27 ideas de los lectores de eldiario.es para mejorar el mundo en la pandemia y más allá

María Ramírez

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La convivencia con un virus de efecto letal y comportamiento incierto ha forzado cambios en la manera de trabajar, educar o moverse por la ciudad. Algunos de esos cambios ofrecen oportunidades a medio plazo para mejorar nuestra vida y nuestro entorno. Otros revelan importantes carencias en las políticas públicas o en su financiación. El interés social por aportar se nota en las más de 700 propuestas ciudadanas que ha recibido la comisión de reconstrucción del Congreso.

Nuestra comunidad de lectores y socios también nos ha mandado sugerencias útiles en las últimas semanas. Aquí va una selección.

Educación

Priorizar actividades y grupos en la escuela

José A. Martínez, maestro en A Coruña, nos recuerda que la escuela “es un mundo complejo en el que habrá siempre que particularizar las soluciones a la situación concreta”.

Escribe: “Creo que por razones de salud pública habrá que reducir ineludiblemente (ya sea temporal o permanentemente) el tiempo en la escuela. Prioricemos la socialización, la actividad física y artística, las habilidades tecnológicas básicas y la compensación de desigualdades. Probablemente no tenga que tener el mismo horario todo el alumnado, habrá personas que necesiten más atención presencial y habrá quienes sean capaces de rendir más incluso a distancia”.

“Lo instrumental (cálculo, escritura, ciencias...) puede que sea más fácil de implementar online con una reducida actividad presencial de seguimiento y control. Preparemos a nuestro alumnado para el trabajo a distancia, pues viene para quedarse.”También propone “centros de atención” (no escuelas) donde “proporcionar espacio de trabajo y comidas a los hijos del personal esencial” o “las niñas y niños en situación de riesgo social”, como los centros que organizó el Ayuntamiento de Nueva York o la organización YMCA durante el confinamiento y el cierre de los colegios.

Actividades al aire libre

Conchita propone que parte de las clases sean en los patios y parques cerca de los colegios. “Basta con equiparse con la ropa adecuada incluso contra la lluvia”, escribe.

Entrada escalonada

Margarita Cortés propone “escalonar las entradas y salidas de alumnos en colegios, cada cinco o siete minutos, que entren x clases”. “Quizás haya que adelantar la entrada o retrasar las salidas, para hacer las mismas horas. En cuanto a los recreos, se pueden hacer al menos dos, no solo uno, como suele ser habitual, para reducir la aglomeración de niños.”

Universidades descentralizadas

Carmen propone “clases teóricas universitarias online (con posibilidad de utilizar espacios ofrecidos por los ayuntamientos) y reunión de los alumnos un día a la semana en la ciudad más cercana para fomentar el contacto social. Así los padres con hijos universitarios no tienen que soportar el gasto de residencia de sus hijos por los estudios y pueden residir en pueblos pequeños”.

¿Y en la práctica?

Algunas de estas ideas, como la prioridad de las actividades al aire libre o la separación de alumnos, están entre las recomendaciones del Ministerio de Educación, pero la puesta en práctica dependerá en gran parte de las comunidades autónomas y de la buena voluntad de cada centro.

Cuidados

Cuidados a domicilio

Marisa propone “establecer un servicio público de cuidados de menores o dependientes a domicilio para que las escuelas y las residencias o centros de día no sean lugares masificados”.

Grupos en residencias

“Hacer rincones en las residencias donde un grupo pequeño de mayores esté agrupado por sus centros de interés: música, literatura, manualidades, tecnologías”, escribe Pilar Reverter. El objetivo es que los mayores “no se deterioren cognitiva ni psicológicamente.”

¿Y en la práctica?

La atención pública a domicilio, como la que se prioriza en otros países europeos, es una de las propuestas que el vicepresidente Pablo Iglesias defiende y ha llevado a la comisión de reconstrucción al Congreso. La organización de cada residencia depende de las comunidades autónomas.

