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Presidente de la Asociación Española contra el Cáncer

Ramón Reyes: “El cáncer es una bomba de relojería que nos explotará en la cara cuando acabe la pandemia”

El cáncer tiene una cara visible: la de la enfermedad, los síntomas y los tratamientos. Puede cambiar según el tipo de tumor que se padezca, pero es la que más se conoce. Sin embargo, también tiene una cara escondida. Una que crea estigma y sobre la que no se habla. Esa es la cara de la incertidumbre y el miedo de los pacientes, la de la pobreza por no poder pagar todas las facturas derivadas de la enfermedad, la de los problemas laborales y el rechazo social. Según explica Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), esa “otra cara de la moneda” se ha vuelto aún más invisible con la pandemia.

Reyes habla en una sala de la sede de la asociación en Madrid, una entidad que comenzó a presidir en plena crisis por la COVID-19. Y de ello es de lo primero que habla, de cómo afectó la situación a las actividades de la AECC, muchas de las cuales tuvieron que ser suspendidas, en un momento en el que además la desigualdad que viven las personas con la enfermedad se agudizó.

Retrasos por el coronavirus

La Atención Primaria lleva desbordada meses por la situación epidemiológica actual. Esto propició que uno de cada cinco pacientes oncológicos tuviese retrasos en su diagnóstico, según un informe de la AECC. Es algo “muy grave en algunos cánceres porque depende del estado en el que lo detectes, te salvas o no”, explica el presidente de la organización, que desarrolla la importancia que tiene para los afectados por un tumor maligno la detección precoz. “Los primeros síntomas de los pacientes de cáncer los ve el médico de Atención Primaria, y si este no los ve, no deriva al oncólogo. Así que cuando llegan es demasiado tarde”, incide Reyes.

También reconoce que los hospitales establecieron circuitos “libres de COVID-19”, pero que “la gente no quería ir porque tenía miedo”. Esta situación de los centros de salud hizo que las consultas pasaran de presenciales a telemáticas, lo que supuso una nueva traba para los afectados oncológicos, ya que, como explica este doctor en bioquímica, “por videollamada hay cosas que no se pueden ver”. Además, depender de la tecnología puede ser una desventaja para las personas mayores, que necesitan ayuda de voluntarios para manejar los móviles y ser atendidas por un profesional sanitario.  

Los primeros síntomas de los pacientes de cáncer los ve el médico de Atención Primaria, y si este no lo ve, no deriva al oncólogo. Así que cuando llegan es demasiado tarde

Pero no solo el retraso en el diagnóstico dificulta la vida de los afectados por la dolencia: en España la enfermedad está estrechamente relacionada con el riesgo de pobreza, el miedo y la inquietud. “El cáncer es una fuente de vulnerabilidad e inequidad para las personas que lo sufren. Que te diagnostiquen de cáncer es como un terremoto que mueve todos los cimientos de tu vida, y te lo cambia todo”, relata el bioquímico. Casi la mitad de las personas diagnosticadas de cáncer están en edad de trabajar, con lo que muchas personas se ven obligadas a coger la baja temporal o permanente, lo que les lleva a percibir menos ingresos mientras los gastos derivados de la enfermedad aumentan: “Hay gente que tiene que elegir entre pagar las facturas de los medicamentos o el alquiler”, asegura.

Desigualdad en la supervivencia

“Hemos pasado de una supervivencia del 25% en 1953 a un 55,3% en hombres y un 61,7% en mujeres en 2020 gracias a la investigación y los diagnósticos y cribados tempranos. La investigación es la única forma que tenemos de hacer frente al cáncer y aumentar la supervivencia”, que no solo es desigual entre hombres y mujeres, sino también entre los diferentes tipos de tumores: “Si eres mujer y tienes un cáncer de mama, tienes cerca del 90% de posibilidades de salvarte, pero si es de páncreas, solo tienes un 7%”, recalca Reyes.

Estas diferencias en la supervivencia, según explica, son el resultado de la desigualdad en la investigación: no todos los tipos de tumores se estudian igual porque, como sucede en otros casos, los proyectos científicos necesitan financiación. Las farmacéuticas y empresas privadas invierten, pero buscan los proyectos que auguran más retorno económico, es decir, beneficio. Un ejemplo que expone Reyes son los biomarcadores, que son indicadores de la presencia de determinados tumores, “dianas específicas” obtenidas a partir de “descifrar el código genético” y que se usan para tratar esta enfermedad. En Madrid “solo están en dos o tres hospitales y están cubiertos por la industria farmacéutica, aunque solo se usan para los cánceres genéticamente transmisibles, pero no en el resto”, lo que genera una “enorme inequidad”.

No es una cuestión solo de diferencias en la localización del quiste maligno, sino también de desigualdad en los recursos con los que cuentan las comunidades autónomas. Esto se puede apreciar, por ejemplo, con los cribados de cáncer colorrectal: “Hay comunidades que han llamado al 100% de la población y otras que no han empezado a cribar”, explica Reyes. Ante este problema, “puedes tener un cáncer y no salvarte en función de dónde estás. Hay que conseguir que todos los cánceres se investiguen por igual”, asegura el bioquímico.

Puedes tener un cáncer en un sitio y no salvarte en función de dónde estás. Hay que conseguir que todos los cánceres se investiguen por igual

La COVID-19 ha supuesto un parón en muchos ámbitos, uno de ellos es la investigación de las enfermedades oncológicas. Sin embargo, también ha puesto “sobre la mesa” la importancia de dotar económicamente a la ciencia. Como afirma el doctor, “en los últimos diez años se había invertido en ciencia 150 millones de euros al año, que es el coste de entre cuatro y seis kilómetros de AVE”. A pesar de eso, para Reyes en España están “algunos de los mejores investigadores del mundo” en oncología. “La investigación se traduce en aumento de la supervivencia y ventajas para el paciente”, concluye el presidente.

Prevenir la enfermedad

“La concienciación es fundamental. Cerca de la mitad de los cánceres son prevenibles”, afirma Reyes. Y luego explica que existen agentes como el tabaco, el alcohol, el sol y la alimentación que pueden jugar un papel crucial en la prevención del cáncer, y hace especial hincapié en el tabaco. El problema es que es “el humo del tabaco” lo que produce tumores malignos, con lo que no solo afecta a quien fuma, sino también a quienes lo respiran: “Uno de cada cinco pacientes que se muere por un cáncer derivado no ha fumado nunca”, apunta.

Reyes insiste en que poner trabas al tabaco es fundamental para luchar contra la enfermedad: “No se puede fumar en sitios públicos. No puede ser que los niños fumen”. El presidente de la AECC indica que el efecto carcinógeno de esta droga está relacionado con 16 tipos de cánceres diferentes, “el más común, el de pulmón, es la primera causa de muerte en España en hombres”.

Con el fin de establecer un horizonte esperanzador, la organización se ha propuesto conseguir un 70% de supervivencia para el año 2030. Este ambicioso objetivo entra dentro del que han llamado Plan Nacional de Investigación en Cáncer, presentado a la ministra de Sanidad, Carolina Darias. Por su parte, Ramón Reyes subraya la importancia de dotar económicamente las investigaciones contra la enfermedad, así como solucionar los problemas en los diagnósticos, ya que estos meses de pandemia han contribuido a crear “una bomba de relojería que nos explotará en la cara” si no se hace nada para evitarlo.