- Primer capítulo íntegro de 'Las 10 mareas del cambio', de Juan Luis Sánchez, un libro que mezcla ensayo y reportaje para dar claves sobre los nuevos discursos sociales y las nuevas formas de vivir la política.
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“La marea verde estaÌ muerta”. Pues vaya forma de empezar un libro sobre mareas.
Cruz DiÌez es profesora de ingleÌs de treinta y dos anÌos en un instituto de Madrid y una de esas personas que un diÌa se miroÌ al espejo y se dio cuenta de que se habiÌa convertido en una activista de camiseta verde y ¡Wert, dimisioÌn! “Me ha llevado meses asumirlo, pero estaÌ muerta. No he querido reconocerlo hasta hace muy poco, pero estaÌ muerta”, insiste. “Hemos hecho de todo, yo creo que no nos ha quedado nada por intentar. Hemos probado por lo legal, en la calle, sensibilizando, dejaÌndonos el sueldo con las huelgas... y no ha funcionado nada, todo estaÌ igual o peor”.
Vamos a pensar en que Cruz estaÌ en un momento malo, que es una depresioÌn pasajera personal. Ella y otra mucha gente como ella lleva desde verano de 2011 pegaÌndose con un muro. Se pararon de pie delante de un tanque, que no se detiene como en la imagen de Tiananmen sino que les obliga a retroceder unos metros para de nuevo plantar el pie en el suelo e intentarlo de nuevo: venga, ¡arroÌllame! Y que el tanque no se para. Oye, y que les arrolla. Y ya no pueden maÌs.
La aprobacioÌn de la uÌltima Ley OrgaÌnica para la Mejora de la Ley Educativa (LOMCE) ha sido una puntilla dolorosa. La poleÌmica entre nacionalismos ha centrado mucho el foco, dejando desapercibidos otros aspectos que pueden transformar por completo la educacioÌn puÌblica, como bien han analizado Beatriz Lucas o Natalia Chientaroli en eldiario.es.
En primer lugar, el anteproyecto trata la educacioÌn como una faÌbrica de empleo, la define como un estado previo al laboral y centra ahiÌ el espiÌritu de la ley y de “un futuro mejor”. La LOMCE no habla de comunidad educativa, pero siÌ que identifica a empresas privadas como reguladores o prestadores de servicios y parte del Sistema Educativo EspanÌol. La nueva norma elimina EducacioÌn para la CiudadaniÌa, aumenta la carga horaria de ReligioÌn e incluye una asignatura alternativa, Valores Culturales y Sociales.
Y maÌs. La Ley Wert abre la puerta a que determinados centros elijan a su alumnado seguÌn su rendimiento acadeÌmico en las ensenÌanzas obligatorias. Ya no habraÌ Selectividad, aunque siÌ revaÌlidas antes de terminar la secundaria. Ahora las universidades tendraÌn mucha maÌs responsabilidad en la seleccioÌn de sus alumnos, podraÌ evaluar su trayectoria curricular, sus evaluaciones y podraÌn hacer procedimientos de seleccioÌn propios.
AdemaÌs, para que no vuelva a pasar como en AndaluciÌa o Cantabria, que han retirado la subvencioÌn a colegios concertados que separaban ninÌos y ninÌas en clase, la norma incluye un artiÌculo que evita que ese tipo de escolarizacioÌn deje de recibir dinero puÌblico. La redaccioÌn es un ejercicio de cinismo muy poco depurado: “No constituye discriminacioÌn la admisioÌn de alumnos o la organizacioÌn de la ensenÌanza diferenciada por sexos, siempre que la ensenÌanza que impartan se desarrolle conforme a lo dispuesto (...) por la Unesco (...). En ninguÌn caso, la eleccioÌn de la educacioÌn diferenciada por sexos podraÌ implicar para las familias, alumnos y centros correspondientes un trato menos favorable ni una desventaja a la hora de suscribir conciertos con las Administraciones educativas o en cualquier otro aspecto”. Discriminar por sexo no es discriminar pero no dar subvenciones a colegios que separan por sexo siÌ lo es.
