En España hay casi dos millones de musulmanes, según los últimos datos del Estudio Demográfico de la Población Musulmana, elaborado por la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE) y el Observatorio Andalusí. El 40% de ellos son españoles, más de la mitad nacidos y educados en España.
Tras los atentados en Barcelona y Cambrils, el foco de la polémica se está poniendo en la existencia de imanes extranjeros, sin conocimiento del idioma, las costumbres o las leyes de España. Este era el caso del imán de Ripoll, considerado líder de la trama yihadista que terminó con la vida de 15 personas en Cataluña.
¿Por qué sucede esto? En primer lugar, a diferencia de lo que sucede con la Iglesia católica, el Estado no financia los templos ni a los líderes religiosos islámicos ni de otras confesiones minoritarias. Las 1.400 mezquitas oficiales que existen en España sí cuentan, como toda entidad religiosa con acuerdos con el Estado (católicos, musulmanes, judíos y protestantes) con algunas exenciones, como el IBI o el impuesto de actividades económicas, y las donaciones tienen deducciones. Las administraciones también pagan la asistencia religiosa en las cárceles o el Ejército, y a los profesores de Religión islámica en centros públicos (apenas medio centenar en toda España). Pero las comunidades islámicas deben autofinanciarse.
Esto significa que el mantenimiento de la mezquita, así como el sueldo del imán –el equivalente al cura católico– corren a cargo de los fieles. Aunque no existe un censo completo, la Comisión Islámica de España (CIE) estima que existen unos 1.200 clérigos islámicos, la mayor parte extranjeros.
La elección de los mismos corresponde a cada comunidad, puesto que la CIE, máximo organismo de interlocución con el Estado, no equivale a una Conferencia Episcopal islámica ni tiene poder para decidir sobre la organización de cada mezquita.
La Comisión informa en una nota enviada este miércoles que “en estos momentos se está trabajando para la confección de un censo de mezquitas e imanes, con expresión de si estos son contratados o voluntarios, a tiempo completo o parcial, debiendo acreditar su formación y su capacidad para ejercer como tales a fin de obtener la verificación y conformidad de esta CIE”.
“Para el bien de todos continuamos en interesar la cooperación de funcionarios y cargos policiales para poseer información relevante sobre el personal que pudiera prestar servicios en comunidades religiosas y templos”, prosigue la CIE en el comunicado, en el que recuerda que la Ley de Libertad Religiosa de 1980 otorga a cada comunidad religiosa plena autonomía para “establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos”, así como para “establecer sus propias normas de organización, régimen interno y de personal”.
En España existen varias asociaciones islámicas enfrentadas históricamente: las principales son la Unión de Comunidades Islámicas de España (Ucide) y la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas (Feeri), además de la Federación Musulmana de España o la Comisión Musulmana de España, más minoritarias.
Financiación exterior
Expertos en lucha antiterrorista vienen advirtiendo desde hace años de la entrada de financiación exterior a las mezquitas y los imanes en España. Fundamentalmente procedente de Marruecos –casi cuatro de cada diez de los musulmanes que viven en territorio español tienen la nacionalidad marroquí–, donde el islam tiene una fuerte connotación política -el rey Mohamed VI es la máxima autoridad religiosa, también para los musulmanes marroquíes en España-; y de Arabia Saudí, que ha financiado la construcción de grandes mezquitas en Madrid (la famosa mezquita de la M-30), Barcelona, Málaga o Marbella.
Dos estilos de islam que, en todo caso, están alejados del propósito de la mayor parte de los musulmanes españoles: construir un “Islam español”, donde sea compatible la práctica de los principios de su religión con la legislación y las normas de convivencia del lugar donde residen.
Con todo, muchas de las mezquitas españolas se encuentran en inmuebles particulares, locales, bajos o garajes, lo que da muestra de la austeridad del islam en España. También de la dificultad para encontrar imanes especialmente preparados para la transmisión de un islam moderado y vinculado con los valores democráticos y cívicos.
Fuentes de la lucha antiyihadista consultadas por eldiario.es sostienen que al menos en un 6% de los templos islámicos españoles se difunden mensajes radicales. Se trata de una minoría, pero afectaría a algo más de 80 centros.
Uno de esos imanes era el de Ripoll. Curiosamente en una comunidad bastante integrada en la localidad catalana, que reniega de la violencia en nombre de la religión y que en estos momentos está sufriendo el rechazo de parte de la población.
Los requisitos para ser imán
Uno de los mayores problemas, según las fuentes consultadas, es la falta de procesos de formación y selección de imanes. ¿Qué requisitos se precisan para convertirse en predicador de una comunidad? En España no es necesario ningún título para ser imán, y en la gran mayoría de las mezquitas acaba por elegirse al primer experto en Corán que llega a los templos, y que en muchas ocasiones no cobra a la comunidad.
Según el presidente de la Feeri, Mounir Benjelloun, hay actualmente unos 1.200 imanes en España. Esta federación ha formado ya a unos 30 desde 2013 mediante unos cursos de dos años y medio de duración que tienen como objetivo que conozcan la realidad social del país, el idioma y las leyes y los principios democráticos españoles. De esta forma, afirma, se evitarían casos de imanes que han aconsejado e incluso han emitido fatuas (decretos religiosos) sobre asuntos que están penalizados en España y pueden llevar a la cárcel, como pegar a una mujer infiel o negarse a cumplir la ley.
Para Benjelloun, los imanes deberían ser musulmanes españoles y su formación es “primordial” en la lucha contra el terrorismo yihadista. “Si no trabajamos para que el discurso sea moderado, ocurrirá lo que ha ocurrido ahora”, destacó en declaraciones a Onda Cero.
La federación impulsó durante años la Fundación Pluralismo y Convivencia (dependiente del Ministerio de Justicia), junto con la UNED. Se trataba del Curso de Actualización Profesional en Islam y Principios Democráticos, que pretendía “situar en un contexto concreto, como es España, la situación y práctica del Islam” en una “sociedad abierta, plural y democrática”.
Entre sus objetivos, apunta el programa, está “contribuir a la formación de los ministros del culto de la religión islámica que ejercen su ministerio en España, ayudándoles a contextualizar el entorno social, cultural, político y jurídico donde tienen que llevar a cabo sus funciones”.
Por su parte, la Comisión Islámica Española, junto a la Universidad de Zaragoza y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, ultima la creación del “Diploma de Extensión Universitaria Religión y Derecho en la sociedad democrática: retos de la convivencia en un contexto plural”, con un plan de estudios similar al que, hasta 2011, programaba la Fundación Pluralismo y Convivencia.
El excesivo control y el estigma
Expertos en el Islam en España han mostrado a este diario su preocupación por poner el foco única y exclusivamente en la formación de imanes, dando por supuesto, de un lado, que las mezquitas pueden ser un foco de radicalización; y, del otro, que –como también sucedió en el caso del imán de Ripoll– los clérigos radicalizados no suelen utilizar los centros religiosos para reclutar a futuros terroristas, sino que lo hacen en reuniones privadas en su casa o en domicilios privados.
La clave, explican las mismas fuentes, está en la integración y en la normalización, aun reconociendo que la tensión seguridad-libertad puede llevar a más riesgos. Pero lo contrario, un excesivo control de una religión determinada supondría la estigmatización de un colectivo, el musulmán, que mayoritariamente condena la violencia y que forma parte de una sociedad española cada vez más plural en materia religiosa.