Manuel Castells: “La derecha ha perdido un poder que siempre creyó que era suyo y no lo va a recuperar en mucho tiempo”
Es la primera entrevista presencial con un medio escrito que realiza el ministro de Universidades y el propio Manuel Castells duda con las medidas a tomar. El despacho, en un complejo ministerial en el paseo de la Castellana, en Madrid, es amplio y austero, y tiene unos grandes ventanales que ventilan bien. Como ornamentación, apenas las consabidas banderas y un retrato del rey adornan las paredes de un espacio que da de si lo suficiente como para que los periodistas se sienten a casi cuatro metros del ministro. Tras algunas dudas, por aquello del ejemplo, Castells se deja convencer para retratarse sin mascarilla, ya al final de la entrevista y cuando se ha quedado a solas con el fotógrafo.
Fuertemente criticado en las últimas semanas por su supuesta ausencia de la esfera pública, el ministro se defiende: niega la mayor con datos y desliza que hay “una campaña” contra él, aunque asegura que no le preocupa, que está tranquilo con su trabajo y se siente respaldado por el Gobierno. Habrá más presencia pública, concede: “Queríamos esperar a tener más tiempo y poder hablar con calma”. En esta entrevista con elDiario.es, Castells defiende que las universidades están todo lo preparadas que pueden para el comienzo de curso y asegura que no está en los planes cerrar los campus.
El ministro matiza también sus palabras de hace una semana, cuando pareció que ponía la Universidad de Berkeley como ejemplo de lo que le gustaría en España y zanja: “Mi modelo es una Universidad gratuita para todos”, aunque matiza que la financiación privada para determinados proyectos y sin contraprestaciones para las empresas le parece adecuada. Por último, Castells explica sus planes con el estatuto del Personal Docente Investigador, la apuesta del ministerio para acabar con la “gran precariedad” que, concede el ministro, existe en la Universidad y deja caer, ya al final de la entrevista y cuando no queda tiempo para pedir más información, que el ministerio va a cambiar los criterios para la creación de nuevas universidades porque “es posible”, prefiere no mojarse demasiado, que se haya sido demasiado laxo con esta cuestión en los últimos años.
Ya ha dado explicaciones respecto a su ausencia pública estos meses. ¿Pero no cree que como representante público tiene que rendir cuentas de su trabajo?
Hay que explicar, y hay que trabajar en eso. Pero lo más importante es dar prioridad a hacer, lo otro es estar siempre en campaña electoral, y a mí me interesan los contenidos, que se hagan cosas. Empíricamente hablando, no es cierta la historia de que no estuve presente. Desde el estado de alarma el ministerio ha tenido 40 reuniones con distintos actores; yo he estado en 31 de ellas. Di 15 entrevistas a los medios, algunos tan marginales como La Vanguardia y La Sexta. Pero también Carne Cruda y La Cafetera, por qué no. Una cosa –y soy catedrático de comunicación política– es por qué las campañas políticamente interesadas funcionan, pero hay que contrastar las fake news con los datos. Y los datos los he dicho, muy desaparecido no estoy.
¿Hay una campaña contra usted, dice?
Supongo que sí, pero tampoco lo he investigado mucho. Pero si hay una repetición de casi lo mismo en medios, redes, de algo que empíricamente no es cierto, en principio eso es una campaña. Pero eso no debe parar lo que se está haciendo. He dado los datos varias veces, ahí están, luego que cada uno piense lo que quiera. No es un secreto que todo lo que se refiere al Gobierno de coalición está bajo la lupa más o menos interesada de múltiples medios, y en particular de una derecha y ultraderecha que han perdido el poder –siempre creyeron que era suyo– y que no lo van a recuperar, lo siento. Se va a acabar la legislatura, se van a aprobar los presupuestos, va a avanzar todo esto. Pese a quien pese. Democráticamente, claro. Pero democráticamente no van a poder gobernar durante mucho tiempo, entonces la estrategia es intentar desestabilizar al gobierno de coalición de la manera que sea, incluso con ministros que no interesan demasiado.
Principio de curso. ¿Están las universidades preparadas al 100%?