El funcionamiento democraÌtico diario de los colegios sufre un buen tijeretazo. El director tendraÌ mucho maÌs poder, el claustro de profesores pesaraÌ menos para elegirle en detrimento de las consejeriÌas de EducacioÌn y, duro golpe, el Consejo Escolar, donde estaban profesores, direccioÌn y alumnos, deja de ser un oÌrgano decisivo y pasa a ser algo meramente consultivo. Y mucho maÌs.
Cuando uno va justo de fuerzas, lo que peor recibe no son los golpes sino los cambios de ritmo. El 9 de mayo de 2013 los profesores hicieron huelga y se concentraron contra la LOMCE, justo tres diÌas antes de la gran convocatoria del 15M para reafirmarse en su segundo anÌo de reivindicaciones.
Al diÌa siguiente de la huelga, el Gobierno posponiÌa la aprobacioÌn de la tambieÌn llamada Ley Wert. Era, en realidad, una patada hacia adelante para evitar un combo que podriÌa producir un estallido social: huelga general en la EducacioÌn + aprobacioÌn de la ley + gran convocatoria del 15M. Todo en tres diÌas.
Ese cambio de ritmo, ese driblaje, fue muy efectivo: sacoÌ la ley del debate quincemayista de aquel domingo 12 de mayo, evitoÌ que se convirtiera en el pegamento que, por otra parte, faltoÌ en una concentracioÌn mucho maÌs escasa que otras, que dejoÌ cierto sabor a fin de ciclo que auÌn paladean muchos activistas.
El proyecto de ley se aproboÌ en el Consejo de Ministros una semana despueÌs, el 17 de mayo de 2013. Fue un mazazo de fin de curso, coincidiendo con el momento en
que perder clases es maÌs delicado, con exaÌmenes por hacer, trabajos por entregar y horas que aprovechar para cumplir con la programacioÌn acadeÌmica. Cuando la capacidad de movilizacioÌn, por tanto, es menor, como tambieÌn se ha hecho con la subida de tasas universitarias.
Y sin embargo fue precisamente un momento similar, de baja guardia, el que vio nacer la marea verde. Nadie esperaba que de las famosas vacaciones de verano de los profesores surgiera la mayor movilizacioÌn de la comunidad educativa en la historia de EspanÌa.
Cómo empezó todo
Se esperoÌ a que los profesores se fueran de vacaciones. Cuatro diÌas despueÌs de que los colegios cerraran para el verano de 2011, la Comunidad de Madrid envioÌ una circular con instrucciones para el siguiente curso acadeÌmico, con fecha 4 de julio de 2011.
“Estaba en CoÌrdoba, en casa de mi familia, cuando recibiÌ el papel. Inmediatamente comprendiÌ lo que significaba y me puse a gritar, se me descompuso el estoÌmago...”, recuerda Cruz DiÌez, la profesora de ingleÌs. “Lo del estoÌmago no lo cuentes, que fue muy desagradable”.
Lo que deciÌa aquel papel es que los profesores de plaza fija en educacioÌn secundaria tendriÌan que dar clase dos horas maÌs a la semana. De 18 horas semanales a 20 horas semanales. Lo que en realidad significaba aquel papel era que cientos de profesores interinos en Madrid no renovariÌan su plaza porque sus horas iban a ser cubiertas por los que aumentaran su horario. Y que la calidad del tiempo dedicado a los alumnos, por tanto, se resentiriÌa. Que los profesores trabajariÌan maÌs tiempo dentro de las aulas y menos preparando clases, en tutoriÌas o asistiendo a alumnos en dificultades.
¡No os dais cuenta de lo que significa este papel!, gritaba Cruz DiÌez a su familia. Puede que la familia de Cruz no lo pillara al vuelo, pero Cruz no estaba sola. Ese mismo diÌa, probablemente en ese mismo momento, miles de personas teniÌan ese papel en la mano y pensaron lo mismo que la profesora de ingleÌs. HabiÌa comenzado el rugir de la primera ola de algo que auÌn no teniÌa nombre ni color.
