En España han caducado 14 millones de vacunas contra la COVID-19 desde que se recibieron las primeras dosis, hace ahora 24 meses. Entre las que almacena el Ministerio de Sanidad o ha distribuido a las comunidades autónomas, se han echado a perder un total de 13.870.197 unidades.
Esta cantidad supone un 4,91% del total y la cifra, adelantada por The Objective, llega en un momento en el que desde el departamento que dirige Carolina Darías han hecho un llamamiento a la población para completar la pauta vacunal e inocularse las dosis de refuerzo –en estos momentos la pauta está por el segundo recuerdo–.
Porque si la respuesta de la población española fue masiva a la hora de inmunizarse contra el SARS-CoV-2 a lo largo de 2021, varios factores han influido en que la tasa de personas que han recibido las dosis de recuerdo haya caído. Por ejemplo, pese a que el 92,9% de los mayores de 12 años cuentan con la pauta completa, solo el 55,6% disponen de esa primera dosis extra, según el último informe de Sanidad. Si bien es cierto que a mayor edad, aumenta también la cobertura: 82,8% entre los mayores de 40 años; 89,1% por encima de 50 años; 93,9% para los mayores de 60; y el 93,6% para el último tramo etario, por encima de los 70 años.
El siguiente gráfico muestra cómo ha ido evolucionando el ritmo de la vacunación en España. Así, se aprecia el impulso y la gran respuesta en 2021, cuando en apenas 8 meses se consiguió que el 70% de la población contara con la pauta completa. A finales de 2021, las comunidades autónomas comenzaron a poner las primeras dosis de refuerzo a población vulnerable, que se ampliaron en 2022. Después, el ritmo descendió hasta la llegada de la campaña de vacunación contra la gripe de esta temporada, en octubre.
Desde el Ministerio de Sanidad señalan que “en la actualidad, la situación epidemiológica ha cambiado y el ritmo de vacunación de la población española y europea ha descendido” por lo que “todos los Estados miembros, entre los que se incluye España, cuentan ahora con stock de vacunas frente a la COVID-19”. Es decir, parte de esos fármacos tan codiciados en Europa a finales de 2020 y durante todo 2021 han sobrado en los últimos meses. De hecho, según datos obtenidos por elDiario.es a través del Portal de Transparencia, el año que se desplegó el músculo del sistema para llevar a cabo la exitosa campaña de vacunación, en España solo caducó un millón de dosis, en torno al 1% de las recibidas en enero de este año.
“No es un porcentaje importante”
Aunque los 14 millones que ha notificado ahora Sanidad sean un número rotundo, no llegan al 5% de las 103,7 millones de dosis recibidas y distribuidas entre las comunidades autónomas, las responsables de inocularlas. “Dentro de ese número tan grande, no es un porcentaje importante. Cuando haces una previsión, piensas que vas a vacunar a la mayoría de la población. Durante las primeras etapas había déficit, pero llega un momento en el que no se cumplen las coberturas que se esperan. Además tienes un compromiso de compra y vas recibiendo vacunas regularmente. Es un coste económico, pero no es porcentualmente grave”, apunta el presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas (Anenvac), José Antonio Forcada.
“Hay muchas personas que se quedaron con las dos primeras y no han recibido la tercera ni la cuarta dosis, incluso dentro de las personas mayores de 60 años”, continúa este experto, que lamenta que “no se está haciendo un esfuerzo suficientemente importante de concienciación” para las dosis de recuerdo y considera que “con eso, probablemente, no hubiéramos tenido que destruir tantas vacunas”.
“Si tú prevés vacunar a equis millones de personas y no acude a la vacunación un porcentaje sustancial, lógicamente las vacunas van a caducar y se tienen que desechar, como cualquier medicamento”, coincide el secretario general de la Sociedad Española de Inmunología, Oscar de la Calle, que considera que “un exceso de vacunas inferior al 5% es razonable”. Al menos, si se compara con otros fármacos.
Como se aprecia en el siguiente gráfico, el porcentaje de personas que ha optado por ponerse la primera dosis de refuerzo, abierta para toda la población, es notablemente inferior al de quienes han recibido la pauta completa. Este oscila entre el 72,5% de Galicia y el 39,5% de Balears.
