La Marea: diez años de periodismo sin ataduras y una llamada de auxilio

Alberto Ortiz

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La Marea vive desde hace unas semanas en una centrifugadora. Su directora, Magda Bandera, usa esa palabra para describir el proceso en el que andan volcados: una ambiciosa campaña de microfinanciación con la que esperan reunir 250.000 euros, el dinero suficiente para apuntalar para los próximos años este proyecto que nació de las cenizas del diario Público y que está a punto de cumplir una década de periodismo independiente. Un ejercicio de resistencia en una de las décadas más agitadas de la historia reciente que ahora necesita un impulso “definitivo” para seguir contando historias.

“El crowdfunding definitivo, el padre y la madre de todos los crowdfundings para que La Marea sea más grande de todo lo que ya es”, reclama Bob Pop, adjunto a la dirección del proyecto, en el vídeo de la campaña que ha lanzado el medio para reunir un dinero que, afirman, es esencial para su viabilidad en un futuro que presumen convulso y complicado, especialmente para la prensa. 

En sus últimas cuentas publicadas, las de 2021, La Marea celebraba un hito: por primera vez desde su fundación, habían conseguido registrar superávit dos años consecutivos, con beneficios de 15.525 euros en el último ejercicio y 13.585 en 2020. El problema, apuntaban, es que ese dinero no era suficiente para compensar los casi 60.000 euros de pérdidas que sufrieron en 2019. Aunque notaban buenas noticias –la consolidación de sus publicaciones–, detectaban algunas señales de alarma: durante todo este año han sufrido una caída de la tasa de renovación de sus suscripciones.

“Necesitamos aire. Hemos cumplido una etapa en estos años y necesitamos liquidez. Acabamos de finalizar dos proyectos y estamos exhaustas. Vivimos con retrasos en los pagos de nuestras nóminas y no puede ser”, explica Bandera, que detalla que los primeros 100.000 euros de la campaña van a ir destinados a reforzar la plantilla. Necesitan contratar a dos personas que no pudieron renovar tras el verano; ampliar la jornada para otros cuatro compañeros; y aumentar las colaboraciones. 

El resto, avanza, les va a permitir tener una redacción “en condiciones” para Climática, su prestigiosa publicación especializada en medioambiente, y financiar otros proyectos innovadores: podcast, audiorevistas, documentales o reportajes de investigación.

La apuesta es ambiciosa. Si lo consiguen, sería la campaña de microfinanciación más grande de un medio de comunicación en España. “Podríamos haber hecho uno menor y volver a lanzar otro el año que viene. Pues no, queremos este y además emplear una parte para que podamos mejorar el tema de buscar más suscripciones y mejorar esa estructura”, defiende Bandera, que reivindica este mecanismo de financiación con el  que arrancaron el proyecto hace diez años y con el que ahora buscan garantizar su futuro: “Es una forma de captar suscriptores tan válida como cualquier otra. A veces ha habido algunos comentarios, como mirando por encima del hombro. Ya están con otro crowdfunding. Como decimos, o lo paga el IBEX o lo paga un crowdfunding”. 

Diez años de periodismo independiente

Parte de estas dificultades económicas las explica su modelo de empresa: una cooperativa en la que los propietarios son periodistas y lectores del medio, con un estricto código ético para los anunciantes. “Hemos tenido picos buenos y algunos complicados porque el modelo fue hacer un medio profesional pero en algunos aspectos militante. Por ejemplo, rechazar toda la publicidad que pudiera contradecir algunos de nuestros principios editoriales”, resume la directora. “No podíamos hablar de un desahucio y que sucediera como en algunos medios tradicionales, que contabas un historión pero, a la hora de publicar, te decían: 'No pongas el nombre de la sucursal bancaria, que no es necesario'”, cuenta. Este elemento condiciona sus cuentas –la publicidad aporta menos del 10% de los ingresos de La Marea–, pero les aporta un prestigio al que no pretenden renunciar. 

El modelo se pactó en las asambleas que alumbraron la cooperativa MásPúblico y después el primer número de la revista. Era 2012 y el diario Público se había declarado en concurso de acreedores y había despedido a gran parte de la plantilla. De allí surgieron algunos grupos de periodistas que se organizaron para crear diferentes medios, como elDiario.es o InfoLibre. Otro grupo, decidió optar por el modelo cooperativo con el objetivo de plantear una oferta para comprar la cabecera en una subasta pública. Aquel intento fracasó porque una empresa vinculada con el anterior dueño del medio, Jaume Roures, planteó una oferta mucho mayor. 

De los rescoldos de aquel fracaso nació la idea de un nuevo medio. “Un grupo de lectores y trabajadores montamos un crowdfunding para poder hacer una oferta de compra. No lo conseguimos, pero vimos que en las asambleas que habíamos ido teniendo había el germen de algo”, relata Bandera. 

