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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

La Iglesia quiere que el pacto educativo no toque la clase de religión ni los conciertos

“Queremos un Pacto Educativo que responda a una tradición cultural gloriosa de nuestro pueblo”. Los obispos quieren entrar de lleno en el debate para una ley de educación consensuada, pero que al tiempo no toque el tema de la clase de Religión o la educación concertada. El secretario general de la CEE, José María Gil Tamayo, defendió la relevancia de lo católico en la enseñanza en España.

La Iglesia, de momento, “no se la ha citado” en la subcomisión parlamentaria que aborda este pacto educativo, aunque sí algunas de sus instituciones, como Concapa o Escuelas Católicas. Sin embargo, los obispos han convocado una reunión, el próximo 2 de marzo, para “arrimar el hombro y repartir papeles” en un debate en el que los temas más polémicos (clase de Religión, conciertos y financiación de la Iglesia) podrían quedar fuera.

“No hemos de ir a un pacto que hemos deseado todos con miedo, sino con un objetivo común: el bien de la educación en nuestro país”, recalcó Gil Tamayo, quien no negó que dichos temas pudieran quedar fuera del debate. “Si quedaran fuera del pacto porque no son importantes, no lo aceptamos. Si quedan fuera porque están estabilizados y no se tocan, pues... es otro tema. Tenemos que defender que lo religioso no sea una moneda de cambio”.

El portavoz sí denunció la “anarquía de horarios y el tratamiento de los profesores”, así como determinadas “situaciones de indefensión” de la escuela concertada católica “en Andalucía o Murcia”. “Pedimos que esta situación de inseguridad de los profesores, de la asignatura y su status no esté a merced de variaciones políticas o del lugar del país en que se viva.”, recacló Gil Tamayo

“Estamos en el ambiente del Pacto Educativo, pedido por todas las partes, para poner estabilidad, serenidad y eficacia en esta política de Estado, que es la educación. Que responda a una tradición cultural gloriosa de nuestro pueblo, que pueda desarrollarse con unos niveles de calidad de un país desarrollado como el nuestro”, insistió, reivindicando el “aporte” de la Iglesia, que “tiene un peso en el sistema educativo”.

“Queremos diálogo y vamos con espíritu constructivo, apostando por una educación integral desde la libertad, que lleva consigo el aporte del hecho religioso” y que, en su opinión, “está arropado por un marco jurídico que ampara la presencia del hecho religioso y la aportación de la educación católica”. Al tiempo, reclamó la defensa del status de sus profesores de Religión, pues “el permanente recurso a lo judicial está aflorando una patología que debemos dar por superada”.

“Los hijos no son derecho sino un don”

“Condenamos de forma rotunda, en nombre de la Conferencia Episcopal, la violencia doméstica que estamos sufriendo en la sociedad española”. Gil Tamayo se refirió a las cinco mujeres asesinadas por sus ex parejas las últimas 72 horas. “Detrás hay mucho sufrimiento, mucho dolor, seis hijos huérfanos, un bebé muerto... Esto nos duele y nos tiene que hacer pensar como sociedad. Es un problema social que debemos afrontar con educación y sensibilización, con la denuncia clara y firme, y con rigor legal y policial”.

“Este tema tiene que estar en un primer plano”, recalcó el portavoz, quien pidió una mayor “concienciación social de este problema” y “hacer siempre una opción por las víctimas”.

En lo tocante a la maternidad subrogada, Gil Tamayo fue muy duro. “Creemos que la maternidad subrogada constituye una explotación de la mujer, y del niño, que se convierte en un objeto de consumo”, recalcó, insistiendo en que “los niños y las mujeres no tienen precio. Un hijo no es un derecho, ni es un deseo. Es un don”, y denunciando la “mercantilización” que se da en todos los casos, sea mediante dinero o por donación. .

“Hablemos a las cosas por su nombre. Si es vientre de alquiler es viente de alquiler; si es aborto, es aborto, no es interrupción del embarazo”, apuntó el portavoz episcopal, quien recalcó que “al margen de vinculaciones afectivas entre la madre gestante y el niño gestado, será siempre fruto de una transacción al servicio de un derecho falso, que es el derecho a tener un hijo. Tanto si se paga el servicio de gestación como si no se hiciera, contraviene el orden natural de la procreación humana, no se cura la infertilidad, se trata de un medio alternativo que la Iglesia no acepta”.