El presidente de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, el cardenal Di Nardo, emitió esta madrugada un comunicado en el que responde a la programada carta-denuncia de Carlo Maria Viganò, ex nuncio en el país y al que Francisco quitó hace un mes la púrpura, en un gesto inédito en la Iglesia desde hace casi un siglo. En esa misiva, Viganò solicitó la dimisión del Papa por haber encubierto los abusos sexuales del ex cardenal Theodore McCarrick.
En su comunicado, Di Nardo anuncia que presentará en breve al Papa su propuesta de una visita apostólica a la Iglesia de EEUU, similar a la que Francisco ordenó para frenar los abusos en Chile. Sobre la carta de Viganò, apunta que “las preguntas planteadas merecen respuestas que sean concluyentes y basadas en pruebas”. “Sin esas respuestas, las personas inocentes pueden estar contaminadas por acusaciones falsas y los culpables pueden volver a repetir los pecados del pasado”, añade.
Una campaña del entorno de Trump y Salvini
Las acusaciones de Viganò, que tienen detrás al mismo lobby ultracatólico que financió buena parte de la campaña electoral de Donald Trump, y que en Italia defiende las políticas anti-inmigración de Salvini, se van desinflando sin necesidad de que Francisco – como anunció en el vuelo papal – tenga necesidad de decir una sola palabra.
Además de Di Nardo, varios cardenales estadounidenses han desmentido tajantemente el contenido del 'Yo acuso' de Viganò. Uno de los principales afectados es el cardenal de Washington, Donald Wuerl, de quien el ex nuncio asegura que informó en persona de las sanciones que Benedicto XVI habría impuesto sobre McCarrick y de las que nadie tiene constancia. Y que, como demostró eldiario.es, jamás se cumplieron ya que el ex cardenal siguió celebrando misas en público, incluso con el propio Ratzinger.
En un comunicado, la Archidiócesis de Washington desmiente con rotundidad a Viganò, afirmando que éste “nunca proporcionó al cardenal Wuerl ninguna información sobre el alegado documento del papa Benedicto XVI [predecesor del papa actual] acerca de unas directivas de Roma sobre el (ex)arzobispo McCarrick”.
La diócesis también subrayó que Viganò no tiene “ninguna prueba verificable” contra él. Asimismo explicó que nadie se ha presentado nunca ante el arzobispo como víctima de los abusos de McCarrick.
Otros de los purpurados atacados por los sectores ultracatólicos de Estados Unidos es el cardenal de Newark, Joseph Tobin. En su carta, Viganò se refirió a él como uno de los “protegidos” de McCarrick. En su respuesta, Tobin mostró su “conmoción, tristeza y consternación” ante las acusaciones, de las que dijo, “no se puede entender que contribuyan a la curación de los sobrevivientes de abuso sexual”. “Junto con el papa Francisco estamos confiados en que el análisis de las acusaciones ayudará a establecer la verdad”, subrayó el cardenal de Newark.
Un ataque “vergonzoso”
Por otro lado, la Iglesia latinoamericana, reunida este fin de semana en Medellín para celebrar los 50 años de un congreso que proclamó la Teología de la Liberación en el continente, mostró su apoyo al Papa “por su servicio abnegado a la Iglesia y por su testimonio”, lamentando que Bergoglio está siendo atacado “de una manera vergonzosa”.
“El pontificado de Francisco está cargado de espinas y sacrificios fortalecido con el bálsamo de la gracia”, destacó el cardenal de Bogotá y presidente de CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano), Rubén Salazar, quien denunció que los ultracatólicos “si en el pasado atacaban a la institución, hoy atacan a la persona”.