“Al día siguiente del parto ingresaron a mi bebé en la UCI por una posible infección. A los tres días de dar a luz a mí me dieron de alta. A partir de entonces me pasaba 15 horas en el hospital sin tener ningún lugar en el que descansar cómodamente o poder asearme. Me tumbaba en un banco que hay fuera de la unidad”, relata Susana Cámara, que tuvo a su hija en diciembre, en una clínica privada madrileña.
Más de 70 asociaciones aseguran que la experiencia de Susana no es un caso aislado y piden que este tipo de situaciones no se vuelvan a repetir. Para ello reclaman al Ministerio de Sanidad, a través de una declaración conjunta, que se “establezcan protocolos de actuación (en hospitales), que además de cumplir con las exigencias sanitarias, también lo hagan con la calidad mínima humanitaria”.
Estas organizaciones subrayan la importancia de que los niños estén acompañados por sus padres las 24 horas y en los casos en los que no sea posible, por lo menos se facilite la permanencia de uno de ellos (la progenitora, en el caso de que sean lactantes) en el centro hospitalario, ofreciéndole alimentación y un espacio para dormir y asearse.
“De 6.00 a 21.00”
Una vez que Susana fue dada de alta, explicó su situación a su seguro médico, Sanitas, que tomó la decisión de no habilitarle un espacio. “Les requería que me facilitasen una habitación durante el tiempo que mi hija estuvo en la UCI para tener garantizadas unas condiciones básicas materiales: poder recuperarme, cuidar los puntos y dar el pecho al bebé siempre que lo demandase”, apunta. No lo consiguió, así que durante la quincena en que su pequeña estuvo ingresada, iba a su casa lo menos posible para poder mantener la lactancia.
“Había días que llegábamos al hospital a las seis de la mañana y nos íbamos a las nueve de la noche. Y otros, nos quedábamos hasta la toma de medianoche y volvíamos al hospital nueve horas después”, recuerda. Así su descanso tras dar a luz fue muy reducido.
La aseguradora explica eldiario.es que no le ofrecieron una habitación porque no había disponibilidad en el centro. Sin embargo, en la respuesta que le dieron a su cliente –a la que ha tenido acceso esta redacción– apuntan que “no se puede facilitar habitación a una persona que no sea paciente del Hospital, precisamente para dar el mejor servicio posible a todo el que lo necesita”.
“Reclamamos algo bastante básico, no pedimos ni que les abonen los desplazamientos, pedimos que les dejen acompañar a sus hijos”, explica Lourdes Cerezuela, presidenta de El Parto es Nuestro, la asociación promotora de esta iniciativa, que también han lanzado una recogida de firmas para recaban más apoyos.
“La realidad es que en algunos hospitales no hay más que un baño por planta y que, además, para poder usarlo necesitas a una tercera persona para que se quede con tu pequeño. Otras veces simplemente no puedes ni asearte porque el hospital no dispone de ningún lugar habilitado para ello. La mayoría de las veces los padres no podemos usar el baño de la habitación”, apuntan desde la asociación.
Cerezuela asegura que lo ideal sería una habitación exclusiva que compartan el paciente y su familia, siempre que sea posible por el tipo de ingreso. “Entendemos que hay hospitales que no tienen habitaciones individuales, pero pueden comenzar a tenerlas”, asegura.
Una medida que beneficia a los menores
El objetivo de esta reivindicación no se centra exclusivamente en un ahorro económico de familias que tienen a su hijo ingresado en una provincia diferente o en la comodidad de las madres lactantes, aseguran que unas condiciones mínimas de confort e higiene para los padres “redundan en el bienestar de todos los implicados”.
Desde la Asociación de Pediatras de Atención Primaria de Andalucía, una de las organizaciones que ha suscrito esta declaración, confirman que esta medida puede reducir la transmisión de infecciones. “Por ejemplo, si la madre, se encarga de cuidar solo a su bebé, es muy difícil que sirva de transmisora de infecciones entre bebés de la misma unidad. Cuando el cuidado de muchos bebés lo lleva a cabo una misma profesional, el riesgo aumenta”, aclara Rafael Jiménez, portavoz de esta asociación.
