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Muertes por calor, infecciones o tiempo extremo: ningún país es inmune a los daños en la salud del cambio climático

Raúl Rejón

3 de diciembre de 2020 00:30 h

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Ningún país está a salvo, por rico que sea. Todos padecen los daños sobre la salud de la crisis climática, ya sea por el exceso de calor, las olas de frío o la expansión de enfermedades que provoca la alteración del clima causada por las actividades humanas, como evidencia el quinto informe Countdown de la revista The Lancet publicado este miércoles.

La advertencia se basa en la revisión de 120 investigadores y ofrece datos globales casi apabullantes: ha aumentado un 54% las muertes por calor en personas mayores desde el año 2000. 296.000 personas fallecieron por estas causas en 2018. Los casos de dengue han crecido un 15%. También los de malaria y los causados por bacterias vibrio como el cólera en algunas partes del mundo.

Todos estos patógenos encuentran ahora mejores condiciones para propagarse. La superficie de la Tierra que soporta sequía excesiva se ha doblado. Las lluvias torrenciales, los huracanes y los grandes incendios han obligado a los países a poner en marcha dispositivos específicos para amortiguar su impacto sobre la salud. Y a mayores recursos, mejores dispositivos. Los países empobrecidos padecen cinco veces más pérdidas que los ricos por episodios meteorológicos extremos.

“El cambio climático amenaza la salud global cada vez más y sobrecargará los sistemas sanitarios que no están preparados” concluye el informe, que revisa más de 40 indicadores en cientos de países de todo tipo de rentas. Más allá de las cifras planetarias, España –dentro del grupo de los más ricos– también soporta su parte. Especialmente en forma de temperaturas extremas y nuevas enfermedades.Tampoco se libra de los episodios recurrentes de sequía y precipitaciones torrenciales que provocan inundaciones.

España: mosquitos y altas temperaturas

En los últimos cinco años han muerto en España una media de 1.790 personas por exceso de calor cada verano, según los datos del Instituto de Salud Carlos III. En 2020 han sido 1.880 entre los meses de junio a septiembre. El año pasado fueron 2.103. Tres cuartas partes del exceso de mortalidad por esta causa se producen en personas de más de 74 años. El calor excesivo derivado del calentamiento global ya se ha instalado en España: las olas de calor duran el triple que a finales del siglo XX. El ISCIII explica que la “cultura del calor” que se ha desarrollado para paliar los efectos más perjudiciales de ese incremento de temperaturas ha permitido rebajar la mortalidad en las últimas décadas. En 2003 la cifra había superado los 5.300 fallecimientos.

“Las condiciones creadas por el cambio climático son cada vez más propicias para la transmisión de enfermedades infecciosas”. Así explica el trabajo de estos científicos de más de 30 instituciones cómo está aumentando el riesgo para las personas y la distribución de patologías transmitidas mediante los insectos, la comida y el agua. El documento menciona diversos vectores, pero entre los más destacados está el mosquito Aedes albopictus, el mosquito tigre. Justo la especie que más y mejor está invadiendo España.

Este insecto ha doblado su presencia en cinco años en el territorio. Ha pasado de tener colonizados unos 360 municipios en 2013 a expandirse por 728 gracias a las nuevas condiciones climáticas derivadas del calentamiento global. Este año, el proyecto Mosquito Alert ha duplicado las detecciones de esta especie invasora: ha notificado 1.789 identificaciones frente las 889 de 2019. Las administraciones españolas gastan millones de euros para intentar contener su expansión. Su picadura es capaz de inocular los patógenos del dengue, el zika o el chikungunya.

Así que, a grandes rasgos, el nuevo clima español se ha vuelto un 46% más idóneo para la transmisión del dengue que a mediados del siglo XX.  En 2018 y 2019 se registraron seis casos de transmisión autóctona de la enfermedad en la Región de Murcia, Catalunya y Madrid. El porcentaje del litoral español apto para las infecciones por la bacteria vibrio ha aumentado del 55% en 1982 al 59% en 2015-19, explica The Lancet.

“Las amenazas a la salud humana se están multiplicando e intensificando debido al cambio climático y, a no ser que cambiemos de rumbo, nuestros sistemas sanitarios corren el riesgo de verse desbordados en el futuro”, comenta Ian Hamilton, el director del estudio.

Una pésima inversión económica

Lo que viene a decir este análisis es que casi todo ha ido a peor desde que se iniciaron estas revisiones hace cinco años, al firmarse el Acuerdo de París contra el cambio climático en 2015. “Describimos un mundo cada vez más cálido que afecta a la salud humana directa e indirectamente”.

Y para no limitarse al área sanitaria (o ambiental), The Lancet expone diversos impactos que el daño a la salud conlleva en las economías de los países. “El alto coste en vidas y sufrimiento está asociado a efectos sobre los resultados económicos”, advierte. 302.000 millones de horas de capacidad de trabajo se esfumaron en 2019 por estos motivos.

El incremento constante de las temperaturas globales (sin ir más lejos este miércoles se ha sabido que 2020 será seguro uno de los tres años más cálidos registrados) perjudica al sector agrario y con ello a la seguridad alimentaria de las personas. El calor ascendente junto al aumento de los episodios extremos de lluvia o granizo han hecho declinar la productividad de los cultivos principales. El trigo y el maíz, por ejemplo, maduran antes en España. Demasiado pronto, de hecho, por lo que estas plantas crecen durante menos tiempo que el promedio entre 1980 y 2010.  

Si se monetizara la carga de la mortalidad por exceso de calor en el mundo, el cálculo pasaría de ser el 0,23% del producto interior bruto mundial en el año 2000 al 0,37% en 2018. Los peor parados son los estados europeos, cuyos costes por este impacto sobre la salud de sus ciudadanos equivalieron a los ingresos medios de 11 millones de europeos y el 1,2% del PIB continental. El cambio climático se ha revelado una pésima inversión.

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