Las reformas emprendidas por el Papa Francisco en la Iglesia católica continúan topándose con múltiples adversarios. En ocasiones logran que algunos avances en defensa de colectivos históricamente discriminados puedan verse frenados por las presiones de los grupos más ultraconservadores, que ven en Bergoglio un riesgo para su cuota de poder en el interior de la Curia vaticana.
Esto es lo que ha sucedido con el caso de Toni Reis y su marido, David Harrad, que el pasado abril bautizaron a sus tres hijos en la catedral de Curitiba (Brasil), en una ceremonia presidida por el obispo de Paraná, José Antonio Peruzzo. Reis, católico practicante, envió una carta al Papa Francisco, contándole su experiencia de tres décadas de convivencia con su pareja, y la decisión de adoptar a tres niños de una favela de Río de Janeiro. En julio, llegó la respuesta.
“El Papa Francisco les desea felicidades, invocando para su familia la abundancia de las gracias divinas, para que vivan constante y fielmente la condición de cristianos”. Este fue el texto oficial del Vaticano, enviado por monseñor Paolo Borgia, asesor de la Secretaría de Estado, acompañado de una fotografía firmada por el propio Bergoglio.
La carta fue interpretada como un nuevo impulso hacia el reconocimiento eclesial de las personas LGBTI por parte de un Papa que ha sido el primero en la historia en afirmar, sobre las uniones entre personas del mismo sexo, que “si una persona es gay y busca al Señor, ¿quién soy yo para juzgarlo?”. El año pasado apuntaba que, según el catecismo de la Iglesia, los homosexuales “no deben ser discriminados, sino respetados y acompañados en el plano pastoral”.
“No esperábamos una respuesta. Recibir una carta del Vaticano con sello, fotografía autografiada del Papa ¡es la gloria!”, dijo Reis en entrevista con la agencia France Press, recordando cómo en su carta, él y su esposo David (quien se confiesa anglicano) pedían la bendición para sus tres hijos, Alyson, Jessica y Filipe, a quienes adoptaron en 2012 y 2014.
Sin embargo, y tras las quejas de los grupos más ultraconservadores de Italia y Brasil, la viceportavoz de la Santa Sede, Paloma García Ovejero, afirmó en una nota a varias agencias que la bendición papal era “una respuesta muy general”, en la que no se entraba en las circunstancias personales de la pareja.
“Es falso que se trate de una respuesta a la pareja. Primero, porque la carta viene dirigida solamente al remitente y de forma genérica. Segundo, porque en ningún momento hace mención a cuestiones particulares”, subrayó García Ovejero, quien admitió que “en el texto se hace una referencia a una bendición a la familia del destinatario”, aunque matizó que “en portugués esta expresión tiene un sentido amplio, como sinónimo de 'todos los suyos'”.
El último eslabón de la pugna en el Vaticano
Las presiones recibidas provienen de sectores ultraconservadores de la Iglesia católica de Estados Unidos y Latinoamérica, especialmente activos tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, hasta el punto de considerar al líder republicano el principal valedor de la auténtica “tradición cristiana”, frente a los impulsos “rupturistas” que achacan al Papa Francisco.
Se trata de una curiosa alianza entre grupos integristas evangélicos, muy numerosos entre los supremacistas y los negacionistas del cambio climático, y los sectores más conservadores de la Iglesia católica, que cuentan con el cardenal norteamericano Raymond Burke –uno de los cuatro principales opositores a Bergoglio– como máximo líder. Se trata de uno de los colectivos que apoyaron con mayor fuerza la llegada de Trump a la presidencia.
Las críticas ante la bendición de Francisco al matrimonio homosexual tras el bautizo de sus hijos son sólo el último eslabón en una escalada opositora, que en los últimos meses se ha visibilizado en las famosas “dubia” –cuestiones dirigidas al Papa para que explique determinados asuntos– de los cuatro cardenales por el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, y en las presiones para evitar la aprobación de la ley del aborto en países como Chile.
Dicha actitud ha sido duramente criticada por el órgano oficial de la Compañía de Jesús, la revista La Civiltà Cattolica. Lo ha hecho en un artículo coescrito por Antonio Spadaro S.J., responsable de la publicación, y Marcelo Figueroa, pastor protestante argentino, amigo de Bergoglio, titulado Fundamentalismo evangélico e integrismo católico. Un ecumenismo sorprendente. En él denunciaban la “visión xenófoba e islamofóbica que quiere muros y deportaciones purificadoras” de estos sectores, caracterizados por “el ecumenismo del odio”, que contrasta con “el ecumenismo del Papa Francisco, que se mueve bajo el impulso de la inclusión, la paz, el encuentro y los puentes”.
“Nos trata como una familia”
En respuesta a la nota vaticana, Toni Reis quiso dejar claro que “en ningún momento” se intentó ocultar su sexualidad “ni al Papa ni a la Santa Sede”. “El Vaticano nos envió la carta con el mensaje de Francisco en respuesta a una que escribimos nosotros, en la que le aclaramos en la primera línea que éramos una pareja homoafectiva. Lo más digno es que en esa carta el mensaje del Papa nos trata como una familia”, señaló Reis, uno de los principales líderes de las comunidades católicas LGBT de Brasil.
Para Reis, resulta indudable que la carta vaticana “significa un gesto de amor, un indicador de evolución en una institución que va dejando atrás siglos de oscurantismo”. Para la pareja, la decisión de bautizar a sus tres hijos como católicos no hubiera sido posible sin la llegada de Francisco al Papado. “No hubiera hecho esto con el Papa Benedicto XVI. Respeto la opinión de los conservadores pero admiro las posiciones pastorales y políticas de Francisco”, concluyó Reis.