La eclosioÌn del 15M estaba muy cerca. HabiÌan pasado 15 diÌas desde que la acampada de Sol se levantara, se habiÌan parado los primeros desahucios en Madrid y la manifestacioÌn del 19 de junio habiÌa sido sencillamente apabullante, con riÌos que llevaban personas a miles hasta el centro de la ciudad desde barrios y pueblos de toda la comunidad y con manifestaciones masivas en muchas maÌs ciudades. En aquel momento, el 15M apostaba por la estructura federal de asambleas. La exposicioÌn mediaÌtica las habiÌa convertido en un formato de moda, en una foÌrmula renovada de proceso poliÌtico. AsiÌ que los profesores que acudieron, con el papel en la mano, a sus foros especializados de Internet se convocaron a una asamblea. Se realizoÌ en el IES Beatriz Galindo, el 20 de julio y duroÌ tres horas. El saloÌn de actos se quedoÌ pequenÌo.
SeguÌn el acta de aquella reunioÌn se decidioÌ promover una movilizacioÌn que fuera “planificada, inteligente y organizada”, “capaz de transformar la indignacioÌn del profesorado en respuesta” y “no en lamento”; que implicara “al alumnado, a las familias y a la sociedad madrilenÌa”. AhiÌ comenzoÌ todo.
El otonÌo se llenoÌ de camisetas verdes con un mensaje: “EducacioÌn puÌblica: de tod@s, para tod@s”. La loÌgica del marketing poliÌtico dice que primero se piensa el concepto de ser una marea, luego se elige un color para identificarla y, finalmente, se producen los materiales de propaganda, como la camiseta. Pues en este caso fue justo al reveÌs: primero fue la camiseta, luego la movilizacioÌn, luego el color y luego el concepto.
Por partes.
En mayo de 2011, el 15M revienta las costuras de la vida poliÌtica institucional. Eso lo sabemos. Pero tambieÌn revienta la de los movimientos sociales tradicionales, empezando por la manera de expresar el mensaje. En Sol se reinventoÌ el imaginario y la iconografiÌa de la poliÌtica popular; la “esteÌtica de la revolucioÌn”, como se ha escrito, habiÌa cambiado.
Por eso, una camiseta de tipografiÌa boceteada y, sobre todo, que usa la arroba para incluir a todos y todas en una sola palabra... No. No pegaba que fuera producida al calor del 15M. Y no lo habiÌa sido.
La camiseta verde con la inscripcioÌn “Escuela puÌblica: de tod@s, para tod@s” nace mucho antes que la marea verde: se la inventa la Plataforma por la Escuela PuÌblica de Vallecas, creada en 2007, que la usa para pequenÌas movilizaciones o acciones convocadas en los muchos anÌos de gota malaya y recortes.
El 10 de mayo de 2011, Carmen Robles, orientadora del IES Arcipreste de Hita, acude a supervisar un examen de Conocimientos y Destrezas Indispensables para EducacioÌn Primaria, que se realiza en un colegio concertado, el Liceo CoÌnsul, con alumnos de varios institutos. Carmen decide ir con una camiseta verde de la plataforma de Vallecas en defensa de la educacioÌn puÌblica. La directora del centro concertado eleva una queja al inspector de la ConsejeriÌa de EducacioÌn porque considera inapropiada que utilice el aula para una reivindicacioÌn. DiÌas despueÌs, la ConsejeriÌa impone a Carmen Robles una sancioÌn.
Este hecho levanta ampollas entre parte del profesorado maÌs activo de Madrid. A finales de junio, justo antes de las nuevas instrucciones que lo hariÌan estallar todo, se abre una paÌgina de Facebook convocando a todos los profesores a que lleven esa camiseta en el primer diÌa del curso siguiente.
