Paolo Vasile, el emperador romano de la televisión en España
El arquitecto de la mayor historia de éxito de una televisión en las dos últimas décadas en España. Un adicto obsesivo al 'micromanagement' capaz de intervenir hasta para ordenar un pequeño cambio en un decorado. Un italiano de derechas, pero que no tiene más ideología que la cuenta de resultados. Paolo Vasile, nacido en Roma hace 69 años, pondrá fin en febrero a una carrera de más de veinte años en España al frente de Mediaset que ha sido esencial para entender la evolución de la televisión generalista en España.
El modelo televisivo de Telecinco no empezó con Vasile, su consejero delegado desde 1999, pero fue él quien lo llevó a las últimas consecuencias. En sus últimas entrevistas, afirma que la empresa ha ganado con él al mando 3.500 millones de euros en dos décadas. La cifra puede parecer gigantesca, y lo es, pero no es extraña teniendo en cuenta que ha sido bastante habitual que los beneficios netos superaran los doscientos millones anuales. Nunca tuvo pérdidas y siempre ganó más que Antena 3.
Vasile ha tenido clara la razón de ese éxito económico: “No existe la buena o la mala televisión. Existe la televisión que la gente ve y la que no ve”. Él es quien ha decidido la televisión que la gente podía ver, al menos en sus cadenas.
La televisión no puede ser el medio de comunicación y de entretenimiento más influyente, y por tanto más rentable, y negar a los espectadores y los medios de comunicación el derecho a opinar sobre lo que ofrece la pantalla. Eso es algo que Vasile nunca ha encajado muy bien.
Durante años, se asoció a Telecinco con el concepto de “telebasura” por los 'realities' y otros programas que se alimentaban de ellos en un círculo virtuoso o vicioso, en función de a quién se pregunte. Los contenidos vulgares basados en una improvisación controlada provocaban indignación en muchos espectadores y demandas judiciales en algunos casos.
Vasile nunca aceptó la premisa. Estaba convencido de que las audiencias altas le absolvían de cualquier exceso. “Es falso que Telecinco haga televisión basura”, dijo a El Mundo en una entrevista en 2009. “Es un argumento capcioso que se remonta al Pleistoceno, a la etapa de las mamá chicho. No puedo pensar que el público de Telecinco es coprófago, que come basura. Come lo que le gusta”.
Era difícil aburrirse con las pocas entrevistas que ha concedido Vasile. No hay muchos directivos empresariales que utilicen la palabra 'coprófago' en sus respuestas.
La llegada de 'Gran Hermano' a Telecinco en abril del año 2000 cambió la televisión que se hacía en España. Las audiencias fueron arrolladoras: nueve millones de personas vieron la gala final de la primera temporada con un share del 70%. La media de sus dieciséis galas fue del 51% con 7,7 millones de telespectadores.
Un grupo de jóvenes aislados en una casa llena de cámaras se convertía en protagonista de un pequeño zoo en el que supuestamente cualquier cosa podía pasar. Los espectadores tenían reservado el rol de mirones desde sus hogares. Todo estaba preparado. La palabra 'guionizar' apareció por primera vez en todos los artículos de los medios –el diccionario de la RAE la incorporó en 2014 en su 23º edición del diccionario– para explicar las tripas de su laboratorio: elegir los personajes, provocar reacciones entre ellos y crear tramas que engancharan a la audiencia.
“Lo repetiremos hasta que la gente diga basta”, dijo Vasile en 2012. Cuando en otros países desapareció o era comprado por canales con una audiencia marginal, seguía aguantando en España después de haber generado toda una serie de programas de telerrealidad con distintos éxitos de audiencia. Hasta que en 2017 tuvo un final vergonzoso.
La productora se vio obligada a denunciar en un cuartel de la Guardia Civil un caso de presuntos abusos sexuales cometidos por un participante sobre una mujer que estaba bajo los efectos del alcohol. El juicio aún no se ha celebrado.
Gran Hermano era el buque insignia de la cadena en el sentido más literal. A su estela, navegaban toda una serie de buques que eran los demás programas de Telecinco. 'Realities' como ese eran el motor de toda la programación impulsada por Vasile. Es lo que se dio en llamar la “centrifugación de los contenidos”, en expresión de una persona que ha conocido al consejero delegado desde hace años. “Se trataba de crear personajes casi de la nada. A raíz de una preselección en esos programas, eliges a los que crees que tienen futuro en la televisión. O los mezclas más adelante con personajes potentes o famosos, como por ejemplo Isabel Pantoja”, explica.
