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Protesta contra los macroproyectos de renovables en zonas rurales ante el temor de que colonicen el paisaje

Imagina un paisaje. El que primero te venga a la cabeza y signifique algo para ti. Puede ser la estampa que ves al abrir la puerta de una casa de pueblo o la panorámica que se observa, tal vez bajo un atardecer rosado, cuando te aproximas a Madrid después de una escapada de fin de semana. Quizá unas montañas rojizas, un campo de almendros en flor, el valle en el que hiciste una caminata y te perdiste un poco o las afueras de la ciudad a la que perteneces y a la que vuelves a menudo con tus pensamientos. Esa es la importancia del paisaje y su valor reside en su capacidad para generar sentimientos únicos, de pertenencia. “Ese es el valor visual del paisaje, aquello que te genera emoción e identidad”, explica la catedrática de Análisis Geográfico Regional de la Universidad Complutense de Madrid, Cristina Montiel Molina.

Este sábado se ha celebrado en Madrid una manifestación en contra de lo que numerosas plataformas ciudadanas y ecologistas consideran “la invasión de las renovables”. Por un lado, se trata de reivindicar el paisaje, por su valor para las personas que lo pueblan, pero también como motor del turismo, la ganadería y la agricultura en zonas rurales. Por otro, explican desde Aliente (Alianza, Energía y Territorio), la coordinadora que ha organizado la protesta, el objetivo es exigir un cambio en el modelo energético, que sea “más justo y realmente ecológico”, indica su portavoz, Luis Bolonio.

Casi 200 entidades han secundado la protesta de Aliente y cientos de personas desplazadas desde toda España se han manifestado en Madrid contra los macroproyectos de energías renovables que se están proyectando por todo el país. La instalación de parques eólicos y fotovoltaicos produce reticencias por la magnitud y localización de los mismos, aunque todas las partes están de acuerdo en que el único camino hacia la transición ecológica pasa por las energías renovables. Los habitantes de las zonas rurales temen que los inmensos molinos echen por tierra inversiones y parajes.

Por eso, “renovable sí, pero no así” ha sido el lema escogido de la protesta que ha partido de Atocha hasta la Puerta del Sol, donde se ha leído un manifiesto que insta al ministerio de Transición Ecológica y a las comunidades autónomas a abordar de manera ordenada la implantación de proyectos energéticos. Desde Teruel a Galicia y desde Castellón al Pirineo o Andalucía, la principal queja de las organizaciones es la afección que a los paisajes y territorios,  muchos de ellos en retroceso poblacional o de la España Vaciada, van a tener los macroproyectos renovables, con un alto impacto ambiental pero limitado en economía y empleo local en muchos casos.

Los participantes defienden las energías renovables ante la transición justa pero piden más apoyo al autoconsumo y otro modelo energético “no especulativo”, que armonice las renovables con sus lugares de implantación.

“El paisaje es el principal patrimonio de un lugar”

“El paisaje es una construcción social y es el resultado de la interacción de la sociedad con el territorio a lo largo del tiempo”, define la profesora Montiel Molina. Es la estampa que se ve, pero también lo que “percibe la población que vive en él, que lo siente y que lo construye”. Por todo esto, la perturbación de un paisaje, sostiene Montiel, puede llegar a destruir las panorámicas de los pueblos o de zonas rurales. Pero no solo los molinos pueden tener un impacto negativo, recuerda la geógrafa. Esto ya sucede con otros elementos como son las canteras de extracción, los conjuntos urbanísticos residenciales (muy comunes en los Pirineos, por ejemplo), los pantanos de otras épocas o los tendidos eléctricos.

Cuando se altera el carácter de un paisaje, esto afecta de forma directa a la población que vive en él

La investigadora se detiene en esto último. “Este es un problema importantísimo que tenemos en España y que se aprecia muy bien al ver la Vuelta Ciclista a España y el Tour de Francia”, apunta. “Si te fijas en esas imágenes, te das cuenta del contraste entre los dos países. Se ve hasta qué punto el paisaje está cuidado desde la perspectiva visual en Francia y descuidado en España. Los tendidos eléctricos son uno de los problemas más graves que tenemos”.

El paisaje es como el carácter de una persona, compara Montiel, único en cada caso. El principal problema de la introducción de elementos ajenos en una zona es que, irremediablemente, cambiará el carácter de ese paisaje. “La principal trascendencia es que cambie el carácter del paisaje. Cuando cambia, cuando algo exterior ataca o altera el carácter de un paisaje, naturalmente esto afecta de forma directa a la población que vive en él”.

Desde la Asociación de Empresas de Energías Renovables APPA, aseguran compartir la preocupación por el paisaje y asumen que, “como en cualquier actividad económica e industrial”, haya “cierta oposición”. Lo que más les preocuparía, indica su director José María González Moya, es que dicha oposición fuera “generalizada”, algo que consideran que no es así.