Entre los mayores de 60 años, la población que junto a otras personas con factores de riesgo o personal sanitario tenían hasta ahora acceso a ella, solo han optado por ponerse la segunda dosis de recuerdo con vacuna adaptada el 53,2%.
Menor percepción del riesgo
En la reducción de las tasas de las dosis de recuerdo respecto a las de la pauta vacunal completa entran en juego varios factores. Por un lado, una posible relajación o una menor percepción del riesgo, una vez que el grueso de la población cuenta con las dos primeras dosis y ha pasado lo peor de la pandemia. Según la ronda 12, la última del estudio Cosmo-Spain de monitorización del comportamiento y las actitudes respecto a la COVID-19 y con datos de septiembre, al 41% de los encuestados el virus ya no le producía miedo y al 59% le preocupaba poco o nada.
Respecto a la vacuna, el 71% afirmaba que si las autoridades sanitarias recomendaran una dosis adicional se la pondrían, y solo el 29% rechazaba hacerlo. El dato contrasta con el 55% que asegura que, efectivamente, se puso ese pinchazo extra autorizado ahora.
El secretario general de la Sociedad Española de Inmunología, Oscar de la Calle, indica que, a lo largo de 2022, una buena parte de la población ha tenido ómicron, lo que ha podido reducir la tasa de población que ha optado por recibir el pinchazo. De hecho, la Comisión de Salud Pública ya indicaba que, pese a que “la infección reciente no es una contraindicación ni una precaución para la vacunación frente a la COVID-19, se ha observado una mejor respuesta” cuando “se respeta un intervalo de tiempo”, que había marcado en los tres meses en personas de más de 80 años y de cinco para el resto.
El de la caducidad de las vacunas no es un problema que afecte solo a España. Si aquí se han echado a perder 14 millones de dosis, la consultora Airfinity estimaba que en toda la UE se habrían perdido unos 170 millones, en torno al 10% de las adquiridas, lo que situaría a este país muy por debajo de la media. “Todos los países cuentan con reservas estratégicas de medicamentos que se almacenan como previsión de potenciales imprevistos y que, afortunadamente, en algunos casos no es necesario utilizar. Forma parte de la necesaria preparación frente a amenazas de salud pública”, justificaban desde Sanidad.
Pero el asunto ya se ha abordado a nivel comunitario, como se realizaron las compras, y donde los Estados miembros tratan de renegociar con los laboratorios los contratos “en cuanto a cantidades y ritmo de entrega y así evitar el almacenamiento de dosis que pudieran caducar”, indican estas fuentes.
“Los estados se mueven en un terreno muy pantanoso, donde ninguno quiere que le vuelvan a pillar con la guardia baja”, señala la coordinadora de Médicos Sin Fronteras en España, Raquel González, que pide “encontrar un equilibrio entre la racionalidad de que pueda haber un porcentaje de dosis de emergencia que caduquen y el número de vacunas que se están pidiendo”. “Acaparar y acumular dosis tuvo [al inicio de la campaña] efectos contraproducentes, porque no había vacunas para todos y no se priorizó a muchísimos países ni a población vulnerable ni a trabajadores de primera línea”, recuerda.
En la misma línea, González espera que hayamos “aprendido la lección” y pide “transparencia en los contratos”, el “impulso de las políticas de vacunas” y que haya “pedagogía con la población” para poder entender si un 5% es un stock perdido razonable.
Por el momento, España ha recibido desde septiembre unos 40 millones de vacunas contra la COVID-19 adaptadas a las nuevas variantes de ómicron, que continúan siendo las predominantes, para los mayores de 60 años, población vulnerable y trabajadores sanitarios y sociosanitarios, que ponían, según datos del INE, en torno a 13 millones de ciudadanos.
La semana pasada, la Comisión de Salud Pública abrió la puerta a que reciban una segunda dosis de refuerzo los menores de 60 años, sin condiciones de riesgo, que lo deseen por motivos administrativos o por otras razones que no se han concretado, pero que permiten tener manga ancha a la hora de aceptar las peticiones.