En la primera asamblea de profesores, ese 20 de julio de 2011, alguien recuerda la existencia de ese grupo. Y recuerda la existencia de esa camiseta, y de por queÌ es un siÌmbolo de desafiÌo a la privatizacioÌn de la EducacioÌn. Es en ese momento en el que se propone que como accioÌn individual que se use la camiseta verde en las acciones de esta nueva movilizacioÌn. La camiseta y el verde constan en acta.
La construccioÌn del movimiento teniÌa repuntes mediaÌticos, pero todaviÌa era subterraÌnea. Un ejemplo: diÌas despueÌs de la primera asamblea, varios medios de comunicacioÌn publicaban sobre la marea verde. Pero no, no era la de la EducacioÌn: “Decenas de jabaliÌes muertos reavivan la alerta por la marea verde”, deciÌan los titulares. Se referiÌan a la contaminacioÌn del agua en la provincia francesa de BretanÌa por la ganaderiÌa intensiva. Vamos, nada que ver con la educacioÌn puÌblica.
Los usos anteriores de “marea verde” datan de 2009, cuando los ojos de todo el mundo estaban puestos sobre una revuelta a menudo bastante olvidada en las cronologiÌas que van de Tahrir a Sol, de TuÌnez a Taksim, la de la juventud en IraÌn. A partir del 13 de junio, una multitud ocupoÌ durante diÌas las calles de las grandes ciudades iraniÌes para denunciar un posible fraude electoral en la victoria del presidente Mahmoud Ahmadineyad en unas apretadiÌsimas elecciones. La protesta se autodenominoÌ Movimiento Verde porque tomaba el color asociado a la candidatura del opositor Mir Hosein Mousavi. De ahiÌ salioÌ la metaÌfora internacional de la Green Wave (la ola verde) y la traduccioÌn al espanÌol subioÌ la apuesta: fue la marea verde iraniÌ. Poco despueÌs, en 2010, el candidato del partido verde colombiano a las presidenciales de 2010, Antanas Mockus, que levantoÌ expectativas no cumplidas por su carisma y capacidad de impacto en redes sociales, tambieÌn usoÌ la “marea verde” como concepto sobre el que construir una base social.
Toda esa informacioÌn previa rondaba la cabeza de los que una buena tarde de agosto se pusieron a debatir en Twitter y en foros de profesores, “La idea desde el principio es que esto no era una movilizacioÌn sindical ni por motivos laborales, sino de toda la sociedad”, me cuenta Fernando J. LoÌpez, profesor de Literatura en el IES San Juan Bautista de Madrid, ademaÌs de dramaturgo y escritor. “NecesitaÌbamos un siÌmbolo, un icono, una metaÌfora que expresara que queriÌamos estar en todas partes con todo el mundo. Y algo que fuera atractivo para los medios, que muchos estaÌn controlados por el poder econoÌmico que estaÌ detraÌs de todo este deterioro de lo puÌblico”, explica. “Y vimos que el teÌrmino marea era de suma”, recuerda sin saber precisar exactamente de quieÌn, exactamente de doÌnde surgioÌ la idea.
El estado de aÌnimo de Fernando estaÌ tocado, como el de Cruz. “El problema de las mareas es que suben y bajan, son irregulares... y estamos muy desgastados”, dice Fernando. “Miras a tu lado y dices... bueno, a ver si salta alguna chispa, algo que de nuevo nos haga ponernos a trabajar. Porque ya sabemos coÌmo hacerlo. Ya sabemos a quieÌn llamar”, explica Cruz. “Yo creiÌa que esa chispa iba a ser la LOMCE, pero no... se ha aprobado y no ha pasado nada”.
A veces la chispa no tiene que venir como reaccioÌn a un gran gesto importante. Volviendo a los inicios: aquel agosto de 2011 una aneÌcdota se convirtioÌ en el catalizador mediaÌtico que arremolinoÌ definitivamente la empatiÌa alrededor de los profesores verdes. El gobierno de la Comunidad de Madrid, para contener una posible protesta, envioÌ una carta a todos los docentes de secundaria para explicar las medidas tomadas. La carta estaba firmada por Esperanza Aguirre y teniÌa faltas de ortografiÌa. ¡SiÌ!