El modelo que eligieron fue el del diario alemán Tageszeitung (TAZ), un proyecto nacido al calor de las manifestaciones pacifistas de los 70 y que un grupo de  trabajadores y lectores decidió convertir en cooperativa en los 90, cuando la empresa se encontraba al borde de la quiebra. “Nuestra idea partía de lectores y lectoras del diario Público que tenían un componente de mucho compromiso y querían las mejores condiciones para los trabajadores. Salió naturalmente, biológicamente”, dice Bandera. 

Después, acordaron el nombre. “Nos planteamos que nuestro crecimiento sería como el de la marea, poquito a poquito. Lo que pasa es que las mareas van para arriba y luego para abajo”, bromea diez años después su directora sobre el nombre, profético en algún sentido, que eligieron para la revista.

En estos años ha pasado casi todo. La revista nació en medio de una terrible crisis económica. Eran los años de la mayoría absoluta del PP de Mariano Rajoy, de la corrupción, los recortes, los desahucios, las marchas por la dignidad y las críticas al bipartidismo. Todo aquello impregnaba las páginas de su primer número, publicado en enero de 2013, y también de los sucesivos. 

La primera portada mostraba un reportaje con el título ‘Leyes al servicio del capital’ y una ilustración en la que una rata vestida de obispo, un cerdo disfrazado de banquero y un tiburón como político caminaban en zancos, elevados sobre la gente común. Dentro había reportajes sobre las preferentes, la compra de drones por parte de la policía para tareas de vigilancia o una entrevista a Margarita Robles, entonces vocal del Poder Judicial, centrada en la legislación sobre desahucios.

“Pusimos temas en portada que no se habían puesto. El primer número fue maravilloso porque ya apuntábamos a la investigación. Dimos por ejemplo un reportaje sobre cómo la Ley de Telecomunicaciones había hecho un corta y pega con algunos fragmentos de un informe de Telefónica. Poníamos el concepto puertas giratorias, y recuerdo que en ese momento discutíamos sobre si se iba a entender porque entonces no se usaba, era extraño, y dijimos: 'Hay que explicar lo de las puertas giratorias'”, cuenta. 

Para el segundo número, Magda Bandera recurrió al amplio conocimiento que había adquirido como becaria en La Vanguardia sobre los cumpleaños de políticos, empresarios y personalidades. “Como había llevado la sección Feliz Cumpleaños, sé una cantidad absurda de cumpleaños y me acordaba del del príncipe Felipe: va a cumplir 45, ya verás la de reportajes que van a hacer de Felipe ‘El preparado’”, recuerda que pensó. Montaron una serie de temas, que llevaron a la portada de ese número, sobre la corte de empresarios y asesores con la que el entonces príncipe ya preparaba su sucesión. “Vimos quién los financiaba, cómo se movía, cuáles eran esos círculos, que eran los mismos empresarios que después iban con su padre a Arabia Saudí. Era interesante ver cómo estos temas no los había podido ver en los medios donde había trabajado”, cuenta.

En estos años, España no solo ha cambiado de rey, aunque para Bandera los frenéticos cambios que ha vivido la política desde entonces son como los que se dan en las telenovelas, o como ese dicho argentino sobre el país: “Si vuelves en dos días, todo habrá cambiado; pero si vuelves dentro de diez, todo seguirá igual”. 

Hay, no obstante, un elemento diferencial. Hace una década, la extrema derecha se refugiaba sin hacer mucho ruido en las siglas del PP. En 2017, con cierta visión anticipada, publicaron un especial sobre neofascismos. “Nos dijeron que éramos un poco exagerados. Lo que hicimos en ese momento fue hablar con líderes políticos de varios países europeos para que nos dijeran qué antídotos podía haber, qué respuestas se planteaban desde la izquierda, porque en España se decía entonces que no había problema, porque estaban dentro del PP y eran pocos”, cuenta. 

El foco en la crisis climática

Una de las señas de identidad de las publicaciones de La Marea en estos años ha sido la revista Climática. El equipo de la revista entendió hace tiempo que la crisis climática era una piedra angular en la información del futuro. “Es un tema nada atractivo, no lo es; es deprimente –cuenta Bandera–. Pero nos va a condicionar la vida por completo”. Según explica, parte de los problemas de sostenibilidad que afrontan en la actualidad se deben a la decisión de haber lanzado la revista. “El año pasado todas las cuentas relacionadas con La Marea y la web fueron positivas, pero Climática, con todo el curro que lleva y si pagas a todo el mundo tarde, pero con tarifas superiores a la del resto de medios, pues no llegas”, anota. 