Movilidad y medioambiente

Plataformas para peatones

Plataformas para peatonesJosé María de Córdoba propone “poner en grandes avenidas plataformas para andar más rápido, tipo las de los aeropuertos, cubiertas por encima con placas solares. Estas placas servirían para la protección del sol y la lluvia y la alimentación de las plataformas.”

Lo más parecido a su idea es el “percorso meccanizzato” de Perugia, una ciudad en el centro de Italia que está conectada con túneles y este tipo de plataformas que facilitan moverse y evitar las cuestas.

Caminos verdes accesibles

Inés Sáenz de Pipaón sugiere“diseñar en cada barrio o sector de las ciudades 'caminos verdes accesibles' para que paseen las personas mayores de 75 años y otras personas circunstancialmente con limitaciones”. “Esto supondría cuidar los tiempos de los semáforos para que duren más para los peatones, limitar la presencia de vehículos o su velocidad a 10 kms/hora y otras recomendaciones según parámetros técnicos definidos por expertos en la materia de ciudades amigables, saludables”.

Caminar por la derecha

Caminar por la derechaAsun propone algo tan sencillo o tan complicado como “enseñar a andar por las ciudades, ir por la acera de la derecha”. Varios lectores han enviado esta sugerencia.

Ciudades como Bruselas y Oxford están practicando con señalización para que los peatones vayan al menos en una sola dirección y organizar los flujos en las avenidas.

Limitar el uso de coches particulares

Cada persona podría tener un “cupo” de días al mes para usar el coche. “Esta medida debería venir acompañada por un refuerzo en la red del transporte público, tanto intraurbano como interurbano(sobre todo con la periferia) y por una peatonalización de un número ambicioso de vías en el interior de las ciudades”, propone Anna Gil-Bardají.

Otra manera de organización es limitar el uso de coches por días según matrículas pares e impares, como dice otro lector, Juan Pedro.

Adaptar la ciudad para la bici

Reducir bordillos y planificar mejor las rutas para bici. “Muchas de ellas pasan por delante de paradas de autobús, claramente peligrosas y que crean conflicto entre usuarios de uno u otro transporte”, según escribe Coty Puyal.

También varios lectores proponen ayudas para comprar bicicletas y “bonificar a los trabajadores que vayan al trabajo en bici”, como escribe Elena.

Uso del vehículo compartido

“La idea es que se puedan crear plataformas de carsharing en polígonos industriales o zonas de oficinas para fomentar el uso compartido de vehículo privado... Se podrían dar una serie de incentivos (reducción de impuesto de circulación, descuentos en ciertas empresas, bonos de combustible y descuento en revisiones del vehículo) por uso frecuente de este sistema y así ayudar a su expansión”, escribe Carlos Pérez.

Fomentar el tren

“Europa debería plantearse abaratar el transporte ferroviario por todo su interior para que primase sobre el transporte aéreo. Tendría que haber un precio económico para todos los europeos. Es el momento para plantear acciones de calado que hagan el planeta mas sostenible”, escribe Loreto GS.

Renta climática

Rafael Pinilla, médico y doctor en Economía, escribe que “la renta climática no solo favorecería una salida verde de la crisis del coronavirus, sino que estimularía el crecimiento económico y reduciría la desigualdad económica de forma directa proporcionando una renta básica universal a todos los ciudadanos.”

“La política consiste en establecer un impuesto a las emisiones de carbono y repartir lo recaudado a los ciudadanos en forma de renta climática, lo que se puede considerar como una renta básica universal para ayudar a todos los ciudadanos a capear la transición hacia un modelo energético verde. Además se incluye un ajuste en fronteras para no perjudicar la competitividad de las empresas del país que introduce la política. Esto último es clave porque permite que un grupo de países acuerde introducir de forma coordinada esta política manteniendo el libre comercio entre ellos, lo que estimularía al resto de países del mundo a seguir el mismo camino logrando de facto el acuerdo internacional de una forma mucho más rápida que las tediosas negociaciones en el marco de ONU que llevan 25 años sin lograr una reducción efectiva de las emisiones en el mundo.”

