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A pesar de las frecuentes apariciones en prensa de casos dramáticos como el suicidio de menores acosados o la denuncia pública de casos que no han recibido suficiente atención, no se conoce de manera oficial cuál es la dimensión del acoso escolar en España. La asociación No al Acoso Escolar (NACE) sostiene que un 26% de los niños y adolescentes lo sufren.
La secretaria de NACE, la profesora de Secundaria Carmen Cabestany cree que hay muy pocos docentes preparados para afrontar este problema, menos del 20% que reflejaba una reciente encuesta: “Yo creo que son menos los que están debidamente preparados con una formación exhaustiva”, afirma en una conversación para eldiario.es.
José Antonio Luengo forma parte desde hace cuatro años del Equipo para la Prevención del Acoso Escolar de la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, y señala “de una manera concluyente” que el “nivel de formación se ha incrementado muy significativamente en estos años”, por las actividades de formación y por “la cantidad de situaciones que tenemos que atender en los propios centros, que son intervenciones sobre casos específicos que suponen una buena dosis de formación”. Docentes consultados reconocen que “la preparación va siendo mejor, pero no suficiente, porque falta continuidad y seguimiento. Estamos a muchas cosas”.
Rafael Guerrero, psicólogo y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, lamenta que “en la universidad no se forma el futuro profesorado en la atención al bullying y lo digo de una manera tajante. En los grados de Pedagogía, Psicología, Educación Infantil y Primaria no se estudia esto”. Carmen Cabestany recalca que “en la formación para ser profesor de Secundaria no se habla del acoso escolar”.
Por su parte, Isabel Galvín, secretaria general de la Federación de Enseñanza de CCOO de Madrid, critica que la Consejería de Educación estuvo ocho años sin considerar una cuestión prioritaria formar en esta materia“ y en estos últimos cuatro años ”esta brecha no se ha subsanado hasta compensar el desfase“.
Denuncia que en 2011 la Comunidad de Madrid “recortó la formación del profesorado en un 80% y no se han revertido todos los recortes”. Galvín apunta que “la exigencia hacia el profesorado es máxima, pero no se le dota de recursos humanos suficientes y formación suficiente y no se corrigen problemas estructurales como las altas ratios.
“Es un tema tabú”, señala Cabestany. “La sociedad, ante situaciones desagradables o conflictos, suele mirar hacia otro lado”, y el acoso es una de esas situaciones, subraya Guerrero, que resalta que muchos maestros se forman por su cuenta en estos temas, aunque reclama que “habría que tener formaciones mucho más extensas que te habiliten para poder detectar una situación de bullying y para ver de qué manera se puede intervenir”. Cabestany está de acuerdo: “Al igual que hay formación del profesorado en temas de TIC, habría que incluir una formación de verdad, muy seria” sobre el acoso escolar.
Quizá porque se trata de un tabú, tanto el sindicato ANPE como NACE reclaman la reactivación del Observatorio Estatal de Convivencia Estatal, que lleva ocho años sin reunirse periódicamente. “Queremos saber cuántos suicidios hay provocados por el acoso escolar, en cuántas patologías psiquiátricas en los adultos y en los niños hay de base un caso de acoso escolar”. Carmen Cabestany denuncia que “hay muchos niños que se autolesionan o muchos niños con ideación suicida en Primaria. Y todo esto está debajo de la alfombra”.
Todos los expertos coinciden en que el foco ha de estar puesto fundamentalmente en la prevención. José Antonio Luengo ha coordinado la publicación de numerosas guías disponibles online. En una de ellas puede leerse que “el trabajo de las tutorías debe ser potenciado” y en Educación Primaria, que no tiene tutorías como tal, “será necesario arbitrar propuestas organizativas flexibles pero efectivas para fijar la acción tutorial”.
Sin embargo, Galvín considera que la administración educativa “no refuerza ni reconoce la función tutoríal, imprescindible para abordar esta cuestión”. Rafael Guerrero, por su parte, aboga por “ una educación emocional cuanto antes y de manera transversal”.
Carmen Cabestany, por su experiencia, defiende que la prevención pasa por una tutoría entre iguales (TEI), un programa de centro donde todos los estudiantes de 5º de Primaria son tutores emocionales de los alumnos de 3º y los de 3º de la ESO son tutores emocionales de los alumnos de 1º de la ESO.
Cabestany forma al profesorado de los centros que solicitan este programa, que ha sido evaluado por la Universidad de Alicante y que “implica a todo el alumnado. Por eso es empoderador e inclusivo y se promueve de una manera más clara la empatía”, que con otros modelos ya en marcha en los que los alumnos ayudantes o mediadores son solo un grupo escogido .
Isabel Galvín, de CCOO, subraya que “formar al profesorado en convivencia, en todas sus facetas, es clave” y es por tanto “una línea de formación prioritaria para el sindicato”. Sus afiliadas y afiliados reclaman “formación en convivencia, en mediación entre iguales, en modelos de intervención para prevenir, en estrategia para detectar el acoso y en ciberacoso”.
Sin una formación completa, los profesores no son capaces de ver el contexto en el que se produce el acoso. De hecho, según el estudio citado, un 82,11% de los jóvenes han presenciado situaciones de acoso escolar, frente a un 59,73% de los profesores. Cabestany explica que estas situaciones “se producen cuando los profesores no están mirando, cuando sale uno y entra otro, en el patio o en una excursión”. Por eso, no queda más remedio que aprender a atar cabos.
“Muchas veces cuando se ven niños aislados no se piensa qué hay detrás, se piensa que es rarito, que no tiene habilidades sociales”, explica Carmen Cabestany. “Si entiendes el contexto verás que hay niños que te piden ir al baño nada más volver del recreo porque no quieren coincidir con los otros en el baño, porque les meten la cabeza en el váter o les observan desde el baño de al lado, como nos ha pasado en un caso reciente”. También los pediatras, afirma Cabestany, deberían tener información sobre el acoso, porque así podrían “asociar que ese dolor de barriga el domingo por la tarde noche es un síntoma”.
José Antonio Luengo cuenta que se han creado herramientas como cuestionarios con los que los niños responden “cómo se sienten en el grupo y si conocen a algún compañero que lo está pasando mal”. El trabajo con los alumnos en la detección de estos casos y el “desmontar el concepto de chivato”, como señala Carmen Cabestany, es fundamental para saber qué está pasando.
Si en algo coinciden todos los expertos entrevistados es que el acoso escolar es, en palabras de José Antonio Luengo, “una enfermedad social”, frente a la cual toda la sociedad debería estar sensibilizada e implicada. El profesorado, señala Cabestany, “no conoce la gravedad de la situación y cuando reciben formación y conocen la dimensión del problema se implican a fondo. Yo he visto a profesoras llorar lamentando que no se dieron cuenta de este caso o este otro”. Luengo afirma que “hay una suerte de ceguera ética que hace pensar que el insulto es algo banal, que es algo sin importancia. Estamos normalizando procesos como la ridiculización a compañeros y los chicos incluso te llegan a comentar que esto es lo que hay”.
Carmen Cabestany aboga por llevar a cabo grandes campañas de sensibilización para llamar a toda la sociedad a implicarse frente al acoso escolar. Rafael Guerrero defiende que “si nuestros niños y adolescentes se desarrollan en casas, en colegios y en la sociedad en contextos de seguridad y protección esto no ocurriría” y hace especial hincapié en la educación emocional: “Si somos capaces de enseñarles que identifique la emoción, que sean empáticos, todo esto va a redundar en una buena autoestima y en la capacidad de saber pedir ayuda”, elementos clave para limitar el impacto del acoso escolar.
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