La industria militar en Europa tiene una huella de carbono anual equivalente a las emisiones de, al menos, 14 millones de automóviles. Así lo afirma el estudio Bajo el radar. La huella de carbono de los sectores militares europeos, realizado por Stuart Parkinson, director ejecutivo del grupo Científicos para la Responsabilidad Globar (SGR) y Linsey Cottrell, responsable de política medioambiental de CEOBS, y publicado este martes por el grupo de La Izquierda en el Parlamento Europeo (GUE(NGL). Según los autores, la cifra a la que han llegado es una estimación “muy conservadora, equivalente a las emisiones totales de vehículos de Portugal, Grecia y Noruega combinados”.
Francia aporta un tercio de la huella de carbono total de los ejércitos de la UE, según el informe. España es uno de los seis principales países de la UE en gasto militar y asumió algunos compromisos sobre la notificación de emisiones en el marco del IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático).
Por ejemplo, Francia califica el consumo de combustible de las actividades militares como “confidencial”. El Ministerio de Defensa español dijo en 2012 que está registrando la huella de carbono de sus actividades, pero los autores afirman que no han podido “encontrarlas publicadas ni registradas”. En el estudio, también se analizan “las emisiones de empresas de armas españolas como Navantia e Indra”. El total de emisiones de gases de efecto invernadero de todo el sector militar de España se calcula en 2.794 kilotoneladas de CO2.
“El Pacto Verde Europeo ninguneó completa y deliberadamente todo lo que tuviera que ver con el impacto climático de la militarización”, afirma el informe. “Esto no es un descuido. Es parte de la narrativa de la UE afianzar el excepcionalismo en torno a la industria militar y de armas, para dibujarlos como inherentemente necesarios e intocables, cuando de hecho contribuyen significativamente a la crisis climática y deben ser abordados. La desmilitarización debe formar parte de cualquier Acuerdo Verde creíble”.
La investigación también destaca que Europa alberga ocho de las 30 corporaciones más grandes del mundo por ventas militares; identifica que las fuerzas armadas de Francia contribuyen a un tercio de la huella de carbono total de los ejércitos de la UE; y estima que la industria de tecnología militar de Polonia tiene las mayores emisiones de gases de efecto invernadero.
Lagunas en los datos españoles
El apartado dedicado a España en el informe incluye datos de emisiones de efecto invernadero registrados y la estimación de los investigadores. El gasto militar para España se resume en las cifras comunicadas a la OTAN: aumentó un 29% entre 2014 y 2020, del 0,93% del PIB al 1,16%. Al igual que con otros países del estudio, su gasto militar ha aumentado notablemente en los últimos años en respuesta a los objetivos de la OTAN –el compromiso en la OTAN es un 2% del PIB–. España tiene tropas fuera de sus fronteras, en Oriente Próximo, África y otras partes de Europa.
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España no hace referencia específica a las fuerzas armadas, pero sí dice, sin embargo, que aunque la directiva de Eficiencia Energética excluye ciertos edificios propiedad de las fuerzas armadas, el Ministerio de Defensa ha desarrollado un sistema de gestión energética y de activos (SINFRADEF) que contiene información sobre el consumo y la eficiencia energética de todos sus edificios.
Aunque el plan de acción nacional anterior para 2017-2020 establecía que la información no está incluida en el inventario por razones de seguridad , los datos se recopilan y pueden utilizarse. El plan de acción también señaló que los criterios de rendimiento energético de la directiva europea no se aplican a los contratos de suministro de equipo militar.
El Ministerio de Defensa también ha desarrollado la Estrategia de Innovación y Tecnología de Defensa (ETID), que establece objetivos específicos para apoyar la colaboración entre proveedores de tecnología nacionales e internacionales, incluidos los sistemas de gestión de la energía y el desempeño. En 2011, la Secretaría de Estado de Defensa estableció un compromiso con la implementación de sostenibilidad medioambiental y eficiencia energética, incluida la publicación de un informe de rendición de cuentas sobre su su estrategia y política social, económica y ambiental, así como el establecimiento de un protocolo para el cálculo de su huella de carbono.
La web del Ministerio de Defensa señala que en 2012 comenzó a calcular su huella de carbono, incluidas las emisiones directas por el consumo de combustibles fósiles, las emisiones indirectas por el uso de electricidad y las emisiones indirectas producidas por sus proveedores de bienes y servicios. La web también cita la importancia de incluir cláusulas ambientales en las licitaciones de los contratos del ministerio. “Pero no hemos podido localizar una copia de los datos de huella de carbono o un informe de responsabilidad en el sitio web del Ministerio de Defensa”, dice el informe.
