Con el fin del estado de alarma en la medianoche del sábado, la vida nocturna regresó a las calles. Pero no de cualquier forma. Los botellones y las aglomeraciones que se vivieron en algunos puntos de las principales ciudades de España han abierto un debate para evitar que se repitan. “Hacer botellón en la Comunidad de Madrid no es libertad”, criticó el alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida, para justo después arremeter contra el Gobierno por levantar el estado de alarma.
A pesar de que Madrid y otras regiones como Andalucía consideraron excesivos los plazos del estado de alarma en octubre, ahora critican al Ejecutivo por dejarles sin herramientas para contener la COVID-19 y rechazan solicitarlas a un tribunal –en particular el toque de queda y los cierres de las fronteras comunitarias–. “Los indicadores epidemiológicos nos permiten levantar el estado de alarma y animar a que las comunidades ejerzan sus competencias sin restringir los derechos fundamentales”, ha dicho este martes la portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, tras el Consejo de Ministros.
Mientras algunos discuten si estado de alarma sí o no, los últimos en sumarse al debate han sido los empresarios del ocio nocturno, que han visto una oportunidad para exigir al Gobierno que les permita reabrir en condiciones de “nueva normalidad”. La mayoría de los locales del país llevan cerrados desde julio del año pasado y solo en algunas regiones se les ha permitido operar en horario de hostelería e incluso servir comidas. La última concesión ha llegado de la mano de Andalucía, única comunidad donde las discotecas y pubs pueden abrir hasta las 2:00 de la madrugada desde el sábado pasado, dos horas más que los bares y restaurantes.
En Madrid, Ciudadanos se ha sumado al PP andaluz en su apoyo al ocio nocturno y aboga por una reapertura “controlada y segura” para combatir “los botellones y las fiestas que se dan en la calle”. La Federación Nacional de Empresarios de Ocio y Espectáculos también ha emitido una nota en la que se proponen como alternativa “segura” a “las lamentables imágenes que hemos visto este fin de semana de macrobotellones y fiestas sin control” y ante la “clara necesidad de los ciudadanos de recuperar la vida social”.
“No se puede pasar del estado de alarma a que las discotecas estén abiertas hasta las 2 o las 3 de la mañana. Hay medidas intermedias para avanzar de manera paulatina”, ha zanjado Montero. Unas palabras que no han sentado del todo bien al gremio. “O se recupera el toque de queda durante las próximas dos semanas, hasta que se complete la vacunación de los mayores de 60 años, o es urgente abrir los locales de ocio que permitan un espacio de socialización reglado y controlado”, defiende el presidente de la Federación España de Noche, Ramón Mas.
No se puede pasar del estado de alarma a que las discotecas estén abiertas hasta las 2 o las 3 de la mañana. Hay medidas intermedias para avanzar de manera paulatina
Según el estudio Impacto del Coronavirus en el Ocio Nocturno y los Espectáculos, casi 5.000 locales, el 30% del total, no han sido capaces de retomar el vuelo durante este año y han cerrado de forma definitiva. Además, el sector ha perdido 16.800 millones de facturación. Los portavoces han ofrecido en este tiempo diversos planes sectoriales, casi siempre tumbados por las autoridades, para “abrir con las máximas garantías y que los jóvenes tengan la oportunidad de tener ocio seguro”. Aplicaciones móviles, fiestas de tarde, venta anticipada de entradas, pistas de baile con mascarillas o pruebas de antígenos para acceder a la discoteca han sido algunas de ellas.
De momento, Catalunya ha accedido a hacer una prueba piloto con test de antígenos en cinco discotecas –del estilo de la del concierto sin distancias– para considerar su reapertura. “La alternativa a que estemos cerrados es lo que vemos en las calles”, argumenta Mas. “La gente está cansada mentalmente, quiere disfrutar y hay que darle una alternativa”.
“Lo que ocurrió el sábado estuvo provocado por la sensación de hito histórico, pero creo que fue puntual”, defiende por su parte Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “No creo que los siguientes fines de semana se repitan esas explosiones, pero, en cualquier caso, moverlas hacia un ocio nocturno estilo discoteca es quizás lo peor que se puede hacer”, sostiene. El epidemiólogo presentó hace unas semanas un informe basado en 20 estudios sobre la influencia de los interiores de la hostelería en la transmisión de la COVID-19.
