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El Gobierno usará el 1% Cultural para blindar las principales catedrales españolas amenazadas por el terrorismo

La Sagrada Familia. El templo de Gaudí, símbolo de Barcelona, era uno de los objetivos de los yihadistas que el pasado 17 de agosto golpearon Las Ramblas y Cambrils. Un templo en obras, cuya seguridad dejaba mucho que desear, como sucede con la mayor parte de las catedrales españolas. Ahora el Estado está en proceso de blindar los principales templos españoles, especialmente los más frecuentados por el turismo, para evitar ataques terroristas.

Un proceso costoso y que, en su mayor parte, está siendo sufragado desde el 1% Cultural destinado a las catedrales, así como con aportaciones de particulares, como donación a la Iglesia. Muchos millones personas visitan cada año, estos templos. El 1% Cultural proviene de la obligación de destinar en los contratos de obras públicas una partida de al menos ese porcentaje a trabajos de conservación o enriquecimiento del Patrimonio Cultural Español.

El Vaticano, un fortín inexpugnable 

Y es que, al menos simbólicamente, la Iglesia católica es uno de los objetivos de ISIS. En varias ocasiones, los yihadistas han amenazado directamente con entrar en el Vaticano y asesinar al Papa Francisco. Roma es, hoy por hoy, un lugar inexpugnable. Pero no sucede lo mismo con otros templos, como demuestran recientes ataques en Nôtre Dame de París o en la basílica del Pilar de Zaragoza.

El pasado 3 de enero, la Sagrada Familia presentaba su nuevo sistema de seguridad, consensuado entre los responsables del templo y los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Entre los dispositivos instalados, una decena de escáneres y arcos de detección de metales, que se suman a una mayor vigilancia por parte de los Mossos d'Esquadra, y a la instalación, en los alrededores, de elementos disuasorios, desde bolardos a grandes maceteros, pasando por los registros a la entrada.

Como en Barcelona, al menos una decena de templos están viendo reforzada su seguridad, en un plan estratégico conjunto elaborado por las fuerzas de seguridad, las delegaciones de Gobierno y los cabildos catedralicios. Las primeras en hacerlo fueron las catedrales de Santiago de Compostela y El Pilar de Zaragoza, aunque en ambos casos la motivación inicial no fuera el terrorismo yihadista.

Así, en Santiago comenzó a reforzarse la seguridad tras el robo del Códice Calixtino, y se ha incrementado debido al incremento de la presencia de peregrinos que llegan a Compostela (300.000 en 2017). Sólo en este templo se invierten más de medio millón de euros al año en temas de seguridad, que son abonados por aportaciones públicas (el 1% y fondos de la Xunta) y entidades como la Fundación Barrié. En el entorno de la catedral se ha incrementado la presencia policial, y se han instalado obstáculos disuasorios en varios accesos a la plaza del Obradoiro, aunque directamente el templo no tiene control alguno de acceso.

Algo que sí sucede en El Pilar de Zaragoza, especialmente después de que, en octubre de 2013, un artefacto explotara dentro de la Basílica, reivindicado por el Comando Insurrecional Mateo Morral. Tras un informe policial,  el cabildo instaló cerca de cien cámaras de vídeo entre El Pilar y la Seo (la catedral zaragozana) para vigilar las 24 horas del día y en directo cualquier movimiento en el exterior y el interior de ambos templos religiosos. En la actualidad, solo se puede acceder a través de las puertas de la plaza del Pilar, y una única salida. Además, todas las puertas contarán con vigilantes de seguridad que podrán realizar los registros que consideren oportunos, y cuyas indicaciones en el interior del templo deberán ser obedecidas por los visitantes.

En cuanto a la mezquita de Córdoba, las autoridades han instalado grandes maceteros con palmeras en las inmediaciones, y se ha reforzado la presencia policial en las puertas. En este caso, como en los de Toledo, Burgos o León, templos que cobran por la entrada, el acceso a los templos es muy restringido, y precisa del paso por un arco de seguridad, algo que no sucede, aún, en la mayoría de las catedrales.

Expertos en protección apuntan  que “hoy por hoy, la mayor parte de las catedrales españolas son potenciales objetivos por su falta de seguridad”. “En cualquier momento nos pueden dar un susto”, admite el deán de una de las principales catedrales de nuestro país –que prefiere que no se conozca con exactitud–, y que no cuenta con una especial cadena de seguridad. “No podemos cerrar las puertas al pueblo, y menos ahora, que el Papa Francisco nos está pidiendo una Iglesia de puertas abiertas”, añade.