El cambio climático reduce hasta un 15% los caladeros de pesca españoles al calentar el agua del mar
El calentamiento de los océanos ya está provocando una disminución en las capturas de pescado y marisco en todo el mundo. Esta es la principal conclusión de un estudio publicado en la revista Science sobre la influencia del cambio climático en la producción pesquera.
“No estamos hablando de cambios hipotéticos en el futuro”, advierte uno de los autores del estudio, el profesor de la Universidad Estatal de Nueva Jersey, Malin Pinsky. “Nos hemos quedado atónitos al descubrir que los caladeros de todo el mundo ya han respondido al calentamiento del océano”. Además, los investigadores señalan varias regiones en las que las pérdidas debidas a las variaciones climáticas son superiores al 15%, entre las que se encuentran la costa ibérica y el golfo de Vizcaya.
El hecho de que el cambio climático estuviera afectando a los hábitats de muchas especies de marinas era algo conocido. Sin embargo, no existen muchos estudios que hayan analizado si estos cambios ya estaban afectando a la producción pesquera. En este sentido, el secretario general de la Comisión de Pesca del Atlántico Nordeste, Darius Campbell, advertía hace unos días en un evento de la Comisión Internacional para la Exploración del Mar sobre la necesidad disponer de este tipo de datos.
“En el pasado, puede que hayamos buscado asesoramiento en lo que se consideraba un entorno bastante estable, pero las cosas parecen estar cambiando con bastante rapidez en la actualidad y el cambio climático va a ser una gran influencia en los próximos 20, 30, 40 años”, aseguró Campbell.
Sin embargo, según los resultados del nuevo estudio el impacto no llegará en el futuro, sino que ya se está produciendo. “Los resultados indican que el rendimiento máximo sostenible de las poblaciones evaluadas disminuyó en un 4,1% entre 1930 y 2010, con cinco ecorregiones que experimentaron pérdidas del 15 al 35%”, concluyen los investigadores. Entre las regiones con mayores pérdidas destacan el Mar del Japón (con una disminución del 34,7%), el Mar del Norte (34,6%), (19,2%), la Corriente de Kuroshio (17,4%) la costa ibérica y el golfo de Vizcaya (15,2%). Estas dos últimas afectan directamente a España.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores han analizado los cambios en la productividad pesquera debidos a los cambios de temperatura en 235 poblaciones de 124 especies marinas de 38 regiones diferentes, lo que representa aproximadamente el 33% de las capturas globales realizadas durante el periodo analizado.
Efectos inmediatos y adelantados
El nuevo estudio ofrece unos resultados que adelantan algunas de las previsiones que varios organismos internacionales habían realizado sobre las pérdidas de cara al futuro. El pasado año, un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) advertía de que el cambio climático provocaría “cambios significativos en la disponibilidad y el comercio de productos pesqueros, con consecuencias geopolíticas y económicas potencialmente importantes” y sugerían una disminución del las capturas de entre el 2,8% y 12,1% para 2050, según diferentes escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global.
Además, la FAO señalaba que los impactos serían mucho mayores a escala regional y apuntaba especialmente a los trópicos, una región que no ha sido analizada en el nuevo estudio. Sobre las diferencias regionales detectadas, los autores de la investigación señalan que hasta 19 de las poblaciones analizadas han respondido de “manera significativamente negativa” al calentamiento de los océanos (con pérdidas medias de un 8%), pero otras 9 lo han hecho de “manera significativamente positiva” (con ganancias de un 4%), centrándose las mayores ganancias en las regiones de Terranova y Labrador (Canadá), el Mar Báltico, el Océano Índico y el noreste de la plataforma de EEUU.
“Sin embargo”, advierte el autor principal del estudio, el profesor de la Universidad Rutgers, Olaf Jensen, “las poblaciones de peces solo pueden tolerar hasta cierto punto el calentamiento”, con lo que “muchas de las especies que se han beneficiado de este calentamiento hasta ahora probablemente empezarán a retroceder a medida que las temperaturas continúen subiendo”.
Respecto a la situación de los trópicos, los investigadores señalan que “se necesitan estudios específicos de cada región para comprender mejor los impactos del calentamiento en pesquerías importantes pero mal descritas, especialmente las de los países tropicales en desarrollo”, ya que “estas regiones dependen en gran medida de la pesca costera como fuente de alimentos y medios de subsistencia”.
La sobrepesca ha agravado el problema
El informe de la FAO también recordaba que las estimaciones sobre el impacto del cambio climático “solo reflejan cambios en la capacidad de los océanos para producir peces y no tienen en cuenta las decisiones de gestión” sobre los caladeros, que en muchas regiones están sometidos a una elevada presión pesquera y señalaba a Pakistán, Irak, Marruecos y España “como países que actualmente se enfrentan a grandes tensiones y que se prevé que en el futuro serán aún mayores”.
Los autores del estudio también han analizado la relación entre la sobrepesca, que ha puesto a muchas especies marinas bajo una presión extrema, y el cambio climático. “La sobrepesca ha reducido la resistencia de las poblaciones al cambio climático”, afirman los investigadores, y, a su vez, “el cambio climático obstaculiza los esfuerzos para reconstruir las poblaciones sobreexplotadas”. El mar más sobreprescado del mundo es el Mediterráneo.
En otro artículo publicado en la misma revista, la investigadora de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth, Éva Plagányi, ha alabado el estudio y ha recordado que la gestión de los caladeros debe ir orientada a prácticas más sostenibles. Sin embargo, insiste en que “es necesario realizar esfuerzos a nivel mundial para reducir el aumento de la temperatura media mundial a no más de 2°C”, de no hacerlo, advierte, “se pondrá en riesgo la integridad de los sistemas ecológicos marinos y terrestres y, por ende, de nuestros suministros de alimentos”.