27 minutos. Este fue el tiempo que duró el primer encuentro entre el papa Francisco y el presidente de EE UU, Donald Trump. Dos hombres con dos visiones contrapuestas de la economía, la ecología o la inmigración. Ha sido su primera reunión desde que el magnate norteamericano llegara a la Casa Blanca. A la salida, los vaticanistas recordaban que, con Barack Obama, Bergoglio estuvo una hora.
“Bienvenido presidente, pase”, dijo Francisco a Trump. “Es un honor”, dijo el líder de EEUU, quien exhibió la mejor de sus sonrisas ante las cámaras. En cambio, se vio a un Bergoglio circunspecto, que sólo cambió el rictus y se permitió bromear durante el saludo a la primera dama, Melania Trump.
La Bestia, como se conoce al todoterreno que lleva al presidente de los Estados Unidos, llegó al patio de San Dámaso a las 8.21 de la mañana. El auto llevaba los emblemas del Vaticano y EEUU. En la puerta le esperaba el secretario Georg Gaenswein.
Junto a Trump, su esposa Melania, vestida con la preceptiva mantilla negra. En otros coches (unos 70), la delegación presidencial, donde se encontraba la hija de Donald, Ivanka, y su marido. Un helicóptero sobrevolaba el espacio vaticano: las medidas de seguridad eran extremas.
Una bandera estadounidense presidía el patio vaticano, junto a un grupo de guardias suizos. Después del saludo protocolario, Ganswein condujo a Trump y a su esposa por los pasillos del palacio vaticano hasta llegar a la Segunda Logia, donde se encontraba el apartamento pontificio.
El arzobispo alemán iba explicando el protocolo y algunas de las maravillas que ambos contemplaban durante el camino. Donald Trump escuchaba, con semblante serio y concentrado. Dos pasos atrás, su mujer conversaba con un funcionario vaticano.
Trump entró en solitario a la Sala del Tronetto, donde Francisco salió a recibirle y darle la bienvenida. Tras un breve posado –contrastaba la amplia sonrisa de Trump con el rostro circunspecto del Pontífice– , los dos mandatarios se dirigieron a la biblioteca, donde ambos se sentaron en el escritorio papal, junto a un traductor, y esperaron la salida de los fotógrafos. “Encantado de conocerle”, se escuchó a Francisco, quien se disculpó por su mal inglés. “No es así, habla usted muy bien”, contestó el presidente.
Melania fue la primera en saludar en la biblioteca al Papa. En ese momento, se produjo el momento más distendido de la jornada, cuando Francisco bromeó con la delgadez de la mujer de Trump: “A usted le dan de comer poquito”, que la primera dama supo encajar con una sonrisa, que se prolongó en la despedida. “¿Qué le da de comer, pizza?”, siguió bromeando, esta vez, sobre su marido.
Durante la entrega de regalos, Francisco explicó en castellano a Trump el significado del medallón de bronce, con un olivo que significa “la paz en mitad de la guerra”. “Necesitamos la paz”, admitió el presidente de EEUU.
Intercambio de regalos
Francisco también le regaló los tres documentos más importantes de su pontificado: la exhortación apostólica La alegría del Evangelio, el documento programático de su papado; Laudato Sí, la encíclica verde y social de Francisco sobre el cuidado de la casa común; y la exhortación apostólica Amoris Laetitita, sobre el amor en la familia.
Por su parte, Trump le regaló un cofre con libros del reverendo Martin Luther King. “Pienso que le van a gustar, espero que sí”, dijo. “Thank you, thank you very much” [Gracias, muchas gracias], contestó el Papa en inglés, antes de las fotos finales, un largo apretón de manos y un “buena suerte” para concluir el encuentro, a la espera de la nota oficial vaticana.
Trump se convirtió así en el 13º presidente de Estados Unidos que se reúne con un Pontífice en el Vaticano en 98 años, desde que Woodrow Wilson visitó al papa Benedicto XV en enero de 1919. Cuatro papas, en ese lapso de tiempo, visitaron Estados Unidos: Pablo VI en octubre de 1965; Juan Pablo II, seis veces a lo largo de su pontificado (1978-2005); Benedicto XVI en 2008 y Francisco, en septiembre de 2015.