¡La presidenta que queriÌa recortar en educacioÌn puÌblica para hacerla “maÌs eficiente” escribe con faltas a los profesores! Demasiado bueno para no ocupar titulares de verano y sarcasmos en red. La carta, sin duda, no la escribioÌ Aguirre sino alguÌn asesor con prisa y mal supervisado. La carta, sin duda, es una aneÌcdota. Pero de aneÌcdotas asiÌ estaÌ lleno el surgir de las mareas.
El 31 de agosto, maÌs de un mes despueÌs de la primera asamblea y tras semanas de poleÌmica en todos los medios —muchos intentaban apuntalar el discurso de que el problema era que los profesores, esos vagos, no queriÌan trabajar dos horas maÌs— se celebra la segunda asamblea de profesores, en la sede de CCOO. Era el diÌa antes de que comenzara el curso, ya no quedaba nadie de vacaciones, y la afluencia fue tan masiva que cientos de personas quedaron fuera de la sala, maÌs que pensada para reuniones de este tipo. Como solucioÌn, un grupo haciÌa de mensajero y trasladaba a los que no habiÌan podido entrar y esperaban en la puerta lo que se viviÌa dentro.
Dentro se viviÌa, por cierto, mucha tensioÌn. Hasta el punto que por alliÌ aparecioÌ Jordi EÌvole, el director del programa Salvados de La Sexta y uno de los periodistas que maÌs ha hecho por explicar el descontento ciudadano, y cuando intentoÌ subirse al escenario para grabar un viÌdeo mientras tomaba la palabra, fue recriminado por muchos de los asistentes. En aquel momento, EÌvole todaviÌa no significaba todo lo que hoy significa. “Yo no... vamos, que no sabiÌa quieÌn era el Follonero”, reconoce Cruz, “y aquel no era el momento para el humor, la verdad”.
“Los sindicatos nos han frenado”
Parte de la tensioÌn veniÌa dada por la relacioÌn entre los profesores, organizados en federacioÌn de asambleas, y los sindicatos. La primera acta de la primera asamblea estaÌ redactada con membrete de CCOO; la segunda gran asamblea se organizoÌ en la sede de Comisiones, y la tercera, a mediados de septiembre, en la de UGT. “Pero era una relacioÌn instrumental: esos sindicatos son los uÌnicos que tienen estructura para convocar a todo el mundo a una reunioÌn o a una huelga, y que se enteren los miles de profesores que hay en Madrid”, dice Cruz DiÌez. “Pero muchas veces nos han frenado; hemos intentado convocar cosas para un diÌa determinado y nos deciÌan que no, que ese diÌa no les conveniÌa a ellos porque estaban negociando otras cosas”, explica. Muchas maÌs personas que no merece la pena citar solo para sostener esta afirmacioÌn se lamentan de que los sindicatos tienen mucha culpa de que la marea verde se estancara y que produjera maÌs ruido que conflicto real.
La tercera asamblea en la sede de UGT fue especialmente desagradable. “Yo creiÌa que nos mataÌbamos unos a otros”, recuerda Cruz. Antes de esa asamblea, y ante la previsioÌn de que se quisiera decidir alliÌ la convocatoria de una huelga, los sindicatos mayoritarios pidieron que todos los profesores completaran una encuesta. Eso suponiÌa hacer un refereÌndum a decenas de miles de personas. Fueron diÌas de trabajo coordinado y muy complejo, montanÌas de papel. Los datos empezaron a escrutarse durante la asamblea. “SalioÌ que el 80% estaba a favor de hacer una huelga indefinida todos los martes, mieÌrcoles y jueves hasta que se retiraran las medidas del gobierno regional”, recuerda Cruz DiÌez. “Y en ese momento, los sindicatos nos dicen que, bueno, la encuesta en realidad no estaÌ bien planteada y que habriÌa que hacerla de otra manera”. Aquello sentoÌ mal.