Vasile y un equipo muy reducido de directivos elegían cada temporada “un contenido fuerte” que se iba a rentabilizar a lo largo del día en otros programas, como 'Sálvame', que jugaban el papel del campo de batalla con polémicas reales o ficticias. Las peleas eran memorables. Los protagonistas de esas tertulias se amenazaban a gritos, como si fueran enemigos a muerte. Se producían escenas que si un testigo las presenciara en un bar, llamaría a la policía o saldría corriendo del local.
El resultado caminaba en los límites de lo permisible, un concepto siempre subjetivo. Lo que para algunos era simple entretenimiento, para otros era una vulgaridad intolerable. Le preguntaron a Vasile por qué no había programas como 'Sálvame' en otros países. “Porque nadie tiene las pelotas que tenemos nosotros para hacerlo”, respondió en 2016.
En su relación con los gobiernos, Vasile no necesitó hacer tantos alardes de testosterona. Sólo le interesaba la política española si le tocaba el bolsillo. Hay que señalar que durante los primeros años de su gestión la responsabilidad de los informativos recaía en el Grupo Vocento, socio de Mediaset en la empresa. En la época de José María Aznar, Telecinco era la cadena televisiva con contenidos más críticos con el Gobierno, como se vio en la crisis del 'Prestige' y la invasión de Irak. Eso cambió cuando Vasile decidió reducir los contenidos de política en los informativos a partir de 2006.
Fue con José Luis Rodríguez Zapatero cuando el enfrentamiento fue más personal. En 2005, Vasile arremetió contra el presidente en una entrevista en la que dijo que permitir que Canal Plus emitiera en abierto “sería como un golpe de Estado”. No quería un nuevo competidor en la televisión generalista. Zapatero terminó enviando a Italia a su secretario de Estado de Comunicación para reclamar al entonces primer ministro, Silvio Berlusconi, el cese del responsable de Telecinco.
Quien conociera a Berlusconi y su larga relación personal con Vasile sabía que eso no iba a pasar. Lo que sí ocurrió fue que Vasile redujo el volumen de sus críticas públicas. Seguro que el gran jefe le dijo que eso podía ser malo para el negocio.
Cuatro años después, Zapatero concedió a las dos grandes corporaciones televisivas de España, Mediaset y Atresmedia, el mayor regalo que hayan recibido nunca: el fin de la publicidad en TVE. En 2009, se calculó que eso liberaría unos 500 millones de euros de inversión publicitaria en favor de las televisiones privadas. Y eso que unos meses antes Vasile había dicho que no pretendía que la publicidad en TVE se redujera de golpe a cero, sino que de momento se conformaba con “eliminar la publicidad en La 2 y pasar a cinco o seis minutos (de anuncios por hora) en La 1”.
La salida de Vasile de Mediaset se ha precipitado en los últimos días con la noticia de que la empresa iba a prescindir de sus servicios. Su fórmula televisiva daba síntomas de agotamiento. Antena 3 superó a Telecinco en las audiencias en noviembre de 2021 y ha mantenido su liderazgo desde entonces. No así en los resultados económicos, donde Telecinco seguirá ganando más dinero.
El consejero delegado ha negado que se trate de un despido, porque de hecho ya habían hablado de que abandonara el puesto en 2020, cuando la decisión se pospuso a causa de la pandemia. Para respaldar su versión, ha presentado sus cuarenta años de relación con Silvio Berlusconi. “La gente pensará que la familia Berlusconi no tiene corazón. Pero incluso si se presenta Jesucristo con un kaláshnikov no me habrían echado, porque tienen principios y saben que no sería justo”, dijo a El País. Prefiere pensar que se trata de una “venganza”.
Ha sido un intento de cambiar la versión del despido y sugerir que la noticia de su salida no ha procedido de Italia, sino de España.
Borja Prado es el presidente de Telecinco desde abril y se va a hacer con los mandos de la gestión. Es un empresario muy conectado con Italia, ya que fue presidente de Endesa durante diez años cuando la compañía era propiedad de la italiana Enel.
Siempre se dice que en la televisión no hay nada eterno. Los programas de éxito terminan aburriendo a su público. Las costumbres de la audiencia cambian y la competencia es mucho mayor que antes. Vasile ha estirado su eternidad hasta el límite en su empeño por dar a los espectadores la televisión que él cree que deben ver.
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