Los casos de coronavirus no dejan de crecer en España. Según el último balance publicado este lunes por el Ministerio de Sanidad, la cifra de positivos diagnosticados en la última semana supera ya los 12.000 y multiplica por casi siete la de hace un mes. Si el 27 de junio, seis días después de la entrada en la 'nueva normalidad', se acumulaban 1.862 casos semanales, ahora nos situamos en 12.829, tras un mes de julio que ha seguido una curva claramente ascendente, sobre todo a partir de su segunda semana. En este contexto, Reino Unido ha decretado cuarentenas obligatorias para aquellos viajeros que regresen de España, una decisión que resultado un mazazo para los destinos turísticos.
La directora adjunta del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), María José Sierra, admitía el pasado jueves que podríamos estar ya en una segunda ola de coronavirus, si bien restaba importancia a la denominación que se le dé a este momento concreto para defender que hay que centrarse en un control de los brotes. También Fernando Simón se refería este lunes al “cierto nivel de transmisión” que hay “en todas las comunidades”, aunque incidía: “no es igual en todos los territorios”. En todas las comunidades y en una treintena de provincias los casos suben, pero no de la misma forma. El virus “no va a ser homogéneo en la situación actual ni en lo que queda de epidemia”, ha explicado el epidemiólogo, previendo que “es muy posible que los brotes se muevan y vayan cambiando”, por ejemplo, en función de los lugares en los que comiencen las campañas de recogida de frutas y hortalizas en las próximas semanas. En todo caso, ha descartado que España pueda estar ya inmersa en una segunda oleada, entendida como una “transmisión descontrolada” del virus.
Como ocurre desde el principio, la epidemia avanza a diferentes velocidades en nuestro país. La que “más preocupación” genera al Ministerio de Sanidad es la situación de Catalunya y Aragón, donde hay transmisión comunitaria del virus. Es decir, los sistemas de detección y rastreo no son capaces de identificar y unir a todos los contagios, muchos a partir de brotes entre temporeros, en cadenas controladas. De hecho, del total de casos diagnosticados en los últimos siete días, más de la mitad, el 62%, proceden de estos dos territorios, en los que se han impuesto restricciones. Incluso el presidente de la Generalitat, Quim Torra, ha advertido de un nuevo confinamiento en diez días si no se revierte esa “situación crítica”.
Catalunya y Aragón son, junto a Navarra y País Vasco, las cuatro comunidades en las que más han escalado los casos positivos en el último mes. En Navarra está especialmente puesta la atención ahora, tras haber pasado de los 11 casos por cada 100.000 habitantes en la semana del 21 al 27 de junio a los 93,3 de esta última. Para atajar la situación, el Servicio Navarro de Salud ha reforzado con un centenar de profesionales el sistema de rastreo de casos, clave para mantener la situación controlada y que, tal y como admitió la Generalitat, su debilidad en el caso catalán fue uno de los motivos por los que el virus se expandió en Lleida. Por su parte, el País Vasco también registra acusadas subidas, aunque no supera los 50 casos por cada 100.000 habitantes de las otras tres autonomías: pasa de 2,6 a 38,1 diagnósticos.
La situación en algunas zonas, sobre todo Catalunya y Aragón, explica Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, es “preocupante” y en ellas “no se puede seguir permitiendo más transmisión”. Por eso, considera que los cierres perimetrales impuestos en Lleida o A Mariña (Lugo) pueden ser una opción, pues “se han revelado útiles”. En Lugo, por ejemplo, los casos están bajando ligeramente y en Lleida la incidencia sigue siendo muy alta, pero se ha ralentizado el ascenso.
Por eso, el experto coincide con Simón y considera “fundamental” no diluir el análisis en el dato global de contagios y apuesta por hilar fino para entender lo que está pasando y las “diferentes realidades epidemiológicas” a las que se enfrenta España, que se encuentra entre una decena de países europeos que están experimentando ascensos tras desescalar. “No tenemos una situación en la que el país esté inmerso de forma homogénea en un nuevo ciclo porque no es lo mismo la situación de transmisión comunitaria sostenida de Aragón o Catalunya que los aumentos de casos asociados a brotes concretos y controlados”, explica López-Acuña.
Milagros García Barbero, exdirectiva de salud de la OMS, explica que actualmente, junto al escenario “descontrolado” de Catalunya y Aragón y “preocupante” de Navarra hay al menos otros dos: uno intermedio con territorios en los que hay focos que implican un aumento de los positivos, algunos más acusados que otros. En este grupo estarían La Rioja, Madrid, la Comunidad Valenciana o Murcia, donde Lorca y Mazarrón amenazan con seguir la estela de Totana e imponer la fase 1 si no se logran frenar los brotes. En todas estas comunidades la transmisión ha aumentado, pero la cifra de contagios por cada 100.000 habitantes se mantiene por debajo de 20 en estos momentos. Y se da una tercera categoría en la que estarían aquellas zonas que tienen “muy pocos casos” o registran “aumentos muy leves y localizados”.