Muchas de las principales corporaciones extranjeras que fabrican tecnologías militares en España publican datos detallados sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero. Con los datos de Airbus, Navantia, Indra, Thales e ITP Aero, la proporción de sus ventas militares y la proporción de empleados con sede en España, el informe ha calculado tanto las emisiones totales de gases de efecto invernadero de sus operaciones con sede en España como las cifras de emisiones por empleado. Y estos datos muestran a Airbus con las mayores emisiones relacionadas con el ámbito militar en España.
Las cifras indican que la industria de tecnología militar española tiene el nivel más bajo de emisiones por empleado de los seis países del estudio. Es probable que esto se deba al uso de fuentes de energía renovables. Por ejemplo, en las instalaciones españolas propiedad de ITP Aero, el 100% de su electricidad proviene ahora de fuentes renovables, mientras que en Indra la cifra es del 75% . En todo caso, “las cifras parecen sorprendentemente bajas en comparación con otros países”, afirman los autores: “Hay que tener en cuenta que algunas de las principales empresas de tecnología militar que operan en España no publican datos sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero, como Aernnova y EXPAL”.
Así, se ha utilizado el promedio ponderado de emisiones por empleado como base de una estimación para el sector de tecnología militar en España en su conjunto. Al multiplicar esto por el número de empleados en el sector, se calcula que las emisiones totales son de aproximadamente 83.000 toneladas de CO2 equivalente (tCO2e). Ésta es la cifra más baja entre los seis estudiados, ya que la industria es relativamente pequeña y la intensidad de gases de efecto invernadero es comparativamente baja.
Lucha contra el cambio climático e inversión militar
La eurodiputada de Podemos Idoia Villanueva, responsable de Internacional del partido, ha pedido a la Comisión Europea que reconsidere su política de defensa: “Este estudio demuestra que la lucha contra el cambio climático y las inversiones de la Europa militar son incompatibles. Mientras esta Comisión Europea ensalza la bandera del Green Deal, se ocultan muchas actividades que perjudican al medio ambiente y que obstaculizan nuestra acción climática. Además, es importante poner el foco en la falta de transparencia. La seguridad nacional no puede seguir siendo una excusa para ocultar los datos de los efectos que tiene la industria militar sobre el medio ambiente. Más allá de teñir de verde la política militar, es necesario que rediseñemos la política de defensa de la Unión Europea, apostando por el control de armas y por el desarme, poniendo la seguridad humana en el centro”.
En el estudio también se da una estimación de la huella de carbono del sector. Esta estimación utiliza datos de Thales, que ha calculado la huella de carbono de toda su corporación. Aunque esta empresa tiene su sede en Francia, algunas de sus operaciones están ubicadas en España, y los autores del informe consideran que sus cifras son indicativas de la industria de tecnología militar española en su conjunto.
Con esta premisa, se calcula que la huella de carbono por empleado es de 31,6 tCO2e, que es más de ocho veces el nivel de las emisiones directas, lo que demuestra la naturaleza intensiva en carbono de la cadena de suministro de la industria. Así, se calcula que la huella de carbono de toda la industria es de aproximadamente 694.000 tCO2e.
Para calcular las emisiones territoriales (basadas en la producción) de los sectores militares españoles, teniendo en cuenta las principales lagunas de datos, los autores asumen que las bases militares españolas se encuentran en algún lugar entre las situaciones en Francia y Alemania. Al sumar las emisiones de alcance de la industria de tecnología militar, junto con una estimación de otras emisiones dentro de la cadena de suministro del país, se obtiene una estimación de 1,1 millones de tCO2e. “Se debe suponer que esta estimación es conservadora, ya que se basa en las cifras de las fuerzas armadas presentadas a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tienden a ser subestimadas”, dice el informe.
Para la huella de carbono (emisiones basadas en el consumo), el estudio utilizado un factor de escala basado en una evaluación del ciclo de vida del ejército del Reino Unido para dar una estimación de las emisiones indirectas y, por lo tanto, un total general. Por lo tanto, se estima que la huella de carbono de los militares españoles es de aproximadamente 2,8 millones de tCO2e.