Dos cosas a la vez. El curso actual está, sobre el papel, muy seriamente preparado desde el 10 de junio. Ese día hicimos unas recomendaciones tras consultar a todos los actores de la comunidad universitaria y a Sanidad, sobre cómo debería ser el curso. Estas recomendaciones se actualizaron el 1 de septiembre en reunión con las comunidades, que tienen las competencias, y remachadas dos días después en una reunión con la CRUE. Las Universidades han estado preparándose todo el verano. El Gobierno transfirió 400 millones de euros a las comunidades con destino a la educación superior, pero no en general, específicamente fondos covid, que pueden ser finalistas, para digitalización, formación de docentes y para ayudar a los estudiantes que no tuvieran equipamiento informático o conectividad suficiente. Con todo eso las universidades dicen que están preparadas.
¿Han llegado esos fondos a las universidades?
Se publicaron en el BOE el 2 de septiembre y se supone que estos días han sido transferidos a las comunidades. Ahora depende de los Gobiernos autonómicos.
¿Cómo ha sido la coordinación con las comunidades? Al Ministerio de Educación le ha resultado complicado y ha 'chocado' en ocasiones con alguna.
Para mí, en el caso de las universidades no ha sido difícil. La adaptación de las recomendaciones tras la reunión del 1 de septiembre fue unánime en los principios. Ahora bien, ¿incertidumbre? Claro que sí. El que no la tenga en este momento no está en su sano juicio. Lo que hay que hacer es reducirla. No esperábamos la pandemia ni una segunda ola tan pronto. Pero les dijimos a las universidades que había que estar preparados durante el verano y no esperar. Las disposiciones son muy fáciles: hay que respetar las condiciones sanitarias con lo que llamamos presencialidad adaptada. El objetivo es que todo lo que se pueda, se haga presencial. Lo que no se puede, pues hay que adaptarlo. El principio es que nadie pierda un curso por la situación de la pandemia. Hay que tener remedios inmediatos para cada cosa, tanto a nivel de contagios como si las aulas no son suficientes para mantener la distancia. Hay que hacer las llamadas aulas espejo, cursos online, clases rotativas... También fuera, mientras haya buen tiempo. Las universidades ya lo están haciendo. Imaginación al poder y flexibilidad.
¿Por qué se puede meter a 50 universitarios en un aula pero no se permiten las reuniones de más de 10 personas?
Por distancia social y mascarilla. Tiene que haber distancia de como mínimo metro y medio, segundo la mascarilla, tercero ventilación continua y cuarto desinfección. Está todo en el protocolo, pero puede pasar otra cosa. Ahí es donde hay que intervenir. Hay que tener sobre todo capacidad de reacción.
El otro día dijo que no había plan B al planteado. ¿No es un poco temerario?
No hay plan B porque el plan actual ya incluye las distintas hipótesis y elementos de incertidumbre. ¿Qué otro plan puede haber distinto a todo lo que ya he dicho? Y si eso no funciona, se corrige para hacer que funcione dentro de esos parámetros. Hoy por hoy no hay un plan de cerrar todo el sistema universitario como hicimos durante el estado de alarma, por ejemplo. No hay previsión en ese sentido. ¿Podemos jurar que no va a haber cierre total de universidades? Para nada. Hay que vivir peligrosamente y manejar.
Hablemos de financiación universitaria. Comentó en una entrevista en Carne Cruda la semana pasada que le gustaría que las empresas financiaran más la Universidad, y puso de ejemplo la Universidad de Berkeley, en EE UU, que es pública. Pero cuesta 30.000 dólares al año, no sé si fue el mejor ejemplo posible.
Quiero ser muy preciso: mi modelo, y en general el del Gobierno, pero mi modelo para el contexto español es una universidad pública y gratuita. Lo he dicho reiteradamente. Lo de Berkeley era para dar una ejemplo de buenas prácticas, de que una universidad pública puede recibir financiación privada para algunos temas con control total e independencia académica. Ese es mi ejemplo, ni mucho menos digo que haya que hacer aquí la universidad pública americana, que también es cara.
¿Gratuita para todos? ¿También para los que ganan más de, por ejemplo, 300.000 euros al año?
Sí. No veo por qué tenemos una sanidad pública y gratuita y no podemos tener una educación pública y gratuita en todos los niveles. Sin excluir la educación privada. Mi modelo, no excluyente de otras iniciativas que salgan del mercado o la sociedad, es la universidad pública y gratuita. ¿Por qué digo “mi modelo” y no el modelo del Gobierno todavía? Porque pública sí, esa es la prioridad del Gobierno. ¿Por qué digo que gratuita todavía no? Y en eso no hay diferencia entre mi pensamiento estratégico y lo que el Gobierno puede hacer: porque evidentemente no hay recursos ahora para esto. No es algo que suceda de la noche al día. Esto es gradual. Lo que sí hemos hecho es una congelación y reducción de las tasas universitarias, que van ese sentido. Para llegar a una gratuidad primero hay que reducir, congelar, y establecer esa reducción. Teníamos las tasas más altas de Europa junto a Holanda. Mucho más que Francia, Alemania...