Distintas realidades, pero “en el mismo bote”
El Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ofrece también cifras de la incidencia del coronavirus por provincias a partir de los casos notificados a la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE) y lo hace por fecha de inicio de síntomas o la de diagnostico para los casos asintomáticos. De nuevo, casi una treintena de provincias ascienden en número de positivos en los últimos 14 días en comparación con los 14 previos, pero a diferente marcha. La incidencia se ha multiplicado de forma muy acusada en Barcelona, donde hay casi 4.000 casos nuevos del 6 al 19 de julio, y en Zaragoza, con alrededor de 1.500. También Girona, Gipuzkoa, Bizkaia, Almería, Murcia, Valencia o Badajoz registran aumentos, aunque más débiles, mientras que un gran número de provincias cuenta con muy pocos casos semanales actualmente.
En este contexto heterogéneo, para el epidemiólogo Fernando Rodríguez Artalejo, director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), una de las claves es adaptar las políticas de salud pública de precisión (lo que en medicina es ver qué fármacos son más eficaces y generan menos efectos secundarios a cada paciente concreto). “La política de salud pública en España no puede ser tan de brocha gorda”, es decir, que debe adaptarse a la realidad de cada territorio. Un ejemplo sería la falta de fineza de la cuarentena impuesta por Inglaterra para cualquier viajero que vuelva de España, sin importar el territorio, a pesar de las grandes diferencias entre ellos a efectos epidemiológicos. Del lado contrario, considera un buen ejemplo de salud pública de precisión el cierre de lugares de ocio nocturno, o la posibilidad de que las personas mayores puedan salir a andar de producirse nuevos confinamientos.
Afirma que no es fácil explicar por qué España puede ir más rápido que otros países en cuanto a los rebrotes según algunas estadísticas (menciona la posibilidad de que Francia o Reino Unido hayan entrado más tarde en la llamada “nueva normalidad”). Pero sí destaca que ya están caracterizados los fenómenos que están favoreciendo los contagios: el foco potencial que “nadie supo ver” de los temporeros y “dos tipos de fenómenos muy mediterráneos”: grandes celebraciones familiares y los lugares de ocio con jóvenes. De acuerdo con los datos de Sanidad, el 70% de los brotes son pequeños y la mayoría se dan en estos ámbitos: entre trabajadores del campo, en reuniones y en el ocio nocturno.
Los expertos inciden en que las diferentes velocidades no pueden implicar un “relajamiento” de las medidas de protección, sino que hay que intensificarlas junto al refuerzo de los sistemas de detección precoz y rastreo de contactos. “No podemos olvidarnos de que hay movilidad y de que estamos todo el país en el mismo bote”, ilustra López-Acuña. Para García Barbero, es “clave” no perder de vista lo que está ocurriendo en los territorios con transmisión comunitaria, dónde “estamos viendo qué ocurre cuando no se controlan los brotes. El virus sigue aquí”, zanja la experta.
Cifras no comparables con marzo
En todo caso, las actuales cifras no pueden compararse con las de marzo porque entonces el sistema de vigilancia era mucho menos exhaustivo y la notificación no era igual. Solo se detectaban los casos más graves, pero ahora la mayoría se identifican con el rastreo de los positivos, lo que se traduce en que en torno al 60% de los casos sean asintomáticos o presintomáticos –han sido diagnosticados antes de desarrollarlos– y a un descenso de la edad media. En principio, esto hace que la presión asistencial en hospitales no sea tan elevada, pero los expertos avisan de que mantener las cadenas de transmisión puede conducir a esa situación. Los hospitalizados, de hecho, están aumentando y ya alcanzan la peor cifra desde mayo.
En el último mes han subido los análisis PCR realizados, y han pasado a una tasa de 92,29 por mil habitantes el pasado 23 de julio desde los 73,68 del pasado 25 de junio. Sin embargo, es indudable que el virus se está expandiendo y el aumento de casos no se debe solo a que se hacen más pruebas diagnósticas, sino que se detectan más positivos por prueba realizada. En este sentido, los datos disponibles de Sanidad revelan que el porcentaje de positivos de las PCR realizadas en Atención Primaria y hospitales ha pasado del 1,7% y 1,2% respectivamente del 9 de julio al 7,5% y 3,6% del pasado 22.