Siempre pasa algo desapercibido frente al CO2, pero el metano, el CH4, que expulsa el uso de gas natural, la ganadería y los residuos es una parte importante de la crisis climática. La ONU acaba de poner el foco en este gas de efecto invernadero: hay que recortar su presencia en la atmósfera de manera drástica en solo diez años porque, además, eso “reduciría rápidamente la velocidad de calentamiento del planeta”, según el informe publicado este jueves por el organismo internacional.
El CH4 recalienta la Tierra hasta 86 veces más que el CO2, pero, al mismo tiempo, su mayor efecto se prolonga solo durante un par de décadas frente a los cientos de años que el dióxido de carbono permanece formando una costra gaseosa en la atmósfera. Más de la mitad de las emisiones de metano se producen por actividades humanas de manera que su concentración en el aire se ha duplicado durante la época industrial. El recorte de emisiones necesario calculado por el Panel de Expertos de la ONU es de un 45% para 2030 si se quiere conseguir limitar el calentamiento global a 1,5ºC: unos 180 millones de toneladas anuales.
La advertencia está clara: para conseguir las reducciones necesarias de este gas, “es preciso implementar estrategias específicas para el metano”. Como el CH4 tiene una vida corta, “tomar acciones ahora puede recortar rápidamente su concentración atmosférica lo que redundaría en una rápida reducción del efecto invernadero”.
Así que reducir emisiones es crucial, pero ¿de dónde? El estudio de la ONU explica que hay tres campos fundamentales: los combustibles fósiles, los residuos y el sector agroganadero. Atacar la expulsión de metano “es la mejor palanca” para afrontar el calentamiento global, concluye la ONU que asegura que cumplir con este compuesto limitaría en 0,3ºC la subida de temperatura del planeta ya en 2045.
El gas natural
El campo de los combustibles fósiles (un 32% del metano expulsado) es el que tiene el mayor potencial para conseguir los objetivos de mitigación. El principal foco es el gas natural. “Es relativamente sencillo reducir las emisiones en la cadena de producción y transporte”, analiza el informe.
Lo cierto es que este combustible se ha beneficiado de que, al quemarlo, se emite un 40% menos de CO2 que, por ejemplo, con el carbón. “Es el combustible fósil con menor impacto medioambiental de todos los utilizados”, explica la guía del Ministerio de Transición Ecológica. Pero, con el metano, la cosa cambia.
Las fugas de metano en la cadena de producción y suministro de gas natural hacen que las emisiones finales achacables a este combustible sean mucho mayores de lo que, en principio, se creía: hasta un 60% superiores, según explicó un estudio sobre el sector de los hidrocarburos de EEUU publicado en la revista Science.
La coordinadora de la campaña de gas de Ecologistas en Acción, Sagrario Monedero, explica que el problema del gas natural con el metano “se ha escondido mucho, de manera que ha llegado a venderse como un combustible limpio cuando no es así”. Monedero admite que este gas tiene un papel que desempeñar en la transición ecológica: “Salimos del carbón y hay un periodo de transición que puede cubrirse con gas durante unos años”. Pero critica una “política de hechos consumados que da por sentado que se tiene que utilizar de forma generalizada, por ejemplo, en las ciudades. Un periodo de transición no casa con planes de inversiones a 20 o 30 años cuando tenemos que salirnos del gas cuanto antes”.
El informe de la ONU coincide con este análisis ya que considera que “la expansión de infraestructuras para el gas natural no es compatible con limitar el calentamiento global de la Tierra a 1, 5ºC sin confiar en que habrá un despliegue masivo de tecnologías de captación de carbono todavía sin probar”. El análisis dice que son EEUU y Rusia las zonas del planeta donde más debería atajarse este foco de emisiones, aunque Sagrario Monedero recuerda que “España importa mucho gas natural licuado proveniente del fracking en EEUU”.
La ganadería
Un tercio de las emisiones mundiales de metano de origen humano se producen por la gestión de estiércol y la digestión del ganado. (Los cultivos de arroz producen un 8% añadido). El punto principal está en Latinoamérica y África, localiza la ONU.
Hay menos posibilidades técnicas para atajar esta fuente de gas. El informe señala que puede cambiarse el tipo de alimentación de los animales y seleccionar razas. Sin embargo, una gran cabaña ganadera para satisfacer la creciente demanda de carne conlleva, necesariamente, una gran cantidad de gas metano expulsada por las reses y sus desechos.
Ante estas dificultades “tecnológicas”, el trabajo de la ONU apunta a “un cambio de comportamiento” de la población como la mejor fórmula. Entre esos cambios están: evitar la pérdida y desperdicio de alimentos y virar a dietas “más saludables” con más vegetales y menos carne y lácteos. La idea es poder rebajar la producción, es decir, el volumen de la cabaña mundial. El premio de estas modificaciones no es menor: un ahorro de, entre, 65 y 80 millones de toneladas de metano en las próximas décadas.
Los residuos
Los técnicos de la Coalición por el Clima y el Aire limpio de la ONU indican que en este apartado debe mejorarse el tratamiento y la eliminación de residuos sólidos. Y detalla la “separación, reciclaje y reutilización” en los hogares, la eliminación de vertederos de materia orgánica y desarrollar la recuperación y captación del gas de los vertederos para obtener energía. También aboga por incrementar el tratamiento de aguas residuales.
Precisamente, todo este sector de los residuos es el que tiene que mejorar Europa, según este análisis. En España, casi la mitad de los residuos domésticos siguen acabando en algún vertedero, a pesar de que ya no deben considerarse basura. Queda campo para avanzar y, mientras, el metano sigue saliendo.