Muchos profesores creen que los sindicatos mayoritarios, UGT, CCOO y tambieÌn el Sindicato de Trabajadores de la EnsenÌanza (STE) vieron que aquella movilizacioÌn les estaba adelantando por la derecha (o por la izquierda) y poniendo en entredicho su liderazgo social. Otros muchos creen que simplemente se estaban dejando arrastrar por agrupaciones maÌs conservadoras como ANPE, mayoritario en colegios concertados, o CSIF, en nombre de la “unidad sindical”.
Mientras tanto, una enorme “Red Verde” de asambleas arraigaba por todos los centros puÌblicos de Madrid, no sin dificultades. El panorama ideoloÌgico dentro de los colegios no era sencillo. Por un lado, una generacioÌn de profesores que participaron en las huelgas de los anÌos 80 y que acabaron muy desenganÌados, muy quemados, muy resentidos, muy distantes, muy hastiados; abandonaron partidos y sindicatos. Por otro, otra generacioÌn de profesores joÌvenes que, como el resto de sus coetaÌneos, se han criado de espaldas a la poliÌtica, impregnados de valores de progreso que ahora se han partido por la mitad. “EstaÌbamos dormidos, anestesiados”, reconoce Cruz.
La poliÌtica piel a piel rompioÌ esas resistencias. “Empezamos a trabajar entre companÌeros, no con nadie que viniera de fuera. Era una relacioÌn entre iguales donde descubriÌas una nueva dimensioÌn de la persona a la que quizaÌ conociÌas hace anÌos”, cuenta Cruz. “Ese amor que se gesta ahiÌ es tan real, tan de verdad, te sientes tan cerca...”. Cruz fue elegida por sus companÌeros como representante de su centro en las asambleas de zona. Y luego junto a otra persona representante de su zona ante la gran asamblea de profesores, en la que con veÌrtigo hablaba en nombre de los companÌeros, padres y alumnos de maÌs de 15 institutos, a los que hay que sumar los colegios de primaria.
Un tuit de Fernando J. LoÌpez, el profesor de Literatura, del domingo 4 de septiembre deciÌa: “El verde ya no es el color de la esperanza, sino de la ilusioÌn por una escuela puÌblica digna y de calidad #mareaverde”; anÌadiÌa un link a su blog, a un texto titulado la “Marea Verde” y que se mueve masivamente en Twitter. Ya hay camiseta, movilizacioÌn, color y formato. La marea, que convocariÌa huelgas, manifestaciones y acciones, primero en Madrid. Luego se fueron contagiando profesores del resto de EspanÌa, que pediÌan camisetas verdes a la plataforma de Vallecas, agotadas cada tanto.
La marea fue amarilla en Catalunya porque el verde ya lo teniÌa el movimiento antidesahucios, maÌs arraigado alliÌ desde el principio. Y porque, como han contado los companÌeros de Catalunya Plural, a finales de septiembre de 2010, David Guerrero, vecino de Badalona y presidente del AMPA de una escuela local, disenÌoÌ una camiseta en la que apareciÌa, sobre un fondo amarillo, el lema “SOS EducacioÌ” despueÌs de que el ayuntamiento suprimiera prestaciones en actividades deportivas o eliminara el uso de un teatro municipal para actividades escolares. “Aquellos recortes nada tienen que ver con los actuales, pero auÌn asiÌ los maestros y las familias de la ciudad decidimos entonces hacer un frente comuÌn para defender la escuela puÌblica”, recordaba Guerrero sobre los inicios de la protomarea, una alianza ineÌdita entre docentes y familias.
“Nada habriÌa sido posible sin Internet”, nos dicen varios profesores de la marea. Ser profesor implica estar mucho tiempo rodeado de gente, pero muy poco rodeado de companÌeros de trabajo. Las horas en comuÌn, en el patio o en la sala comuÌn son escasas, y en Madrid desde la entrada en vigor de la reforma que lo desatoÌ todo, maÌs auÌn. Eso hace que para la marea verde el uso de Internet fuera auÌn maÌs importante. Lo que hay que decirse, a veces es maÌs sencillo decirlo al llegar a casa por correo o chat que a la cara o programando reuniones. “Ahora en el instituto tenemos una lista de correo que nos resulta muy uÌtil para cualquier cosa”, explica Cruz.