Ya existe una normativa con esta idea en Suiza y en Canadá.

¿Y en la práctica?

Esta crisis ha provocado cambios inmediatos de lo que se llama “urbanismo táctico”, es decir adaptación de calles y otros espacios públicos sin obras y con intervenciones fáciles como la señalización o el cierre de calles al tráfico.

En Barcelona, el Ayuntamiento ya está dando marcha atrás en algunas medidas a favor de peatones y ciclistas. En España, el Ayuntamiento de Sevilla acaba de aprobar el 'Plan respira' para que los cambios sean más permanentes. Otras ciudades del mundo también están invirtiendo en ayudas a bicicletas y peatonalización, como Milán, con su programa de inversión Strade Aperte (calles abiertas).

Las ayudas que acaba de aprobar el Gobierno de hasta 100 millones de euros para fomentar el vehículo eléctrico también incluyen las bicicletas y cualquier forma de transporte sostenible. Pueden pedir las ayudas tanto empresas como ayuntamientos.

Empleo

Reorganización de la semana

Daniel Prieto propone dividir las actividades en dos grupos contando con los siete días de la semana. Desaparecerían los fines de semana y festivos y se trabajaría (o se acudiría a las aulas) tres días y medio a la semana mientras que los otros tres días y medio libres se dedicarían al ocio, el repaso personal de la lección o los cuidados. Parte de los trabajadores y estudiantes estarían en el turno A (por ejemplo, lunes, martes, miércoles y medio jueves) y otros en el B (medio jueves, viernes, sábado y domingo). Así la mayoría de los negocios estarían abiertos siempre, habría más empleo y menos aglomeraciones. También habría que establecer mecanismos para facilitar el trasvase de un turno al otro y bonificar el turno deficitario si se observa un sesgo, por ejemplo, hacia el más tradicional que no ocupa los días del fin de semana. Daniel escribe que el confinamiento y la desescalada “hubieran sido una oportunidad estupenda para implementarlo sin demasiado trastorno”.

Más turnos reducidos

Concepción Sánchez–Martínez sugiere “ampliar plantilla y hacer doble turno mañana y tarde. Así se reduce el ratio a la mitad”. Una de las consecuencias del teletrabajo es que estamos trabajando más horas, como recuerda Raquel Lázaro.

“En este confinamiento me he dado cuenta de que trabajo muchas horas, y me dedico menos de lo que me gusta a otros intereses (estar con mis hijos, leer, estudiar, cocinar con calma)”, escribe. En los puestos donde haya margen económico, propone reducir las horas de trabajo y también sueldos para contratar a más personas en paro o en situación precaria.

Protección para el teletrabajador

Yizeh pide “una ley que regule el teletrabajo: cómo medir las horas, los descansos y la flexibilidad horaria”Más allá de la epidemia, Yolanda propone que “el empleado pueda elegir trabajar desde casa para poder pasar los primeros años de vida con sus hijos. ”Babel subraya que el teletrabajo, además, es“positivo para la calidad del aire, sobre todo en las grandes ciudades”.

Incentivos para las empresas a favor del teletrabajo

Pablo pide pensar también en los incentivos para las empresas como manera de garantizar que el teletrabajo se sigue practicando: “Las empresas que fomentan el teletrabajo deberían tener ventajas. Hacer que compensen a los trabajadores por trabajar desde casa es un error. Hoy hace justo tres meses que mi domicilio se ha convertido también en mi oficina y gracias a ello me he ahorrado tres meses de abono transporte (82 euros al mes, 246 euros en total) y dos horas de desplazamiento al día (lo que supone 120 horas más de vida, lo que es igual que decir que he ganado cinco días de vida). Sin contar con, tal vez lo más importante, que es que ayuda a conciliar. Poner trabas o extracostes al teletrabajo es lastrarlo.”