¿Y respecto a la financiación privada de la universidad pública?
Sí, y esto es lo que quería decir: en los términos y para lo que necesiten las universidades, con total independencia académica. El ejemplo son las becas. Si puede haber más becas privadas para que los estudiantes puedan tener más recursos. O másteres. O investigación. Pero siempre con criterios estrictos académicos de quién tiene las patentes, la investigación, etc.
¿Van a arrancar dinero para Universidades en los Presupuestos Generales del Estado?
Hablemos de dos cosas, los PGE de 2021 y los de 2022. Los de 2021 están muy ajustados. La Ministra de Hacienda, aparte del Gobierno en general, apoya mucho la Universidad. Lo demostró con las becas y con los 400 millones del fondo Covid. Pero hay límites presupuestarios. Hay presupuesto para la Universidad, pero cuánto y cómo es lo que se está discutiendo ahora. Lo que sí creo es que para 2022, si no hay una catástrofe total, sí habrá un incremento serio para la Universidad. Hay un compromiso del Gobierno para esta legislatura, que a ver si podemos cumplir en las condiciones actuales, de aumentar al 5% del PIB el gasto educativo, aunque no se especifica ahí cuánto es para universidades. Pero de momento están los fondos europeos, independientes del presupuesto ordinario, que estarán disponibles a partir de enero.
¿Por qué siempre cuando hay que recortar se acaba recortando en Educación?
Tengo una especie de sueño y esperanza: que este Gobierno cambie la historia.
¿Y cuenta con las comunidades autónomas para esto, que al final son las que tienen que invertir? Porque hay algunas anunciando rebajas de impuestos.
Bueno, las Universidades y los universitarios tendrán que negociar lo suyo. Yo creo mucho en la sociedad civil. Si se espera que nosotros pongamos orden en el desorden y la estupidez, pues no. En la pasada crisis financiera –no tan pasada– el peor error que se cometió en España fue recortar lo esencial: la sanidad, la investigación, la educación. ¿Cómo se va a salir de verdad de una crisis estructural sin investigación, ciencia, educación? Eso es la base de la productividad, y la productividad es lo que hace salir de las crisis. En ese momento la crisis financiera se aprovechó para agravar la crisis en todos los sentidos. Estamos intentado que ahora no pase. Al contrario: reforzar la sanidad, la investigación, la educación. Con los medios que tenemos. ¿Tenemos muchos? Haremos mucho ¿Tenemos poco? Haremos menos. Pero si hay recortes, no serán en eso.
Estos días están negociando el estatuto del Personal Docente Investigador antes de presentarlo en el Congreso. Entre sus propuestas está crear una carrera laboral paralela a la funcionarial. ¿Van a acabar así con la alta precariedad entre los docentes en la Universidad?
La ley dice, y no lo vamos a cambiar, que la mayoría del profesorado debe ser funcionario. Hoy tenemos un altísimo porcentaje de personal laboral precario. Lo que estamos haciendo es que ese porcentaje deje de serlo. Establecer una serie de figuras que vayan integrando todo lo que hoy son laborales sin garantía de estabilidad, ni de sueldo, ni de carrera. ¿Por qué no todos funcionarios? Bueno, después de la Transición hubo un error enorme. Todos los profesores no numerarios fueron declarados permanentes y funcionarios sin control de calidad en ese momento y se bloqueó el acceso de las nuevas generaciones a la universidad durante un largo tiempo. Eso no puede volver a ocurrir. En los próximos diez años la gran mayoría de los profesores titulares y catedráticos estarán jubilados. Queremos crear los canales para que todos esos jóvenes profesionales puedan incorporarse de forma sustancial y con condiciones de carrera aseguradas a la universidad. Eso va a rejuvenecer la universidad, a dinamizarla por fin, a traer las nuevas ideas. Una parte serán funcionarios, pero queremos abrir vías para que las plazas laborales que vayan cubriéndose tengan condiciones de estabilidad, de sueldo y de previsibilidad de carrera académica.
¿Van a tomar alguna medida para detener la fuga de talentos? Nos gastamos una fortuna como país en formar jóvenes investigadores para que luego se vayan a otros países a investigar.
