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De Rubiales a Rocha, su mano derecha: el problema de la federación no es la persona, es la estructura

Sabedor de que tenía pie y medio fuera de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales diseñó un plan de sucesión que le permitiera mantener gente de su confianza al frente del ente. Antes de la ya famosa asamblea del viernes 25 de agosto y sus cinco “no voy a dimitir”, Rubiales reestructuró la cúpula de la RFEF: se deshizo de todos los vicepresidentes –una potestad de quien manda en la federación– y dejó solo a uno, Pedro Rocha, responsable de la federación extremeña de fútbol y quien había sido su mano derecha en el organismo.

De esta manera, el presidente se aseguraba que Rocha le sucediera cuando cesara en el cargo en vez de dejar la elección en manos de la Junta Directiva. El movimiento de Rubiales llegó justo a tiempo. Solo un día después de la remodelación y de aferrarse al puesto, la FIFA le suspendió de toda actividad ligada con el fútbol. Esta suspensión es temporal, mientras el máximo organismo del fútbol internacional resuelve el expediente que le ha abierto, pero tiene visos de que para Rubiales acabará siendo definitivo. Varios medios dan por seguro que la FIFA le inhabilitará para 15 años, y además en paralelo el Gobierno también se está moviendo para suspenderlo por su cuenta, a pesar del revés de la decisión del TAD.

La posición de Rocha quedó blindada el pasado lunes tras la reunión del Comité de Presidentes de la RFEF. Los responsables territoriales respaldaron a Rocha al frente del organismo. El presidente de la madrileña resume el sentir que atravesó aquella cita. “Rocha pidió un voto de confianza. Se lo hemos otorgado y confío en Pedro Rocha. Después el tiempo dirá si puedo mantener esa confianza o no”, explica en esta entrevista con elDiario.es. Rafael del Amo, otro de los barones de la RFEF, sostiene que “hay que mirarlo como un hombre al que le toca hacer un cambio profundo”. “Vamos a cambiar todo”, remacha.

Además, la federación ha descartado que vayan a convocarse elecciones antes del próximo año, cuando toca elegir al que será próximo presidente de la RFEF. Rocha se queda. ¿Cambiar algo (ni siquiera todo) para que no cambie nada?

“Soy un hombre de institución”

El propio interesado niega la mayor y defiende su independencia. Este jueves se definió a sí mismo como “un hombre de institución”. “Lo único que hemos hecho es trabajar y levantar. Unánimemente, todos los presidentes me respaldaron. Tenemos que trabajar en equipo. Yo soy de la Federación, de nadie más”, mantuvo.

María José López, abogada de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), lleva años lidiando con Rubiales y la RFEF, que les llegó a poner detectives privados para seguir sus pasos. “Cuesta creer, por personalista que fuera el presidente, que todas las decisiones las ha tomado él solo y que la Junta Directiva o el comité delegado eran desconocedores de todas estas decisiones”, reflexiona. “Hay suficientes actuaciones de Rubiales para haber ido a una posición reprobable del presidente. Los órganos colegiados lo hacen ahora. No digo que todos sean cómplices, pero es verdad que esos órganos colegiados no han ejercido ese papel de control”, sostiene.

El problema que se están encontrando quienes intentan que Rubiales salga del puesto es que apenas hay margen de maniobra para ello

Miguel Ángel Galán, miembro de la federación y la persona que primero puso una denuncia contra Rubiales por su beso a Jenni Hermoso, está convencido de que todo lo que ha pasado estos días es “un brindis al sol”. “¿De qué sirve sacar a Rubiales si se quedan sus hombres de confianza?”, lanza la pregunta al viento.

El problema que se están encontrando quienes intentan que Rubiales salga del puesto es que apenas hay margen de maniobra para ello. Internamente solo es posible mediante una moción de censura de la asamblea, un organismo que por cómo está organizada la RFEF suele controlar con mano de hierro quien la preside. Baste repasar la última cita de este organismo: se esperaba que Rubiales dimitiera, muchos de los asambleístas sostuvieron que les había engañado, y sin embargo las únicas dos intervenciones fueron entre acríticas y laudatorias del presidente ahora suspendido.

Casi ningún margen de maniobra

Desde fuera el Gobierno solo tiene la potestad de actuar a las bravas, dado el estatus que tiene la RFEF. Aunque “de utilidad pública”, este organismo es totalmente privado desde que el anterior presidente, Ángel María Villar, renunció a las subvenciones públicas precisamente para evitar que la administración pudiera ejercer algún tipo de control sobre la federación. Lo que chirría en parte de la sociedad es que esta entidad “asociativa privada” se nutre de recursos públicos para conseguir unos ingresos que le permiten tener un presupuesto en 2023 de casi 400 millones de euros, de los que un tercio provienen de los derechos audiovisuales que generan las selecciones de fútbol (compuestas por futbolistas a los que pagan sus clubes), pero sin ningún control de la administración.