“Lo que hay que valorar, y en esos estudios se valora, es la compatibilidad de ver un aerogenerador, ver una línea eléctrica o ver una placa solar. Lo que tenemos que valorar entre todos es si el impacto paisajístico es tan alto como para echar atrás un proyecto o para poner en marcha medidas correctoras”, indica González Moya. “Tampoco podemos vendarnos los ojos y pensar que vamos a cambiar un modelo energético altamente contaminante y dependiente del exterior, como es el que tenemos, sin ningún otro impacto”, zanja.

El miedo a que se agudice la despoblación

Encontrar un equilibrio entre la instalación de mega parques y la conservación paisajística es una cuestión de “cogobernanza”, apunta Montiel. “Este tipo de trabajos son necesarios, es decir, nadie puede parar el cambio, la evolución y la transformación de la sociedad. Pero una práctica mal planteada es aquella que toma decisiones desde fuera que afecta a otros territorios. Con el tema de las eólicas podría estar pasando lo que pasó con los pantanos”, equipara. “Y es que tú pones los recursos naturales de un territorio al servicio de las personas de otros lugares, es decir, tú vacías un espacio porque los recursos que hay allí, en este caso el agua, te hacen falta para abastecer a las ciudades. Esto está en el origen de buena parte del despoblamiento de España”.

Los estudios demuestran que todos estos proyectos en macro renovables no fomentan el empleo ni la fijación de población

“No son puestos de trabajo que se quedan ahí porque está todo automatizado”, comenta Pablo, una de las personas que acudirá a la manifestación junto a toda su familia. “Quitando el tema de la instalación que sí, que durante unos meses va a venir gente y va a dejar dinero, el resto del tiempo, al estar todo automatizado, irán personas a controlarlo y se seguirá perdiendo población”, denuncia este turolense.  

“Los estudios demuestran que todos estos proyectos en macro renovables no fomentan el empleo ni la fijación de población, sino todo lo contrario”, asegura el portavoz de Aliente, que considera que lo que va a suceder es que se pongan “en riesgo” las actividades que ahora están funcionando en el medio natural. “Llevamos 30 o 40 años apostando en España por que ese medio natural viva de un turismo asociado a unos valores ambientales y paisajísticos y por una ganadería y agricultura sostenibles vinculada al territorio y todo eso se ve amenazado por culpa de estos mega proyectos”, zanja Bolonio.

Un modelo de generación distribuida

Desde la coordinadora Aliente piden apostar por un modelo energético de generación distribuida. ¿Qué es esto? Según explica su portavoz, ahora mismo estamos ante un modelo “centralizado”, en el que grandes plantas de generación producen electricidad que se trasladada a través de líneas de alta tensión a los centros de consumo. Son plantas que, según resalta, “están en manos de muy pocos actores”, cuyos propietarios “son las grandes empresas que todos conocemos”. Defienden el autoconsumo, “instalar la generación de energía en todos los hogares y en todas las industrias para que todos seamos productores de energía”. De este modo, defiende Bolonio, se evitaría el pago de altos precios tras las innumerables subidas del precio de la luz.

Piden cambiar el modelo energético, hacer que este sea más justo y ecológico y “aprovechar todas las virtudes que tienen las renovables”. “Tú no te podías instalar una nuclear en tu tejado o una central térmica”, ejemplifica el portavoz, “pero ahora sí que puedes poner placas”.

España intenta recuperar el tiempo perdido con las renovables para cumplir su parte en la lucha contra la crisis climática mediante la producción de una gran cantidad de electricidad verde procedente del sol y el viento. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, reconocía en elDiario.es que la puesta en marcha de estos macroparques es “un tema muy sensible que provoca una lógica inquietud en los vecinos, y hay que atenderla”. “Es importante integrar renovables y protección de la biodiversidad, pero tampoco es válido decir 'yo quiero renovables, pero nada cerca de mí”, decía durante una entrevista.

El movimiento ciudadano Teruel Existe ha presentado alegaciones a los proyectos eólicos para las comarcas del Matarraña y de las Cuencas Mineras, dos de las zonas más afectadas. “Para el Matarraña sería un desastre. Lo que quieren poner aquí son molinos de 200 metros. Eso se va a ver desde cualquier punto”, denuncia Roberto Gamarra, perteneciente al movimiento. “No va a ser atractivo para el visitante”, lamenta, teniendo en cuenta que el turismo es uno de los pilares económicos de la zona. “No estamos en contra. Tendría que haber una regulación que diga en estas zonas se puede y en otras no, como en otras regiones de España, y luego lo que más nos ayudaría sería la generación distribuida”. Gamarra resalta que una de las actividades que muy posiblemente se verá afectada en la zona es la de los comederos de buitres: “No sabemos cómo van a hacerlo. O aprenden a esquivar sus aspas o va a ser complicado”.

Teruel Existe, al igual que otros movimientos ciudadanos integrados en Aliente, piden que el despliegue de las energías renovables se lleve a cabo “de manera compatible con la conservación del patrimonio natural y la adecuada ordenación territorial”. También que parte de la riqueza que se genere en el territorio se quede en el territorio para lograr activar su economía y declive demográfico.