Colar los derechos de los animales en la agenda política no es un trabajo fácil, dicen en Pacma. El partido animalista lleva dejándose los cuernos en ello desde 2003, más veces en la sombra informativa que en la luz. Este 26J no ha logrado representación en el Congreso, pero sí puede hacer suyo un mérito constatable en cifras: es la formación que más ha crecido en votos (un 29,2%) desde las últimas elecciones de diciembre. Su porcentaje de apoyo respecto a otros partidos ha crecido un 36% (del 0,87% al 1,19%).
“La sorpresa –dice la socióloga Belén Barreiro– ya la dio en el 20D, cuando aumentó más de un 100% el número de votos respecto a 2011”. En cuatro años pasó de 102.144 papeletas (2011) a 220.369 (2015) en lo que los expertos identifican ahora como una tendencia ascendente “que no va a parar”. “Estas elecciones han reforzado esta hipótesis que, más allá de las urnas, se palpa: igual que hay más conciencia social por el medioambiente, también nos preocupan más los derechos de los animales”, valora Barreiro.
Un grupo de activistas por los derechos de los animales se juntó en 2003 y registró la marca Pacma, que se presentó a las elecciones por primera vez en 2004 como Partido Antitaurino. Solo contaban con candidatos al Senado y cosecharon 64.947 votos. Y hasta hoy, con siete citas electorales –incluyendo las europeas y municipales– a sus espaldas.
Las siglas (Partido Antitaurino Contra el Maltrato Animal), que hoy se mantienen a pesar de que desde 2011 están registrados como Partido Animalista, revelan el germen de la formación, volcada en los inicios exclusivamente en enviar un mensaje antitaurino. “Desde el principio pusimos el foco de protesta en el Toro de la Vega, hace ya más de 10 años, como máximo exponente de las barbaridades contra los animales”, explica Silvia Barquero, presidenta de Pacma desde 2013.
¿La prohibición de dar muerte al toro hace apenas un mes les ha dado un impulso en las urnas? Barquero sí aprecia una relación directa. “Este avance demuestra, a los ciudadanos y a los partidos, que los votos al Pacma son útiles, que generamos movilización social y conseguimos cosas tangibles”, afirma.
¿De dónde vienen los votos?
Para los politólogos, sin embargo, este esquema causa-efecto es “imprudente”. “Estamos en un periodo de altísima convulsión y volatilidad. El aumento con respecto a diciembre no es tan sustancial”, explica Lluis Orriols, que prefiere esperar a las encuestas postelectorales para hacer un análisis más fino: “Habría que ver de dónde proviene ese voto, aunque es cierto que Pacma tiene terreno para ganar teniendo en cuenta la fuga de votos de la izquierda”.
En estas elecciones, el partido –cuyas banderas son el fin de la tauromaquia, el sacrificio cero y la abolición de la caza– ha presentado candidatos en todas las circunscripciones. Y en todas, excepto en Ceuta, han aumentado los apoyos. Incluso en Tordesillas, el municipio donde se celebraba el Toro de la Vega. La formación tuvo conversaciones con Podemos para unirse a la candidatura de confluencia, pero la unión no llegó a buen puerto.
“El hecho de que no se haya dedicado una palabra en campaña electoral a los derechos de los animales nos refuerza en la decisión. Juntarnos significaba de algún modo sacrificar nuestra razón de ser”, dice Barquero, que considera que, de haber confluido, “se habría invisibilizado del todo esta causa, que debería no ser cosa de un solo partido sino trasversal en todos”.
Según los cálculos publicados por eldiario.es, Pacma ha sido la segunda formación más perjudicada por la ley electoral, por detrás de Ciudadanos. Obtuvo más votos que Coalición Canaria y Bildu –ambos con representación parlamentaria– y casi los mismos que PNV, con cinco diputados. Con una circunscripción única, el partido habría obtenido cuatro escaños.
Con todo, se toman los resultados con optimismo y ya miran a las próximas, que previsiblemente y si no hay terceras generales, serán las europeas. “Con estos votos conseguiríamos –dice Barquero– al menos un escaño”.