En el estatuto del PDI, que por cierto es para el año 2022, hay una serie de disposiciones para atraer talento. El PDI tiene que ir acompañado de una memoria económica que todavía está en consulta con Hacienda. Si hacemos una memoria económica maravillosa en función de lo que piensa la comunidad universitaria pero Hacienda dice que no... Estamos viendo qué puede ir. En esa memoria económica hay una dotación presupuestaria para atraer talento y la creación de una serie de figuras de profesores –todavía estamos viendo cómo las llamamos–, que tendrían contratos de hasta cinco años con condiciones capaces de atraerlos, y posibilidades de integrarlos en el sistema. Hay experiencias, Catalunya y el País Vasco las tienen.
¿Qué otra cosa podemos hacer? Hasta ahora estaban solo los sexenios de investigación. La investigación es fundamental, sin investigación no hay universidad, pero no puede ser el único criterio para la progresión de la carrera académica. Las universidades son para los estudiantes primero y todo lo demás viene después. Esto quiere decir que hay que evaluar y premiar la docencia. El año pasado se añadió otro sexenio de transferencia y estamos preparando ahora un criterio de evaluación que sea un sexenio de docencia que premie la calidad. Existen los quinquenios, que son automáticos, pero no vamos a hacer quinquenios y sexenios que se cuenten de manera diferente. Pero como mínimo vamos a añadir un año más a ese quinquenio de docencia, un sexenio, pero ese no va a ser un café para todos. Ese será un premio a la excelencia a la docencia.
Otro aspecto con el profesorado es que, debido a la crisis –o aprovechándola–, se ha descontrolado el uso de ciertas figuras docentes, como los asociados o los visitantes, al punto de cometer ilegalidades flagrantes y de tener una alta precariedad. El Observatorio del Sistema Universitario de Catalunya sostiene que en la Universidad española en su conjunto se incumple la proporción legal entre fijos y temporales que marca la normativa. ¿Falta control en la Universidad?
¿Hacemos una lista de todas las leyes que no se cumplen en este país en cada ámbito? Nuestro trabajo es hacer buenas leyes y que se cumplan. Pero las competencias están transferidas. Sí tenemos capacidad legislativa: si se cumplen todas estas normas que intentamos sacar, se acaba la precariedad. Lo mismo con los famosos profesores asociados. Nosotros nunca dijimos que hay que eliminarlos. Los verdaderos asociados son muy interesantes, gente con experiencia profesional que enseña un número de horas y a los que les pagan un complemento a sus ingresos principales. Nosotros dijimos que las universidades fueron obligadas a meter de asociados los que realmente no lo son. La ley va a dejar muy claro esto, va a revalorizar los asociados y definir el número de horas de docencia. Esto no lo habíamos dicho, pero os comunico que en este momento estamos proponiendo 120 horas al año (cifra que las universidades aprueban), pero no puede ser su sueldo principal.
La prueba piloto de sexenios de transferencia de la que habla mostró una gran brecha de género en la Universidad, con muchos más sexenios concedidos a hombres de los que les corresponderían. ¿Van a hacer algo para atajarla?
La brecha de género que existe en toda la sociedad existe en la universidad. Eso hay que cambiarlo y se va a cambiar. La mayoría de estudiantes son mujeres y de profesores también. La cuestión es que cuando llegas a los niveles altos cambia todo. Hay una cuestión que creo que es cosa de tiempo, si la legislación lo acompaña: la jubilación masiva en los próximos diez años. Ese remplazo en la medida en que hay muchos más graduados y profesores mujeres, ahí tiene que darse ese momento histórico de asegurar esto.
Ha dicho antes que “sin investigación no hay universidad”. No sé en qué lugar deja eso a ciertos centros privados... ¿Cree que se ha sido muy laxo con los criterios de creación de nuevas universidades privadas, como han denunciado algunos rectores?
Es posible. En este mes estamos terminando un decreto de regulación de cómo se pueden crear universidades privadas y con qué criterios.
¿Cómo 'sobrevive' una figura reconocida internacionalmente en el mundo académico a la política en la primera línea y los consejos de ministros?
Bien, muy bien. Yo estoy tranquilo con mis convicciones y mi trabajo y me siento respaldado por el Gobierno. Además, les cuento un secreto: la mayoría de las cosas que se cuenta que pasan en los consejos de ministros, nunca sucedieron.
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