Cada año en España se cazan entre 12 y 13 millones de aves. Patos, perdices, codornices, zorzales engrosan cada temporada, a cientos de miles, las estadísticas cinegéticas. La normativa europea incluye algo más de 100 aves cazables en la UE. El 40% de ellas ya presentan un estado preocupante, por lo que la ley obliga a establecer si la caza es compatible, respeta el principio de uso razonable y no pone en peligro su conservación. 13 variedades de este club en riesgo son trofeo de caza en España.
La lista de “estado inseguro” en la jerga europea, ya ha sido revisada por el grupo de expertos europeos en las directivas de Aves y Hábitats e incluye aves tan codiciadas por el sector cinegético hispano como la perdiz roja (2,4 millones de piezas abatidas en 2018) y la codorniz (un millón). También seis variedades de acuáticas –221.000 piezas– calificadas, en principio, como cazables: la agachadiza común, el ánade rabudo, la cerceta común, la focha, el porrón común y el porrón moñudo (alguna variedad puede no estar autorizada en una comunidad autónoma en virtud de sus competencias).
El documento de análisis del grupo recuerda que la directiva europea de Aves indica que “las especies en un estatus no seguro no deberían cazarse a menos que la caza forme parte de un plan de gestión apropiado que también incluya conservación del hábitat y otras medidas para ralentizar y revertir el descenso”.
Además del grupo de las acuáticas, la perdiz roja o la codorniz, en la lista europea están incluidas como en estado desfavorable otras variedades reconocidas como cinegéticas en España: la avefría (11.000 piezas anuales según los datos del Gobierno), el estornino pinto, el zorzal alirrojo (todas las variedades de zorzal suman más de 4 millones de capturas al año en los anuarios de caza del Ministerio de Agricultura) y la más célebre tórtola europea.
Precisamente la falta de protección de esta última ave en España ha acarreado un expediente de sanción por parte de la Comisión Europea y, tras años de evolución, ha desembocado en una moratoria este 2021 en todas las comunidades autónomas: no se cazará ninguna tórtola, aunque siga siendo especie cinegética.
De hecho, la tórtola ha servido de ejemplo de cómo evolucionan las cosas en la Unión Europea. Con ese antecedente, el sector cinegético ya ha activado sus alarmas: no están de acuerdo con la línea de actuación de la Comisión Europea. Aunque la evaluación de especies es un paso muy previo a cualquier medida concreta, la Federación Española de Caza ha “exigido una respuesta firme” al Ministerio de Agricultura. También han considerado que el comité europeo se ha centrado “exclusivamente en limitar la caza y no en implementar mejoras del hábitat”. La federación ha considerado que incluir la perdiz en la lista es “un nuevo ataque de Europa que pretende acabar con la caza” de esta especie.
La perdiz roja aumentó su nivel de peligro en diciembre de 2020 al ser catalogada como especie “casi amenazada” por la Unión internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La pérdida de hábitat, el uso intensivo de fitosanitarios y pesticidas agrícolas y la hibridación amenazan a la especie. Su delicado estado en España ha hecho que se generalice la cría en cautividad y suelta de ejemplares para alimentar los cotos de caza. En 2018 se soltaron más de dos millones de perdices. El problema, apuntan las investigaciones, es que la perdiz criada se hibrida con variedades domésticas adaptadas a la cautividad y luego, en el campo, anulan las características silvestres de la roja autóctona.
En el caso de la codorniz, la Sociedad Española de Ornitología ha calculado que su población en la península ibérica ha decaído un 74% en los últimos 20 años. A su juicio, vive una situación similar a la perdiz roja: la pérdida de sus ecosistemas, el cambio climático y la gestión cinegética inadecuada como “la media veda o la hibridación por la suelta de codornices japonesas u otras variedades” inciden en su declive.
Estudios para cada variedad
Vista la cantidad de especies que no están bien y “la limitación de recursos”, la Comisión Europea contempla, según sus documentos, elaborar un primer grupo de aves más urgente cuyo índice de prioridad a nivel europeo sea “7, 8 o superior”. La perdiz roja aparece con un índice de 8. La codorniz, que es migratoria, está en un 3. Avefrías y ánade rabudo presentan un índice de 10 y el porrón moñudo un 7. Para este grupo, los técnicos piden que se haga un estudio que responda, entre otras cuestiones, a si la caza juega un papel crítico en la supervivencia de la especie.
En los casos en los que la “extracción por la caza”, es decir, abatir ejemplares, no pudiera excluirse como elemento crucial que debe abordarse para la supervivencia de esa ave, el plan propuesto pide diseñar un modelo de “caza adaptativa”. Habría que establecer, entonces, si existe una tasa de caza sostenible y cuál sería. “Solo las cuotas de caza sostenible que conduzcan a la recuperación de las poblaciones serían consideradas”. Y añade: “En el resto de los casos, se necesitaría una cuota-cero hasta que pudiera establecerse esa tasa”. El remate llega al expresarse que, hasta que se desarrollen esos planes, el principio de precaución pediría asegurar una cuota cero: ningún ejemplar cazado.
A estas posibles medidas les queda mucho camino por delante. De entrada, en la presentación de las conclusiones técnicas a los estados miembros, se acordó que el siguiente paso sería elegir el grupo de aves más prioritaria para iniciar los informes sobre esas variedades.