de forma lenta, pero suficientemente sostenida como para superar a la cuarta y a la quinta ola. Ya hay un 20% más de pacientes hospitalizados con coronavirus (13.359) que en los picos de las dos últimas ondas (10.345 y 10.578, respectivamente) y se han ocupado más de 2.000 camas de UCI, una cifra que no se veía desde principios de agosto. El resto del mes de enero será clave para confirmar cómo se traduce el estallido de contagios, el mayor de toda la pandemia desde que hay datos consolidados, en enfermos graves y para testar con más precisión el daño que provoca ómicron a una población vacunada al 90%.

Los sanitarios aseguran que en los últimos días ya se observa una curva más pronunciada. Afrontan la incertidumbre con mucha más experiencia pero más a ciegas que en otras olas. El Ministerio de Sanidad lo advertía esta semana: “Hay un importante número de casos que va a ir trasladándose a la presión hospitalaria, veremos en qué magnitud”.

“Es un poco pronto para saber el impacto de ómicron, pues seguro que una parte apreciable de los casos graves en los hospitales aún se debe a delta. Pero parece esperable que vayan subiendo hospitalizaciones. No obstante, es difícil anticiparse porque la mayoría de contagios son en gente relativamente joven y las dos dosis de la vacuna parecen proteger de la enfermedad”, apunta Fernando Rodríguez Artalejo, catedrático en Medicina Preventiva. Que la mayoría de ingresados respondan a la variante delta podría suponer una buena noticia, pero hay que esperar debido al decalaje que se da en todas las ondas: los contagios de hoy son los hospitalizados dos o tres semanas después.

Esa relación, sin embargo, “se rompe ahora un poco”, advierte el epidemiólogo Salvador Peiró, por la nueva forma de gestionar la sexta ola. Se han dejado de testar los contactos estrechos y se ha renunciado, en términos generales, al rastreo por la enorme magnitud y velocidad de expansión del virus. “Tenemos, en cuanto a contagios unas cifras más bajas que no son interpretables y una tasa de positividad más alta”, explica el investigador de FISABIO, lo que dificulta prever con exactitud el impacto hospitalario. “Los hospitales lo van a pasar mal, lo difícil es cuantificar cuánto de mal”, añade.

De momento la situación es manejable y está lejos de los 32.000 pacientes con coronavirus ingresados en febrero de 2021, el pico máximo de la pandemia. La doctora Olga Mediano, coordinadora SEPAR de las Unidades de Cuidados Respiratorios Intermedios y neumóloga del hospital de Guadalajara, recuerda que el “desacople” entre contagiados y enfermos graves ya lleva produciéndose desde la cuarta ola. “Estamos comparando los hospitalizados con la quinta ola pero tenemos muchos más infectados que entonces. Que hayamos superado los ingresos de la onda anterior es algo que no nos gusta, evidentemente, pero tenemos que ver en las próximas semanas. El límite al que bajo ningún concepto deseamos llegar es tener dificultades para atender a los pacientes Covid y también a los no Covid. Mi hospital está lleno de otras cosas”, señala.

La experiencia de expandirse... a costa de detraer otros recursos

Los centros han reunido a la fuerza en los últimos dos años una gran destreza para expandirse y contraerse, pero los recursos que se amplían de un lado se detraen de otro (desprogramación de cirugías, cierre de unidades...). Los territorios más afectados por la sexta ola, como Euskadi, ya se han declarado colapsados a todos los niveles y han hecho un llamamiento para encontrar voluntarios que pongan manos a las camas extras. La ocupación ha subido un 76% en dos semanas y un 30% en UCI. En el hospital de Txagorritxu, en Vitoria, cama que se queda libre en intensivos, cama que se ocupa casi de inmediato. El Servicio Navarro de Salud (Oasunbidea), por su parte, ha tomado la drástica decisión de suspender los permisos y vacaciones al personal de las áreas en las que no es posible sustituir las bajas. Los positivos entre los sanitarios se han cuadruplicado en España en el último mes, según los datos del Ministerio de Sanidad.

Centros más grandes, como el Vall D'Hebron, en Barcelona, reabrieron hace dos semanas el llamado “edificio pandémico”, un espacio construido para hospitalizar a pacientes Covid fuera del hospital general. Hoy tienen 156 pacientes con coronavirus de un total de 1.100, de los cuales 49 están en la UCI. En lo peor de la primera ola, llegaron a contar casi 200 en cuidados intensivos, lo que paralizó el resto de la actividad. Como en toda España.

“Las cifras son muy llamativas en la calle, no se había visto nunca. Pero la traducción en el hospital no es lineal. Deberíamos tener mucho más y no lo tenemos por ómicron y por la vacuna. En UCI no hay ningún paciente con esta variante”, explica José Manuel Domínguez, subdirector asistencial del hospital catalán, en conversación con elDiario.es. Solo el 26% de los hospitalizados en planta están infectados por la nueva variante, según datos aportados por el centro.

¿La previsión para las próximas semanas? “Ir viendo. En Navidad siempre se reducen las cirugías y eso nos ha dado margen para generar espacio para los pacientes Covid. Nuestra intención es retomar la actividad el lunes 10 y no sabemos si habrá oleada que impida hacerlo”, manifiesta Domínguez, más preocupado por el personal que por la capacidad estructural para expandirse si crece mucho la demanda. Las bajas de sanitarios son una dificultad añadida para la planificación de los servicios.

Hospitales como La Paz, en Madrid, están preparando nuevas plantas Covid y tienen las urgencias desbordadas desde hace semanas, pese a que un porcentaje más pequeño de pacientes terminan ingresados. En Getafe, el hospital universitario necesita disponer ya de otra unidad de cuidados intermedios (UCRI).

Cuadros graves pero estancias más cortas

Entre los pacientes con un pronóstico peor hay no vacunados, “que se comportan muy parecido a como veíamos antes y siguen haciendo cuadros graves aunque sus estancias duran un poco menos, también porque nosotros sabemos más”, explica Mediano; vacunados sin dosis de refuerzo “un poco más mayores” y pacientes inmunosuprimidos “difíciles de manejar”. “Lo que estamos viendo en los ingresos demuestra que la vacuna funciona. Aunque en una unidad tengamos un 50% de inmunizados, hay que tener en cuenta que el 90% de la población está vacunada. El porcentaje de vacunados que acaba en críticos es muy pequeño”, argumenta.

Las cifras de hospitalizados que comunican las autonomías al Ministerio de Sanidad incluyen los ingresados por Covid y los ingresados con Covid. Estos últimos son pacientes que entran en el hospital por otra patología pero son positivos. Esto, advierte Domínguez, resulta disruptivo para el funcionamiento de los servicios porque los pacientes infectados están distribuidos por todo el hospital. En el caso del Vall D'Hebron: en el hospital de trauma, en el hospital infantil y maternal, en el hospital general...

El Gobierno y las comunidades autónomas –salvo las que sí han puesto en marcha restricciones más severas– han basado su estrategia en la evidencia disponible hasta ahora de que ómicron es más leve y en el alto porcentaje de vacunados en España, asumiendo que estos dos factores blindarían a los hospitales de una sobrecarga inasumible. En las próximas semanas, apuntan la media docena de especialistas consultados, se confirmará si esa estrategia es ganadora o fracasa. “Nos falta ver hasta dónde llegamos. Estamos preparados, ya en ello. El aumento de hospitalizaciones está siendo serio y nos quedan semanas”, concluye la doctora Mediano.