Las listas de correo sirven para mantener una conversacioÌn constante y aÌgil entre grupos de personas conocidas, que tienen que tomar decisiones o mantenerse informadas de manera discreta. Existen listas de correo para el profesorado de un centro, pero tambieÌn para unir a representantes de diferentes centros, o una donde estaÌn los padres, los alumnos... Todas surgen por iniciativa propia, no son herramientas oficiales.
Una capa por encima de esas listas de correo estaÌ Facebook, que los profesores han utilizado sobre todo para mantener el contacto con otros profesores, a traveÌs de grupos o paÌginas. Facebook es un buen creador de comunidades basadas en una causa, que va enriquecieÌndose con la participacioÌn de gente que empieza a conocerse e interactuar gracias a ella. Y por uÌltimo estaÌ Twitter, esa jungla ruidosa en la que los maÌs valientes salen a defender su pensamiento frente a lo que pueda venir, a alertar al resto de la sociedad conectada de cualquier novedad que pueda pasar desapercibida, a montar campanÌas de propaganda viral a traveÌs de etiquetas.
Las listas para el trabajo, Facebook para reafirmarse y Twitter para hacer lobby. “Sin Internet, no habriÌamos pasado de una pequenÌa protesta local. No seÌ coÌmo haciÌan esto antes”, dice entre bromas Cruz.
Perder clases o perder derechos
“Yo entiendo que la gente sea esceÌptica y que les cueste creerlo, pero no nos manifestamos por una cuestioÌn laboral”, explica Cruz. “Zapatero ya nos habiÌa bajado el sueldo como funcionarios un 5% y, bueno, no pasoÌ gran cosa. Pero este recorte tocaba a los alumnos, tocaba a la calidad de la ensenÌanza”.
Fernando lo dice con otras palabras: “es la primera vez que nos movilizamos por lo comuÌn y no por lo dispar. No nos movilizamos a traveÌs de un partido o de un sindicato, no defendiÌamos nuestros derechos laborales. Es maÌs, ni siquiera la situacioÌn laboral de muchos de nosotros es para quejarse. Pero siÌ que tenemos una causa superior, un bien puÌblico que une a catedraÌticos universitarios e interinos de secundaria, a padres y alumnos”.
La repolitizacioÌn de los profesores ha sido brutal. “Yo habiÌa ido a manifestaciones antes, claro, pero en mi vida habiÌa hecho algo que ahora hago a menudo: leerme el BOE, el boletiÌn de la Comunidad de Madrid, cualquier artiÌculo informativo o declaracioÌn que afecta a la EducacioÌn puÌblica... Y como yo, mis companÌeros”, dice Cruz. “Ahora sale cualquier cosa, cualquier medida, y la gente se lo imprime, lo manda a sus contactos, lo analiza. Llegas a la sala de profesores y siempre hay gente debatiendo”. A los centros de toda EspanÌa suelen llegar circulares o propuestas del gobierno autonoÌmico. “Antes nos veniÌa alguien y nos deciÌa, oye, que nos han propuesto ser un colegio bilinguÌe... Y la gente respondiÌa ”ay, queÌ bien, vamos a ser bilinguÌes“; que si mandaban una propuesta del ayuntamiento para cualquier actividad, ”ah, pues suena bien“. Y ahora no, ahora estamos todos alerta ante cualquier medida, ahora siempre decimos ”a ver, a ver... a ver que lo miremos, a ver queÌ nos estaÌis intentando colar...“”.
