La población afectada por niveles ilegales de ozono crece un 40% en cinco años
La población española afectada por concentraciones ilegales del contaminante ozono troposférico (O3) ha crecido un 40% en cinco años. Ha pasado de nueve a 12,8 millones de personas, según las mediciones oficiales recopiladas por Ecologistas en Acción.
El ozono troposférico es un gas con potente efecto oxidante perjudicial para la salud. Es el mismo compuesto químico que en la atmósfera protege de los rayos ultravioleta pero en la capa más cercana a la corteza tiene efectos negativos. No sale directamente de tubos de escape o chimeneas, sino que resulta de la acción de los rayos del sol sobre otros gases nocivos como el dióxido de nitrógeno. “Necesita la luz solar”, explica la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA). Ecologistas en Acción no duda en relacionar el cambio climático con la proliferación de este tóxico en el aire.
Desde luego, el último informe de la EEA sobre calidad del aire en Europa publicado este mes (con datos de 2015) subraya en su apartado sobre ozono que “el año 2015 fue, de media, el más cálido en Europa con una serie de olas de calor entre mayo y septiembre que contribuyeron a diversos episodios de ozono troposférico intenso”. De hecho, la Organización Meteorológica Mundial confirmó que el quinquenio 2011-2015 ha sido el más cálido jamás registrado.
Picos europeos durante el verano
El análisis del organismo europeo explica que durante el verano se dan “los picos de ozono troposférico causados por las emisiones de origen antropogénico (como los óxidos de nitrógeno) al estar ligados fuertemente a las condiciones meteorológicas y favorecidos por los episodios de calor y altas temperaturas”. Sin ir más lejos: la Agencia Estatal de Meteorología ha contabilizado tres olas de calor en España este verano pasado que resultó de “carácter muy cálido, con una temperatura media de 24,7º C, valor que queda 1,6º C por encima de la media de esta estación”. Es el segundo con una temperatura promedio más alta desde 1965, solo por detrás de 2003. La primavera ocupó el primer lugar en el registro histórico español.
En ese sentido, la EEA repite que “la contaminación atmosférica y el cambio climático están interconectados ya que diferentes gases contaminantes tienen, además, efecto invernadero con impacto potencial en el calentamiento global y el cambio climático a corto plazo”. Es decir, los gases que se transforman en ozono nocivo fuerzan también el calentamiento que multiplica esa transformación mediante la radiación solar.
Así que el territorio de España donde se han detectado concentraciones que rebasan lo permitido por la ley supone un 30% de la superficie española: 155.000 km. En 2014 eran unos 114.000. Ese nivel legal viene marcado por la normativa de la Unión Europea: 120 microgramos por metro cúbico detectado en un periodo de ocho horas.
Los registros climatológicos más recientes refuerzan esta relación. 2016 fue declarado como el de mayor temperatura media del planeta. Y las mediciones de 2017 lo colocan como el segundo más cálido, según la Organización Mundial Meteorológica.
La OMS es más estricta
Con todo, los límites de la Unión Europea son más permisivos que los de la la Organización Mundial de la Salud. La OMS rebaja ese umbral de protección máximo a 100 microgramos. Con ese dato, la población afectada en España se iría a casi los 40 millones (más del 80%).
La agencia medioambiental advierte de que este tóxico es un problema especialmente para los países del sur de Europa “que marcan las mayores concentraciones del continente en los meses de verano”. Hasta 1.600 muertes prematuras en España son achacadas por este organismo al O y sus complicaciones respiratorias. Solo Italia y Alemania presentan un número absoluto más abultado.
Según el mapa de las estaciones medidoras, Ecologistas en Acción establece que las zonas más perjudicadas están en la Comunidad de Madrid, Extremadura, el interior de Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Región de Murcia y algunas zonas de Castilla-La Mancha y Andalucía. Aunque normalmente son las áreas rurales y periféricas de las ciudades donde más se concentra el ozono, los niveles en urbes como Madrid también han aumentado.
La ONG analiza que “por su extensión y afección a la población, la contaminación por ozono troposférico sigue siendo el mayor problema de calidad del aire”.