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Dos alumnos reabren el debate sobre la enseñanza de homeopatía y terapias alternativas en la universidad pública

A principios del mes de marzo la Universidad de Barcelona decidió eliminar de su oferta formativa el máster sobre homeopatía por “falta de base científica”. La decisión se tomó poco después de que un estudiante iniciara una campaña de recogida de firmas pidiendo la supresión de este curso. Varios días más tarde, otro estudiante de la Universidad de Santiago realizó una petición a través de la misma plataforma para que se eliminaran varios programas sobre terapias alternativas que se imparten en dicho centro.

Las iniciativas planteadas por estos dos estudiantes han sacudido la plácida realidad en la que viven muchas universidades públicas españolas, que continúan ofreciendo cursos de especialización y posgrados sobre prácticas que la comunidad científica ha demostrado que son ineficaces o cuya eficacia aún no ha sido demostrada.

Universidades como Pablo Olavide en Sevilla, la de Zaragoza o la de Valencia, ofrecen cursos en distintas disciplinas como homeopatía o acupuntura. Un centro adscrito a la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid organizó cursos de reiki, pero la universidad conminó a retirarlos. “Debemos garantizar que en la universidad se enseñen prácticas que estén científicamente demostradas” y eliminar aquellos cursos que ofrecen “información que básicamente es falsa, especialmente cuando va dirigida a profesionales que van ofrecer atención sanitaria”, explica a eldiario.es Borja Merino, estudiante de medicina de la USC y principal impulsor de una de las campañas.

Se cierran algunos cursos y se reabren otros

Al igual que ha hecho la UB, durante los últimos años otros centros, como las universidades de Sevilla y Córdoba, han decidido eliminar sus programas de homeopatía. Sin embargo, muchos de estos centros vuelven a ofertar cursos similares cada cierto tiempo e incluso la propia UB sigue manteniendo otro posgrado sobre acupuntura, una práctica sobre cuya efectividad tampoco existen evidencias sólidas.

Respecto a esta situación, el vicerrector de Política Académica de la UB, Gaspar Rosselló, ha asegurado a este diario que mantendrán la “coherencia” y que “se revisarán todos los cursos que estén en esta línea, para ver la viabilidad de cada uno y decidir si se continúa o no”. Rosselló ha asegurado que “en el seno de la universidad siempre ha habido una preocupación acerca de esta formación” y que “siempre ha habido divergencias sobre su viabilidad científica”.

“Yo fui uno de los incautos”

Muchos de estos posgrados están orientados a licenciados en medicina, enfermería y fisioterapia, que buscan una formación complementaria que a menudo está avalada por colegios oficiales. Uno de ellos es el fisioterapeuta Eduardo Fontdevila, que realizó un máster de acupuntura muy similar al que hoy se imparte en la USC. “Yo fui uno de los incautos”, dice a eldiario.es, “hice el curso porque en aquel momento era una formación que estaba avalada por el Colegio Oficial de Fisioterapeutas y porque me había gustado el enfoque de una salud más integradora”.

Sin embargo, Fontdevila, que hoy es profesor asociado de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la Universidad de Cantabria, terminó abandonando la práctica de la acupuntura por sus escasos resultados y por tener un corpus teórico poco científico. “Yo apoyo un acercamiento racional a las prácticas médicas, así que lo mismo que le exijo al paracetamol se lo exijo a la acupuntura. No es aceptable que se coloque un producto cuya eficacia no se ha comprobado”, asegura.

La acupuntura no ha podido demostrar su eficacia

Al contrario de lo que sucede con la homeopatía o el reiki, de los que no existen estudios que justifiquen su eficacia, la acupuntura sí ha contado históricamente con estudios favorables. De hecho, la Organización Mundial de la Salud publicó en 2004 unas directrices en las que se asegura que “la eficacia de la acupuntura, tratamiento popular para aliviar el dolor, ha sido demostrada tanto en numerosos ensayos clínicos como en experimentos de laboratorio”, e incluso publicó una guía práctica de esta disciplina en 2002.

Sin embargo, la OMS se basa en una revisión de estudios científicos realizada por la propia organización en 1996. Investigaciones más recientes indican que esta práctica no tiene un efecto significativo en la mayoría de los casos y según señala un informe sobre terapias naturales encargado en el año 2011 por el Ministerio de Sanidad, “el efecto analgésico de la acupuntura en distintas situaciones clínicas de dolor es mínimo y sin suficiente relevancia clínica”.

Un resultado similar al encontrado recientemente por el Instituto Nacional de Salud británico que, tras realizar un análisis de 30 estudios, ha concluido que el efecto de la acupuntura para mitigar el dolor de espalda no es superior al placebo. Tras este resultado, la institución va a modificar su guía de recomendaciones, en cuya versión preliminar se afirma explícitamente que “no se debe ofrecer la acupuntura para tratar el dolor de espalda no específico con o sin ciática”.

Un negocio para las universidades

La demanda social de algunas de estas terapias y el vacío legal existente han provocado que sigan apareciendo cursos en universidades y centros educativos de todo tipo. “Hay que tener en cuenta que, por una parte, las universidades ganan dinero con esto y, por otra, quieren evitar el enfrentamiento con algunos compañeros”, explica a eldiario.es Manuel Collado, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago y uno de los firmantes de la petición de la USC.

Además, Collado señala que, al crecer el número de médicos que han tenido este tipo de formación, crece la presión en los colegios médicos por hacer secciones especificas de estas prácticas. “Es una gran bola de nieve que ha ido creciendo, hasta el punto de que muchos colegios médicos ya no exigen a sus colegiados que cumplan con un principio básico de la deontología médica: nunca aplicar una terapia que no esté suficientemente comprobada”.