Fernando cuenta que la comunidad educativa “ha despertado de un gran letargo porque nos hemos dado cuenta de que todo lo que teniÌamos y tenemos auÌn es fraÌgil, que para mantenerlo hay que pelearlo. Nos habiÌamos aburguesado”, reconoce. “Pero los centros educativos no son hoy como hace dos anÌos, la marea ha dejado huella. Ahora hay una sensacioÌn de orgullo por ser profesor o alumno de la puÌblica”.
A la ecuacioÌn en defensa de lo puÌblico empezaron a sumarse tambieÌn el personal de primaria e infantil.
Luego, los universitarios. Y tambieÌn los alumnos. Las asambleas dejaron de ser sobre condiciones laborales y empezaron a hablar de la calidad de la educacioÌn como servicio puÌblico. En el centro de la protesta ya no estaban siquiera los interinos que podiÌan ser despedidos, sino el bien comuÌn, cuya destruccioÌn teniÌa consecuencias en muchos planos ademaÌs del laboral.
Las reuniones ya no eran de profesores, sino de centros, de toda la comunidad educativa relacionada con un colegio, con un instituto. “Padres, madres, mayores, hermanos, trabajadores de la escuela puÌblica... Es que si lo piensas, eso es praÌcticamente toda la sociedad, por eso somos una marea”, dice Cruz. En los colegios se haciÌan talleres divulgativos a los que acudiÌan familias completas.
El apoyo de las familias fue crucial, pero no fue instantaÌneo ni constante. Hay una tensioÌn irresoluble: por un lado, las madres y padres saben que para ganar una sociedad mejor para sus hijos tienen que apoyar huelgas como la de los profesores; pero en el corto plazo, sus hijos estaÌn perdiendo clases, y en algunos casos, como los de los alumnos que se preparan para la Selectividad, el tiempo es oro. Sin el apoyo del entorno familiar en las escuelas la marea verde habriÌa sido imposible, y sin eÌl seraÌ imposible que resurja.
En el caso de los alumnos, claro, depende de la edad. La revitalizacioÌn de la vida poliÌtica universitaria estaÌ fuera de duda y es causa y consecuencia retroalimentada del 15M. De la universidad nace el movimiento anti-Bolonia, que en 2008 retoma el espiÌritu criÌtico contra las grandes reformas educativas que permaneciÌa dormido desde el No a la LOU de 2002. De la universidad nace el impulso a V de Vivienda, al que luego volveremos.
En el caso de los chicos y chicas de secundaria, todo es maÌs difuso. “Para muchas cosas son praÌcticamente ninÌos”, dice Cruz. Pero lo que han visto, lo que han vivido, en lo que han participado maÌs o menos activamente, les cambiaraÌ por dentro para siempre. Cruz cuenta la historia de un amigo invisible que organizaron para Navidad. Cada persona de la clase teniÌa que hacer un regalo de maÌximo dos euros a quien le tocara por sorteo. La profe participa. Con doce anÌos, que entre todos los papelitos de companÌeros de clase te toque el de la profesora es una faena, la verdad. Cuando llegoÌ el momento de la entrega, la profesora de ingleÌs que empujaba la marea verde recibioÌ una pancarta hecha con un palo de fregona y una pizarra blanca de rotulador, donde se podiÌa escribir y borrar. Ya veniÌa con una inscripcioÌn: “Un diÌa sin sueldo es duro. Una vida sin derechos es peor”. El regalo emocionoÌ a la profesora: “para eÌl, yo soy una persona que va a luchar por sus derechos. Me ve como un sujeto poliÌtico”. TambieÌn desde que existe la marea, son maÌs frecuentes las pequenÌas protestas de alumnos o la huelga como foÌrmula de presionar ante cualquier disputa, pequenÌa o grande. “Se me ponen de pie al final de la clase y me hacen pancartas. Esas cosas antes no pasaban”.
Fernando tambieÌn percibe un cambio que marcaraÌ la vida de sus alumnos. “Para ellos ha sido un gran aprendizaje ver a la sociedad implicarse en su problema. Han ido a manifestaciones con su familia. Vivir una reivindicacioÌn en familia es algo que no se olvida”.
Mucho sedimento para ser una derrota.
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