La industria pesquera mundial no para de crecer. La tendencia se refuerza año a año y, en ese camino, está llevando a un buen número de caladeros al límite. El ritmo de la producción mundial ha hecho que el 30% de los recursos pesqueros estén sobrexplotados. Y en cerca de otros dos tercios (el 58%), se ha alcanzado el máximo que las especies pueden ofrecer antes de colapsarse, según el último análisis de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
El recuento por países de la FAO suma 81,5 millones de toneladas extraídas del mar en 2014. Medio millón de toneladas por encima del año anterior. A eso hay que sumarle los 11 millones pescados en aguas continentales y otros 73 millones de piscifactorías. En cinco años, aunque la FAO califica el nivel de capturas como “estable”, siempre ha ido un poco hacia arriba: un 2,2%, que se traduce en dos millones de toneladas de pescado más. Muchos ejemplares.
Con esa cifra, un 58% de las especies que buscan las flotas pesqueras están copadas. Pescadas al 100% de su capacidad para reproducirse y prosperar antes de entrar en crisis. Pero, además, el 28% de las variedades están directamente “sobrepescadas”.
España está dentro del grupo de los 20 mayores productores mundiales registrado por la FAO. En 2014 reportó 1,1 millones de toneladas capturadas lo que le coloca en el segundo puesto entre los europeos, solo por detrás de Noruega. De hecho, el volumen ha crecido a un ritmo medio de un 22% desde 2003.
“El estado de los recursos no ha mejorado en general a pesar del progreso en algunas áreas”, explican desde la FAO. La inercia que recoge su informe es que 13 de los 25 mayores productores apretaron su ritmo pesquero y sacaron más de 100.000 toneladas de pescado por encima de sus anteriores registros (China se fue a 800.000 toneladas de crecimiento).
Especies codiciadas
Solo diez especies acumulan un cuarto de la producción global. Son objetivos muy codiciados como las anchoas o el bacalao. Cuatro grupos de animales especialmente valorados como los atunes, las gambas, las langostas y los cefalópodos han visto cómo las pesquerías han forzado el ritmo.
El boom de los atunes llevó a los busques a sacar del agua 7,7 millones de toneladas en 2014. Un récord histórico. El hambre de calamares ha resultado en una explosión de capturas de especies que crecen rápido y viven poco “especialmente vulnerables a los cambios medioambientales”. ¿Un nombre? El calamar gigante del Pacífico (Dosidicus gigas).
Aunque la esquilmación del mar se ha acelerado especialmente en el Índico, no hay que navegar tan lejos desde Europa para encontrar casos preocupantes. De hecho, la FAO ha señalado que la situación en el Mediterráneo y el Mar Negro “es especialmente alarmante” por el descenso constatado de recursos que nadan en esas aguas. La sobrepesca en esas áreas ha llegado al 60%. Las palabras exactas de la organización son: “Pesca en niveles insostenibles”.
Raúl García, responsable de Pesca en WWF, recuerda que las grandes cifras pueden camuflar circunstancias “en los que se está llegando al límite de la sostenibilidad”. García explica que los caladeros que están en el “máximo de producción ” necesitan una gestión realmente sostenible para que no pasen ese límite. “Ahí reside gran parte del problema: la gobernanza de los países en los que están los bancos”. Y pone el ejemplo del atún de aleta amarilla que ha pasado de la zona verde “de máxima producción” a la roja de “sobrepesca” de golpe. “Y todo el mundo pesquero sabía que iba a ocurrir pero no se ha evitado”. Según su visión, “la lucha contra la sobrepesca todavía no ha tenido mucho impacto en los océanos”.
¿Dónde va el pescado?
A los países industrializados. Aunque el consumo de pescado en zonas en desarrollo ha crecido mucho, las cifras muestran aún una diferencia muy grande: el primer mundo consume de media 28 kilos de pescado por persona y año (los hay que alcanzan los 100 kilos. España está en los 26). Los países en vías de desarrollo tienen una media de 13 kilos en el mejor de los casos. Y de apenas 7,5 los estados más pobres. El pescado viaja a Europa, Norteamérica y Japón. Y llega desde lejos ya que sus recursos (estancados o en decadencia) no bastan para satisfacer la demanda constante de la población.