Ana Rius también sugiere “incentivar fiscalmente a las empresas que permitan el teletrabajo y la conciliación familiar”.

Ayuda para cambiar

“Además de potenciar el teletrabajo y la flexibilización y reducciones de horario, me parece importante potenciar a los emprendedores facilitando a los autónomos crear su propio negocio solos o en colaboración con otros para aumentar el tejido empresarial de nuestro país. Mucha gente se ha quedado sin trabajo. No ven salida”, escribe Pilar Gomis.

Se imagina formas de ayuda colectiva a través de internet, como una app de asesoramiento para encontrar una nueva carrera, una página web “donde la gente pudiera decir qué negocios apoyarían, ya sea como inversión (en plataformas como la bolsa social) o como consumidor”, “un listado de pueblos con poca población que quieran atraer empresas”, “plataformas para poner en contacto personas con una misma idea de negocio”. “En esta situación la colaboración de todos me parece fundamental”, escribe.

¿Y en la práctica?

El Ministerio de Trabajo ya está diseñando una nueva regulación que incluya los derechos de los trabajadores a distancia y ayudas para sus gastos. También hay una iniciativa en el Congreso para que las empresas tengan descuentos fiscales por fomentar el teletrabajo. Uno de los actuales problemas es que apenas hay mención del teletrabajo en el estatuto del trabajador o incluso en los convenios laborales internacionales.

Ciudades y pueblos

Repoblar zonas rurales

“Combinar el desarrollo del teletrabajo con la repoblación de zonas rurales. Supondría mayor calidad de vida, menos polución, descentralización, recuperación de zonas despobladas...”, sugiere Concha.

Modesto Tarazona Roselló propone “medidas para no concentrar más personas en las ciudades, volcarse totalmente en el mayor crecimiento de población de las comarcas rurales”.

Fomentar zonas intermedias

En un animado debate entre lectores sobre las ciudades y el campo, Sabela defiende que tal vez la solución esté en las zonas de densidad intermedia: ni en los pueblos pequeños de la “España vaciada” ni en las ciudades con áreas metropolitanas tan grandes como Madrid, Barcelona o Valencia.“Para empezar, las ciudades deben cambiar sí o sí, no es una cuestión de elección: horizontalizar su espacio, hacerlo verde y abierto para las personas es absolutamente necesario. Pero por otra parte, hay muchos tipos de núcleos entre la aldea y la ciudad”, escribe Sabela, que subraya la importancia de no considerar el debate como una simple preferencia personal, sino como una forma de responder a problemas graves como la desigualdad. “Para la pobreza extrema y hacinamiento de ciertas zonas de las ciudades, moverse a una zona intermedia puede ser la solución. Se podrían impulsar proyectos de agricultura sostenible, por ejemplo, en zonas intermedias, para que puedan tener de antemano recursos”.Se trata de “recuperar espacios de densidad intermedia, que seguramente ayudarán a que los núcleos menores colindantes se puedan repoblar y, en un futuro, recuperar sus infraestructuras sanitarias y educativas. No es una cuestión de elegir entre ecoaldea o macrourbe.”

Ciudades más amables

Javier advierte: “Deberíamos plantear un sistema urbano más amable. La vida en los pueblos no es ni tan idílica ni tan siquiera es amable. Los pueblos siguen manteniendo sus habitantes autóctonos y estos habitantes autóctonos mantienen una gran tradición (hacer la vida imposible al foráneo)”.

Javier es de un pueblo de Guadalajara de lo que él llama “la España autovaciada” y dice que aunque ama su naturaleza y tranquilidad no se deben olvidar sus inconvenientes. Su apuesta es por “ciudades más humanas y asequibles”.

¿Y en la práctica?