La RFEF promociona a España, lleva su nombre y su escudo por el planeta en exclusiva en el mundo del fútbol, pero defiende que es una entidad privada. A Villar, por cierto, su maniobra finalmente le valió de poco (acabó expulsado tras una sanción del Tribunal Administrativo del Deporte), pero a su sucesor esta le ha permitido navegar toda una serie de polémicas que le han rodeado desde que accedió al cargo, incluidos algunos procesos judiciales actualmente en marcha.

“Se deben a lo público”

Aunque algunos discrepan. “Las federaciones invocan a los organismos supranacionales como únicos que los controlan (FIFA y UEFA en el caso del fútbol), pero esto no es verdad”, explica Irene Lozano, que conoce el funcionamiento de la RFEF desde que fue secretaria de Estado para el Deporte entre 2018 y 2020. “Son entidades que tienen entidades públicas delegadas, el Estado les cede la capacidad de organizar las competiciones oficiales, pero a cambio tienen un trabajo de representación de España. No son entes privados sin más, se deben a lo público”, añade.

Las federaciones invocan a los organismos supranacionales como únicos que los controlan (FIFA y UEFA en el caso del fútbol), pero esto no es verdad

Pero la novísima ley del Deporte no ha acabado de cambiar esta aparente falta de control y la RFEF no ha dudado en los últimos años en chantajear a los diferentes gobiernos recurriendo a estas entidades internacionales, que no toleran injerencias políticas o de la justicia deportiva en los asuntos del fútbol. Lo hizo Villar cuando el Ejecutivo quiso convocar unas elecciones en la RFEF y lo acaba de hacer Rubiales a través de su secretario general con la UEFA, aunque no le salió la jugada.

En la RFEF al presidente lo elige una asamblea de 140 personas. Son fácilmente comprables (vótame aquí y te doy un cargo allá) o chantajeables con algún trapo sucio. Esto ha sido así durante años

Buena parte del problema radica en el sistema de elección del presidente de la RFEF, según explica Irene Lozano. “Los presidentes de federación se eligen en unas elecciones con censo cerrado y por tanto muy fácil de controlar. En la RFEF al presidente lo elige una asamblea de 140 personas. Pasa como pasaba con los partidos antes y aún ahora: votan los compromisarios. Son fácilmente comprables (vótame aquí y te doy un cargo allá) o chantajeables con algún trapo sucio. Ese sistema sigue funcionando y en la federación es evidente que de todos los que estaban allí el otro día o Rubiales tiene algún trapo sucio suyo o los tiene comprados. Esto ha sido así durante años”, sostiene. Alfredo Relaño, exdirector del periódico deportivo As, los define como un “régimen de cacicatos territoriales”.

Y una prueba de ello es que a Villar, anterior presidente, hubo que sacarlo de la RFEF recurriendo a la policía. Y lo mismo está ocurriendo con su sucesor, Rubiales.

Nueva ley, viejos usos

La nueva ley del Deporte, tan nueva como que el Gobierno no ha desarrollado reglamentariamente su régimen sancionador y ha tenido que denunciar a Rubiales por el de 1992, tampoco ha puesto remedio a esta situación, como ha quedado patente estas dos semanas.

López, de AFE, matiza la situación económica de la RFEF. “Rubiales dice ahora que no recibe dinero público, pero a finales de diciembre del 2022 recibió 7,5 millones para la candidatura de España a organizar el mundial de fútbol, pero eso no está en la web. Las cuestiones de transparencia son importantes”. Lozano también incide en esta cuestión: “Reciben subvenciones, se deben a lo público”.

López sí cree, sin embargo, que la ley del deporte “va en la dirección de aportar más transparencia, que hace falta porque las federaciones están sometidas a control público”, asegura.

Pero sí le ve un fallo a la nueva ley: “Nuestra posición es limitar los mandatos. Siempre ha habido un rechazo de las federaciones a esta cuestión y el Gobierno lo acabó comprando”, lamenta. “Hay demasiada reproducción de modus operandi que están muy alejados de la sociedad”, cierra.

Un ejemplo del funcionamiento jerarquizado y presidencialista de la RFEF es la oferta que Rubiales hizo al seleccionador femenino, Jorge Vilda, durante su último discurso. En medio de su diatriba y ante toda la asamblea y la media España que seguía su comparecencia, Rubiales propuso al seleccionador una renovación de su contrato por medio millón de euros al año durante cuatro años. Una oferta que ahora puede estar entorpeciendo la salida de Vilda, que parece una cosa segura, porque no está claro a nivel legal si es vinculante o no.