La literatura científica es “consistente” al señalar el papel “central” de la socialización en los contagios del SARS-CoV-2 cuando ocurre en lugares cerrados y mal ventilados, recoge ese estudio. Además, las discotecas son “espacios donde es muy difícil mantener las medidas de seguridad”, asegura Gullón.
Los empresarios de la noche han redactado un detallado protocolo para el interior de sus locales, con medidas como tomar la temperatura a la entrada, perimetrar las pistas de baile y permitir su entrada con mascarilla y sin consumición, controlar el aforo por mesas o reforzar los sistemas de ventilación. Aun así, los epidemiólogos se muestran escépticos por “la propia actividad y el propio perfil de la gente que va buscando un ocio que hace mucho tiempo que no tiene”.
Durante estos últimos meses, la policía ha intervenido en aproximadamente medio millar de fiestas ilegales cada fin de semana. Muchas de ellas se celebran en locales cerrados sin permiso, sin aforos, sin distancias y sin mascarillas. Sin embargo, las escenas de descontrol no son únicamente clandestinas, como quedó patente en el vídeo de un tardeo en el Teatro Barceló, famosa discoteca de Madrid que supuestamente solo tenía permiso para sentar a la gente en mesas de seis personas como máximo y ofrecer bebidas. Las imágenes mostraban a decenas de jóvenes en masa cantando y bailando en la pista de baile, muchos de ellos sin mascarilla.
“En un sector tan amplio, hay de todo”, resuelve únicamente Ramón Mas. “Lo que sí pedimos a las comunidades es que la responsabilidad sea individual y, si multan, que sea a ellos, no a mí”, pide, amparándose en lo que ocurre en la calle o las playas. Respecto a expulsar a quien infrinja las normas sanitarias, el portavoz de los empresarios nocturnos dice que “se les echará”, pero “teniendo claros los motivos, porque no somos un reformatorio ni una cárcel”.
Repensar un ocio nocturno basado en el alcohol
Pedro Gullón asegura que no busca establecer una “dicotomía”, sino apuntar qué espacios conllevan mayor o menor riesgo. “Incluso si el ocio nocturno cumpliese todas las medidas de seguridad, se trataría de un sitio de riesgo alto”, afirma el miembro de la SEE. Respecto a lo de compararse con el resto de la hostelería, Gullón cree que era un “debate superado” y que ambas industrias conocen sus puntos en común y sus muchas diferencias.
“Estamos a tiempo, sobre todo ahora que se acerca el buen tiempo, de ofrecer alternativas que sean en espacios exteriores, como festivales con aforos limitados. Ahora que tenemos un mayor conocimiento del virus, las instituciones deben apostar por opciones organizadas de ocio y en las que participe la industria nocturna que se haya visto más perjudicada”, apuesta el experto.
Estamos a tiempo, sobre todo ahora que se acerca el buen tiempo, de ofrecer alternativas que sean en espacios exteriores, como festivales con aforos limitados.
Idurre Lazcano, pedagoga y doctora en Ocio y Desarrollo Humano, cree que “el ocio nocturno es un tiempo en el que los jóvenes se han ocultado siempre de la mirada del adulto y donde ahora se encuentran en el ojo del huracán”. “Si las restricciones cada vez son mayores y van a estar más vigilados, a nivel institucional, mediático y policial, se van a ir descolgando de la propuesta de las discotecas”, prevé la experta.
En varios artículos, Lazcano analiza cómo el tiempo de distensión se ha obviado de la educación de la infancia, adolescencia y juventud, cuando “a lo largo de la vida se dedica, en horas, más tiempo al ocio que al trabajo”. Ese espacio ha sido copado por las empresas turísticas y especializadas en el ocio nocturno, lo que resulta “un problema y lo estamos visibilizando ahora, pero no solo por el virus, sino por otros riesgos como la violencia, el consumo de alcohol o los accidentes”.
En representación de su sector, Ramón Mas insiste en que el ocio nocturno puede aportar a la labor “divulgativa” sobre el consumo de alcohol responsable en España. “Por eso incido tanto en la pista de baile”, afirma, “para no darle a los jóvenes solo la opción de ir a beber, sino de disfrutar de la música y de bailar”. El también encargado de varias discotecas en Barcelona, concluye: “Una cosa está clara: en 13 meses que hemos estado cerrados, nosotros no hemos sido los responsables de los contagios”.