De momento, no hay ningún plan ambicioso de ayudas para fomentar la repoblación o la mejora de servicios en ciudades más pequeñas o pueblos en zonas aisladas. Una asociación que reúne a 140 grupos que luchan contra la despoblación en toda España quiere una reunión con el Gobierno y ya ha habido comparencias sobre el tema ante la comisión para la reconstrucción.

Cultura

Autocines de estreno

Lucía, una lectora que vive en Holanda, nos cuenta que está notando también allí la vuelta del autocine.

“Me parece una idea genial para estos tiempos, porque permite una alta asistencia a un evento físico con riesgo prácticamente nulo (siempre que en cada vehículo venga gente de la misma vivienda). Aunque por ahora se estén ofreciendo clásicos o cintas de hace años, creo que los autocines podrían ayudar a mantener la rentabilidad de los nuevos estrenos, al resolver las restricciones de aforo en salas convencionales.”

Los autocines son pocos en España, pero están teniendo éxito en esta pandemia para películas y otras actividades al aire libre.

Rutinas diarias

Diseño para toser

Jesús Sacristán nos propone esta idea ingeniosa de diseño para recordarlo: “Se trataría de que las prendas de vestir como camisas y jerséis incluyesen una zona de distinto color en el brazo, parte posterior del codo (la flexura del codo), denominada ”tosedor“ para que las personas que fuesen a toser o estornudar tuviesen la señal visual de dónde hacerlo.”

Espacios para el consuelo

Una lectora que ha ayudado en esta pandemia con cartas para los enfermos de coronavirus piensa en opciones en espacios “bellos” en los hospitales para enfermos o sus familiares que necesiten un desahogo como llorar, gritar o quejarse sin molestar a los demás y sin tener que reprimir el dolor. “Los imagino parecidos a los espacios que hay en las concejalías de igualdad para las sesiones de terapia en el maltrato, con cojines grandes de colores, para tirarlos, abrazarlos, llorarlos, con mantitas, con plantas, con grandes ventanas”, escribe. “Hospitales con jardín y laberintos para andar. La muerte, la enfermedad y lo funcional es muy frío. En esos momentos se necesitan espacios de paz para calmarnos, las capillas no son suficientes, ni son para todo el mundo.”

Pone el ejemplo de los Maggie’s centres en Reino Unido, centros para cuidar a pacientes en ambientes luminosos y con un diseño muy cuidado como parte de la terapia.

Un diario

Belén propone “escribir un diario”. “Podría ser una buena forma de localizar a nuestros contactos en caso de contagio”.

“Así, anotaríamos los nombres de las personas con quienes hemos pasado un período prologando de tiempo. No hace falta que sea una redacción muy exhaustiva. Por ejemplo, 'el jueves 18 de junio estuve en la playa con mi amiga Silvia'. De esta manera, recordaremos fácilmente dónde y con quién hemos estado. Además de ayudar a las autoridades sanitarias a localizar contactos, también nos puede servir a nosotras mismas para avisar a nuestras amigas y familiares en caso de encontrarnos mal o notar síntomas compatibles con el virus. Finalmente, creo que incluso podría ser una actividad muy creativa”, escribe Belén.

Las apps de rastreo de contactos, de momento, han funcionado regular. El diario es una sugerencia fácil de poner en práctica que también ha apoyado el Gobierno de Nueva Zelanda, un modelo en la contención de esta pandemia.

El abrazadario

Elena Fernández Orellana nos propone una idea que dice “es totalmente distópica, pero llegados a este punto...” Sugiere “el abrazadario”, un lugar seguro en los colegios donde se pudieran dar abrazos después algún tipo de desinfección y con precauciones extra.“Un mundo sin abrazos es un mundo cruel y frío,” escribe.

Las residencias y las escuelas ya han instalado cortinas de plástico improvisadas y otras ayudas para darse abrazos. Además, el New York Times (en español) publicó esta guía útil para abrazarse minimizando el riesgo.

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