Esta es una de las razones por las que han lanzado el crowdfunding, poder dar a Climática la sostenibilidad que necesita un proyecto que, dice, se ha labrado un prestigio en poco tiempo. “Creo que hemos conseguido hacernos un espacio. Comenzó en 2019, creamos hace dos veranos ‘La Uni Climática’ [un espacio de formación online sobre medioambiente y cambio climático], y ahí hemos tenido expertos este año de un nivel brutal”, cuenta. En la edición de este verano han participado las ministras del ramo de Chile, Maisa Rojas; Bélgica, Zakia Khattabi; y España, Teresa Ribera; así como el asesor especial para el secretario general de las Naciones Unidas para la Acción por el Clima, Selwin Hart; y la vicepresidenta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), Thelma Krug. 

“La revista y nuestros enfoques sobre el clima son nuestra joyita, donde ahora podemos aportar más. No hay ningún otro medio en España como este”, destaca Bandera, que promete que si llegan a los objetivos de la campaña podrán introducir contenido mucho más atractivo: “Ojalá consigamos el crowdfunding porque tenemos en mente secciones un poco más divertidas, o con un poco de humor, que consigan llegar a otros públicos”. 

Además de la revista, la web y Climática, La Marea ha impulsado en los últimos años, también apoyada en microfinanciaciones, proyectos específicos para abordar temas en profundidad. Por ejemplo, #yoIBEXtivo, un análisis sobre las 35 empresas que conforman el IBEX y los intereses cruzados que orbitan a su alrededor. El libro que nació de esa investigación está a punto de viajar a imprenta; será el segundo que financia La Marea, después de Franquismo S.A., del periodista Antonio Maestre. El segundo gran proyecto de investigación es #PorTodas, un análisis sobre las historias completas de cada una de las 55 mujeres asesinadas en España en 2014 por el simple hecho de serlo. Esta investigación ha recibido varios premios y ha recibido reconocimiento por parte de otros países como Francia o Canadá, apunta Bandera. 

“No son tanto los temas que elegimos, mirar donde hasta ahora no se había mirado, sino el trabajo exhaustivo que hacemos”, defiende. “No esperamos a que nos llegue una noticia, nos ponemos a investigar qué está haciendo esta gente. Hicimos un especial sobre Florentino, que pusimos en portada, sobre cómo funcionan sus negocios, las prácticas de ACS, etc”, repasa. También publicaron una investigación llamada ‘Las élites de Dios’, donde analizaban los vínculos con la Iglesia católica de las universidades donde habían estudiado la mayoría de los miembros de consejos de administración de las principales empresas españolas. 

“Hace falta una alternativa”

Aunque ha formado parte de La Marea desde el principio, Bob Pop lleva desde julio especialmente volcado en el proyecto. La cooperativa decidió nombrarlo adjunto a la dirección en verano: “Estamos muy ilusionadas, ha venido con muchos proyectos, con esa idea de ponerle humor a las cosas –dice Bandera–. La gente me pregunta: ¿Qué hace Bob tan entregado”. Él, en conversación con este diario, cree que necesitaba salir de esa “sensación de oscuridad” que impera en los medios de comunicación. “Tenemos que salir de esta burbuja del periodismo autocomplaciente. tenemos que hacer cosas que ayuden a que las cosas cambien; poder financiar buen periodismo de investigación”, dice. “Cuando lo reaccionario hace más ruido, el progreso se construye desde el compromiso”, subraya. 

El escritor y director cree que La Marea no debe renunciar a ser un medio underground, como es, pero sí necesita garantizarse la subsistencia para poder “mirar a la cara a los grandes medios”, y seguir siendo una alternativa con sus reportajes e investigaciones. “Queremos hacerlo bien, pagar sueldos dignos, tener a alguien, si hacemos un podcast, que locute en un estudio y cobre lo que tiene que cobrar”, defiende. Pero el modelo, subraya, es esencial: “De lo que no somos conscientes es de que todos estamos financiando sin querer a los grandes medios, a través de nuestra factura de la luz, del gas, de la gasolina. Ya que tenemos que financiar, hagámoslo voluntariamente y de un medio que de verdad se preocupe por cambiar la realidad y mejorar la vida de la gente”. 

Tanto Magda Bandera como Bob Pop reconocen que hasta ahora el apoyo recibido por parte de los lectores va “lento”. Han recaudado algo más de 36.000 euros, un 14% de los 250.000 proyectados como objetivo “mínimo”. Quedan 25 días y la cooperativa confía en conseguir el dinero, aunque sea como otras veces, en el último suspiro. Pero este crowdfunding, vaticinan, es el definitivo en un momento de especial incertidumbre. “La Marea es famosa por sus remontadas, pero no hace falta tanta épica. Estaría bien que la gente empezara a aportar desde ya y nos dejaran un poco de respiro”, pide Bob Pop, que insiste en que “hay que cambiar las cosas, pero hacerlo a lo bestia”. Como en los últimos diez años.