Sonaba 'Bailando', de Enrique Iglesias. Las 'Dreamcheers', animadoras habituales en el Palau Blaugrana, estaban terminando su actuación en el Bizkaia Arena durante el partido que enfrentó a República Dominicana y Nueva Zelanda cuando el 'speaker', Carlos Olías de Lima, cerró su intervención con un desafortunado “¡Quién pudiera pasar una noche con ellas!”. Este comentario le ha costado el despido al locutor del Bilbao Basket que hasta el miércoles –el día en que le comunicaron su salida– había prestado su voz a los partidos del Mundial de Baloncesto.
Ha sido la última, pero no la única polémica que rodea el papel de las mujeres en el deporte. Durante la XII Edición del Suances Cup, un torneo de balonmano playa, 20 equipos de los 21 femeninos que participaban fueron informados de que su equipación no era la adecuada. Las jugadoras vestían pantalón y camiseta, y no braga y top como exige la European Handball Federation (EHF) desde 2010.
La norma obliga a que el uniforme de las chicas “deje el estómago al aire” y lleve una braga cuya “parte más ancha no supere los 10 centímetros”. Los jugadores, sin embargo, están autorizados para llevar un pantalón holgado y más largo. La polémica levantó a profesionales del deporte y también a las federaciones. “¿Por qué las chicas tienen que vestir ajustadas? Vamos a hacer deporte, no a exhibir nuestros cuerpos”, se pregunta la presidenta de la asociación Mulleres Deportistas Galegas.
Ella misma puso una queja a la organización del campeonato de fútbol playa, celebrado en Canarias en el mes de julio, por la intervención en los descansos de cinco chicas que bailaban en bikini. “Lo comenté. Pregunté por qué no participaban también hombres y me respondieron que era lo que vendía, que se trataba de unas bailarinas contratadas por una marca publicitaria como forma de reclamo”, explica Neira. “El año pasado –asegura– un grupo de azafatas, también en traje de baño, nos repartían melón y sandía”.
Es una imagen habitual, casi natural, normalizada en el imaginario colectivo. Mujeres bellas que, como trofeo, entregan las medallas a los ciclistas que alcanzan el podio, modelos que sujetan los paraguas en los campeonatos de motociclismo y fórmula uno o bailarinas que animan los intermedios de los partidos. “Las mujeres guapas y esbeltas son utilizadas como elemento de atracción. Sus cuerpos se cosifican, se emplean como mercancía”, denuncia María José López, experta en Derecho del Deporte que representa a decenas de deportistas.
“El mundo del deporte –apunta– es un reducto muy acusado de machismo donde los tópicos están muy presentes. O bien la mujer tiene el rol de elemento ornamental o bien se la tilda de marimacho cuando responde a un aspecto físico (atlético, musculado) que no se relaciona con la feminidad más tradicional. Y no hay más”. Y añade: “Las mujeres en el deporte no tienen identidad propia, participan de ese mundo de manera todavía muy tangencial”.
La dicotomía que plantea López se perpetúa en el tiempo y se transmite de generación en generación en un escenario de puro anquilosamiento de los roles de género. “En mi día a día asisto perpleja a auténticas faltas de respeto a las mujeres que se dedican al deporte. En partidos de fútbol femenino he escuchado a padres diciendo a sus hijos: ”Mira, pero si saben jugar“. También en la tele, los niños y niñas ven las carreras y advierten del papel que tienen las mujeres en todo ese espectáculo. Por pura repetición lo asumen como natural”, señala la abogada. “Por eso –sentencia– en estos temas, bromas las justas”.
En una entrevista en Onda Vasca, el 'speaker' del Bilbao Basket pidió disculpas por el “desafortunado comunicado”.“No pretendía ofender a nadie. Me arrepiento y lo siento si he podido herir la sensibilidad de cualquier mujer u hombre”, dijo Olías de Lima en antena. Por decisión de la FIBA, el locutor no volverá a participar en ninguno de los encuentros de la Copa del Mundo de Basket.