Dos semanas después de la alerta internacional por una concentración de hepatitis grave en niños de Reino Unido con un origen desconocido, España no ha encontrado un aumento de estos casos en menores respecto a lo que se ha visto otros años. Así lo confirma el último informe elaborado por el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), que sitúa en 18 el número medio de diagnósticos registrados entre 2016 y 2020. Los casos reportados hasta ahora en España son 13 y entrarían, por tanto, dentro de lo esperado, según el Ministerio de Sanidad. Uno de ellos ha necesitado un trasplante hepático.
Sin embargo, los hepatólogos piden más tiempo para sacar conclusiones. “De momento no hay más casos que otros años pero es prematuro, han pasado pocos días desde el inicio de la alerta”, analiza Juan Turnes, jefe de servicio de aparato digestivo del Complejo Hospitalario Universitario de Pontevedra y ex secretario de la Sociedad Española para el Estudio del Hígado.
Marina Berenguer, del hospital La Fe de Valencia, explica que “siempre hay casos de hepatitis aguda de causa no identificada, hígados sanos a los que de repente se les empiezan a morir las células”, en cuyo origen puede haber muchas causas. La también investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Hepáticas y Digestivas sostiene que con los datos actuales en España no hay “nada nuevo”. “Aunque debemos cogerlos con pinzas, hay que esperar un poco más”, añade.
Entra dentro de lo previsible que afloren más casos, según las expertas consultadas, porque la alerta lanzada por la Organización Mundial de la Salud y el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades insta a la búsqueda activa de casos nuevos, pero también retrospectiva, desde enero de 2022.
Los últimos datos de la OMS elevan a 169 los pacientes detectados en el mundo, entre ellos un fallecido. Están distribuidos por 11 países, con una concentración muy clara en el Reino Unido, donde se han reportado 114, y España como segundo país con más incidencia, seguido de Israel (12 casos), Estados Unidos (9), Dinamarca (6), Irlanda (5); Holanda e Italia (4); Noruega, Francia y Rumanía (2) y Bélgica (1). De todos ellos, 17 han necesitado un trasplante de hígado por la gravedad del cuadro clínico.
El rompecabezas para los médicos es el origen de la enfermedad. De momento no se ha localizado una causa común ni un vínculo entre los casos. Y puede que no se localice porque no la haya dado que se deba a varios factores.
La hipótesis que adquiere más fuerza, también para el Ministerio de Sanidad, es que la hepatitis esté causada por un adenovirus, unos patógenos muy comunes que en adultos pasan muchas veces desapercibidos y en niños son la causa más frecuente de las gastroenteritis víricas. En menores inmunodeprimidos, puede causar hepatitis graves pero no todos los pacientes identificados tienen ese perfil, recuerda Turnes. Así que lo que genera inquietud es que un virus que genera síntomas leves o muy leves esté provocando inflamaciones agudas del hígado. “Si bien el adenovirus es actualmente una hipótesis como la causa subyacente, no explica completamente la gravedad del cuadro clínico”, dice la OMS.
En el Congreso Europeo de Microbiología y Enfermedades Infecciosas, que se celebra estos días en Lisboa, se ha abierto el abanico a varias posibilidades. Una es que el adenovirus está impactando más a los niños por la falta de exposición por la mascarilla y otras medidas de prevención en los dos últimos años. “Parece bastante claro que hay una mayor circulación de virus coincidiendo con el levantamiento de las mascarillas en algunos países. Lo que hay que ver es si efectivamente la hepatitis tiene una causa vírica, puede estar relacionado en el tiempo pero no ser la causante”, precisa el hepatólogo del hospital de Pontevedra.
Estas averiguaciones son complejas porque, al ser un virus endémico, si está circulando más de lo habitual “podría ser un hallazgo casual”, dice Turnes. “No sabemos cuál es la prevalencia actual en la población general de adenovirus”, apuntaba en su cuenta de Twitter en este sentido la viróloga Muge Cevik, de la universidad escocesa de St. Andrews. El adenovirus se ha detectado en al menos 74 casos, según la OMS: “Si bien es una hipótesis posible, se están realizando investigaciones para determinar el agente causal”. En 18 de ellos, se ha localizado un tipo concreto, el 41.
También se está indagando en la hipótesis de que se trate de coinfecciones, incluido el SARS-CoV-2, aunque tampoco hay datos concluyentes. Una veintena de casos habían sido positivos en coronavirus. Entre las múltiples afectaciones que puede causar el SARS-CoV-2 está la subida de las transaminasas, apunta Berenguer. Otra posible causa, que no se descarta, es un tóxico alimentario o de origen ambiental. La relación con la vacuna frente al SARS-CoV-2 está prácticamente desechada.
El listado de posibilidades no acaba aquí: podría ser un nuevo patógeno que diera lugar a un nuevo tipo de hepatitis. “Eso sería más peliagudo”, analiza la hepatóloga del hospital de La Fe. Para Turnes, sin embargo, “lo peor es no saber a qué se debe”. Los expertos tampoco cierran la puerta a que se trate de una nueva variante de adenovirus, concretamente, o incluso del SARS-CoV-2.
El punto clave en las semanas que vienen es demostrar la correlación mediante un análisis exhaustivo de cada caso que ya están realizando los países. “Normalmente con una serie de pruebas se identifica el origen del 90% de las hepatitis pero en estos pacientes no es así, así que hay que hacer análisis mucho más detallados”, señala Berenguer. Si en las biopsias se identifica adenovirus, por ejemplo, la relación no dejaría lugar a dudas, según las expertas consultadas. A los hepatólogos les extraña también la dispersión de pacientes, es decir, que no haya lo que llaman “clústeres”.
De momento, los síntomas están identificados. La mayoría presenta ictericia (piel amarilla), una clara señal de alarma. También vómitos, dolor abdominal, letargo, diarrea, náuseas, fiebre, síntomas respiratorios, sarpullido, conjuntivitis o heces con sangre.
5 de abril, el origen
El Reino Unido informó el 5 de abril de que hospitales escoceses habían detectado una decena de casos de “hepatitis aguda grave de origen desconocido” en niños de entre 11 meses y cinco años de edad. La cifra superaba lo esperable en todo un año. En cuestión de días, los pacientes identificados eran de 74.
Ese gran crecimiento en poco tiempo motivó la alerta de la OMS y del ECDC. Tras ella, los países comenzaron una búsqueda activa de casos, también de manera retrospectiva desde enero y se les instó a notificar aquellos que no encajaran con los virus conocidos (de la A a la E) u otras causas identificadas, como enfermedades autoinmunes o intoxicaciones.
¿Los datos de Reino Unido hablan de una situación más grave en este territorio? “Puede ser un efecto del sistema de vigilancia, que es especialmente bueno. Nos llevan dos semanas de adelanto en la notificación”, expresa Turnes, que augura que una vez definido el criterio para encontrar casos, surgirán algunos más. “Parece raro decir esto, pero cuanto más casos haya, más información tendremos y llegaremos antes a una conclusión”, zanja el hepatólogo.