“También aporta mayores conocimientos de la situación sanitaria de los hijos, así como mejoras en los resultados médicos. Como los padres han estado presentes en todo momento, se van más seguros a casa con el tratamiento que les tienen que dar”, añade Cerezuela.
Padres durmiendo en el coche
En la Asociación de Padres de Niños Oncológicos de Aragón (Aspanoa) consiguieron hace años este tipo de ingresos en la planta de oncología infantil del centro de referencia autonómico, el Hospital Miguel Servet (Zaragoza). “Así el niño está en una cama y el papá está ocupando la otra. Al margen, Aspanoa ha colocado unos sillones más cómodos y suministramos las comidas a uno de los acompañantes”, cuenta la trabajadora social, Gemma Sevillano.
Desde esta organización, intentan facilitar recursos con los que la Administración no cuenta. Por ejemplo, cuentan pisos de acogida para familias que no viven en Zaragoza capital, así el otro miembro de la pareja puede quedarse cerca sin tener que reservar un alojamiento.
“Cuando comenzamos con la asociación, los papás se quedaban a dormir en el coche para no separarse de su hijo. No comían para estar con su hijo, y por eso nos encargamos de garantizarles una bandeja de comida. Cada vez que vemos una necesidad, intentamos solucionarla”, añade Sevillano.
Por su parte, a diferencia del relato de Susana Cámara, a Silvia, sí que le facilitaron –en este caso en el Hospital de Torrejón (Madrid)– una habitación durante los primeros días en los que su hijo fue ingresado en la UCI de neonatos, tras dar a luz. “Me alargaron el alta y así podía dormir y darme una ducha”, recuerda.
Además, explica que en un segundo ingreso del bebé, también se encontró con comodidades ya que el centro cuenta con una “salita con un sofá cama, sábanas, una ducha, una nevera y un microondas”. “Por lo menos, ni yo ni mi marido teníamos que estar en los bancos de los pasillos”, añade.
“Violando” recomendaciones de Unicef
Las asociaciones firmantes de esta declaración, recuerdan al Ministerio de Sanidad que si los hospitales no aprueban un protocolo que recoja sus demanda se están “violando sistemáticamente las recomendaciones” de Unicef. Esta entidad recoge entre sus sugerencias para una lactancia satisfactoria que madres y bebés permanezcan juntos las 24 horas del día.
Asimismo la Carta Europea de los Niños Hospitalizados suscrita por el Parlamento Europeo en 1986 reconoce a los menores el “derecho a estar acompañado de sus padres” durante “el máximo de tiempo posible” sin que esta actuación les “comporte costes adicionales”. Por ahora, según añade Cerezuela, desde el Ministerio de Sanidad les responden que “no tienen competencias” para implementar estos protocolos.
En Andalucía ya existe una normativa que regula el ingreso de los menores de 14 años en habitaciones individuales e incluyendo todas las peticiones ahora sobre la mesa. Así se recoge en el Decreto 246/2005 por el que se regula el ejercicio del derecho de las personas menores de edad a recibir atención sanitaria en condiciones adaptadas a las necesidades propias de su edad.
Por su parte, en Cataluña, a través de la Ley 14/2010 de los derechos y las oportunidades en la infancia y la adolescencia reconocen que “los niños y los adolescentes hospitalizados tienen derecho a estar acompañados de sus padres y madres” con la excepción de que eso “pueda perjudicar u obstaculizar la aplicación de los tratamientos médicos”.
Más allá de estas normativas, según los datos de El Parto es Nuestro, en el resto del país hay pocos hospitales que permitan alojamiento conjunto y faciliten la labor del adulto acompañante. Algunos de los centros de los que tienen constancia son el Hospital materno infantil de A Coruña y en Madrid, el Hospital de Torrejón, el Gregorio Marañón, la Fundación Jiménez Díaz y el de Torrelodones (gestionado por el grupo HM).