¿Qué opina del modo en que han incorporado los políticos a la negociación del pacto las aportaciones de la comunidad educativa?
Me parece que está bien que llamen a todo el mundo. Pero tengo temor de que no sean capaces de gobernar todas esas aportaciones, que no aparezcan los nudos auténticos que tenemos o que no se sepan medir los tiempos. Como pronto, la subcomisión acabaría para junio, pero parece que se alargará hasta septiembre u octubre. Luego hay que redactar la ley y que pase todo el proceso parlamentario. Un adelanto brusco de las elecciones puede hacer que quede todo en agua de borrajas. Y contamos con esa posibilidad.
¿Se ha dado suficiente espacio a esas aportaciones?
No, no se ha dado. Por eso estamos en huelga también, porque tenían que haber habilitado una manera para articular un mecanismo real de negociación. No vale con ir a cumplir un formalismo y a casa. Esto es perfectamente posible y he participado en procesos similares en otros momentos de mi vida, en procesos también que estaban en sede parlamentaria. Si no cuentas con quien permite construir consensos, haces una cosa por arriba que sale sin vocación de continuidad.
¿Considera que este proceso de negociación ha desactivado las protestas?
Creo que no. Cada uno hará un planteamiento que responde a sus intereses, no sé si al final intentarán trazar algunas líneas de fuerza. Si el PP no rompe con la servidumbre con la iglesia y la enseñanza privada, el acuerdo es muy difícil y solo se maquillará la Lomce. El único lenguaje que entiende este gobierno es el de la calle. Y nos ha funcionado hasta ahora: en la última huelga conseguimos paralizar el efecto académico de las reválidas, que no es poca cosa.
¿El paso de los años ha erosionado la fuerza de la Marea Verde?
El proceso de movilización ha sido muy intenso. Lo más importante hoy es que sigue viva y sigue teniendo capacidad de movilización. Cansados de lucha por la escuela pública no estamos, pero sí hay una sensación de cansancio porque no podemos permitirnos dejar de hacer o hacer peor nuestro trabajo. Es una cuestión ética. Estamos defendiendo la calidad con menos recursos y eso nos cansa, nos desgasta y nos estresa. Tenemos las aulas abarrotadas, más horas lectivas y menos tiempo de coordinación, y pese a todo eso intentamos hacer nuestro trabajo como siempre.
María Jesús es profesora es una universidad pública de Madrid y ha venido porque “aunque la fachada ha cambiado, las políticas educativas son las mismas”. “La universidad aún no ha tocado fondo. Estoy viendo desde dentro el negocio de los grados y los master y se me pone el estomago del revés. Yo tambié soy madre y sé que podré pagar los estudios a mis hijos, pero ¿y los que no?”, explicado.
La cabecera de la manifestación que ha recorrido la capital ya ha finalizado y los organizadores han comenzado a leer el manifiesto, en el que han llamado a la comunidad educativa a seguir protestando en la calle. “Tenemos que seguir luchando y llenando las calles” porque “solo hemos recibido negativas y ataques de su parte, han asegurado en referencia al Gobierno.
Afirman que no confían en el pacto educativo que se está articulando en la subcomisión del Congreso creada para tal fin, del que critican que se está gestando en un entorno político y excluyente con los movimientos sociales. “Cinco años de gobierno nos han llevado al abismo, destrozando el sistema educativo y machacando las ilusiones de las familias”, han afirmado. La “victoria” de las reválidas, han proseguido, “tienen que animarnos a seguir”.
Dos estudiantes de Bachillerato que han acudido a la manifestación en Madrid tildan de “caos” el curso actual porque “los profes no saben para qué tienen que prepararnos”. Aseguran que los cambios que se han ido dando en las reválidas les “han vuelto locos” porque todavía no saben “cómo es el modelo de examen de muchas asignaturas”, se quejan dos alumnos de un instituto madrileño.
La última decisión del Ministerio de Educación respecto a las pruebas fue convertir en residual la reválida planificada para la ESO y transformar las de Bachillerato en una nueva Selectividad.
Cuando la marcha transcurría por la madrileña calle Alcalá, los manifestantes se han detenido frente al Ministerio de Educación y han comenzado a gritar contra el titular de la cartera, Iñigo Méndez de Vigo, que se ha llevado una pitada. “Vamos a decirle al ministro, que ha dicho que esta huelga no ha existido, todos los que somos”, decían por los megáfonos. Esta mañana el ministro no ha dado datos concretos de seguimiento, pero ha asegurado que el impacto de la huelga había sido mínimo.
La manifestación de Madrid ya discurre por la misma puerta del Ministerio de Educación, separada del edificio por el habitual despliegue policial. “Entramos a la boca del lobo”, dicen algunos de los asistentes, que claman, pancarta en mano, contra los recortes, las reválidas o la Lomce. La diversidad de lemas y gritos reflejan la variedad de objetivos de la protesta.
José Luis es docente en el conservatorio profesional de música del municipio madrileño de Móstoles. Una buena parte de sus alumnos han venido con sus instrumentos para denunciar que el presupuesto con el que funcionan es un tercio del que tenían en 2009. “Ya no hay clases por la mañana. Quieren matarlo a base de estrangular el presupuesto año a año”, asegura.
Los conservatorios de música viven un momento de precariedad y denuncian “abandono” por parte de las instituciones. Los recortes, la falta de medios y la nula oferta de oposiciones durante más de 20 años lastran su funcionamiento.
La manifestación que se está celebrando en la capital ha querido mencionar específicametne a las escuelas infantiles: “No nos olvidamos de las compañeras y compañeros que pelean todos los días en las aulas de educación infantil, un trabajo importantísimo y fundamental para los primeros años de los niños y las niñas y relegado por la administración”, se ha oído por la megafonía que dirige la protesta
El IES Benito Pérez Galdós de Madrid está casi al completo en la calle. La Consejería de Educación ya ha anunciado que cerrará el centro, en el que estudian 270 alumnos y alumnas, el próximo curso. “Dicen que no hay demografía en la zona para que siga abierto pero no tenemos más opción. Si cierran, mi hija tendrá que ir a un instituto a seis kilómetros de casa porque en estos años han ido dejando inútiles todos los centros públicos de nuestra zona”, asegura Olga, madre de una alumna de primero de la ESO.