Un paso para atrás. El Instrumentum Laboris de la segunda parte del Sínodo de la Sinodalidad, que se celebrará en octubre próximo, orilla la mayor parte de las reivindicaciones de los sectores progresistas en la Iglesia (sacerdocio femenino, celibato opcional, pastoral LGTBI...), que no se debatirán entre los padres (y madres) sinodales.
Roma ha preferido alargar el proceso sinodal ocho meses más, hasta junio de 2025, para incluir las “importantes cuestiones teológicas” que puede derivar el análisis de las diez comisiones sobre estos y otros. Con todo, en un guiño a la reforma, Francisco ha creado diez comisiones que abordarán en concreto cada uno de los temas relevantes, y plantearán al Papa posibles soluciones, aunque fuera del proceso sinodal.
Y eso a pesar de que la minoría conservadora en el Vaticano ya había conseguido bloquear estos debates más progresistas, pero polémicos, en 2023 y dar una patada adelante para que se discutieran este año. No será finalmente así.
Aspectos, como el futuro de los seminarios, la transparencia económica, el “grito de los pobres”, el ecumenismo o los abusos sexuales, y que podrían tener cabida en el documento final que escribirá Francisco y que sí tendrá carácter magisterial: esto es, pasaría a formar parte de la doctrina de la Iglesia.
El Instrumentum Laboris y las distintas comisiones han sido recibidas con sensaciones encontradas, entre quienes esperaban poder debatir en abierto los temas más polémicos y los que entienden que se trataría de una jugada del Papa argentino para poder aprobar temas que sería imposible abordar con seriedad en el aula sinodal, donde la presencia de curiales sigue siendo mayoritaria, por más que, por primera vez en la historia, este Sínodo ha incluido a laicos y mujeres, con voz y voto. “La última decisión siempre será del Papa”, argumenta, a elDiario.es, un relevante colaborador de Bergoglio, reclamando “calma y sentido de la estrategia y de la unidad”.
Lo que sí aparecerá en los debates públicos del Sínodo es una mayor presencia de la mujer en cargos orgánicos dentro del aparato curial. Sin embargo, todo parece indicar que, al menos de cara al exterior, Francisco ha optado por que la reflexión esté dirigida a la misma “sinodalidad”, es decir, a la “unidad en la diversidad” de la Iglesia católica.
De hecho, tal y como se apunta en el documento hecho público este martes, Francisco quiere dar más tiempo dadas “las múltiples e importantes cuestiones teológicas (...) no exentas de repercusiones jurídicas y pastorales” que han ido surgiendo en las reuniones.
“Esas cuestiones, por su naturaleza, exigen ser afrontadas con un espíritu más profundo. Dispongo que se asigne a grupos específicos para que se proceda a un examen adecuado”, ha ordenado por carta el pontífice al secretario del Sínodo, el cardenal Mario Grech. “Los grupos de estudio ofrecerán un primer informe de su actividad en la segunda sesión del Sínodo (el próximo octubre) y, posiblemente, terminarán su mandato antes de junio de 2025”, zanja el Papa en la misiva.
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