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“Con mi cese dicen: 'Si no sois dóciles, os reprimiremos”

Desde su plaza de pediatra en el hospital madrileño del Niño Jesús, Marciano Sánchez-Bayle ha sido uno de las voces más críticas con los procesos privatizadores de la sanidad pública en toda España. El plan de la Comunidad de Madrid de ceder a contratistas la gestión médica de seis hospitales de la región –que mereció toda una batalla en los tribunales– le colocó de lleno en la Marea Blanca de resistencia representando a la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública a la que representa. Tras 37 años en ese centro sanitario, la Consejería de Sanidad le ha jubilado forzosamente al negarle su solicitud de prolongar su carrera profesional. “Me han quitado de enmedio por molesto”, analiza el médico unos días después de salir de su puesto.

¿Cómo le comunicaron que tenía que dejar el hospital?

Con el mismo mal estilo que han tenido siempre. Me llamaron por teléfono desde administración para decirme que tenía que recoger una notificación. Yo ya sospechaba pero fui allí, firmé el recibí y ya está. Es llamativo. Sigue la tónica de esta dirección que, entre otras cosas, es maleducada. Yo llegué a trabajar al hospital del Niño Jesús en junio de 1977 y, vamos, este es un centro pequeño en el que nos conocemos todos para bien y para mal, así que me parece una falta de respeto este tipo de forma de hacer las cosas.

¿Le explicaron algo?

Te dan algún motivo, como que han bajado los ingresos de niños, que es verdad. Pero omiten que en mi sección éramos nueve en enero de 2013 y antes de irme yo ya estábamos sólo seis. Con mi salida, la plantilla se reduce en un 48% en poco más de un año. Eso no lo indican.

Así que usted sostiene que se lo han quitado de encima.

Sí. Por molesto. Es una cosa vengativa. Era muy molesto para la Consejería de Sanidad. Estaba muy significado a nivel público por haber trabajado muy duramente en aspectos sociales.

¿Considera que la venganza es puramente personal?

Esta gente es vengativa y algo he tenido de culpa en que el señor Lasquetty [antiguo responsable de la sanidad madrileña que dimitió al fracasar la privatización de hospitales] dejara de ser consejero. Y de que el señor González [actual presidente de la Comunidad de Madrid] no pudiera llevar a cabo sus planes. Y el mío no es el único caso en el que se ha optado por la represión.

¿Pero negarle la prolongación de vida laboral puede compensar todo el fracaso de la privatización?

Que tienen pocas luces ya se veía. Lo han demostrado con el propio conflicto que provocaron ellos cuando había una situación de calma. Y cuando el consejero hablaba durante las protestas enfurecía más a la gente.

¿Le pilló de sorpresa que le denegaran la solicitud de seguir en su puesto?

Yo ya sospechaba que era problable conociendo cómo son. No había tenido ningún tipo de comunicación con la dirección a pesar de que había tramitado mi solicitud en enero de este año. Tendrían que haber contestado en tres meses. Nadie me dijo nada. Preguntaba y nada. Así que barruntaba que, como no habían demostrado ningún tipo de inteligencia, pues iban a hacer esto.

¿Su cese persigue algo más?

Además de la venganza, se lanza un aviso: “Si no sois dóciles y protestáis os vamos a reprimir”. Es lo que mismo que ocurrió con los directores de centros de salud que destituyeron recientemente. La represión no es tanto el daño a quien reprimen sino el miedo que infunden.

¿Pero ese miedo puede calar?

Probablemente a corto plazo sí haya gente que se sienta acongojada y que diga: “El siguiente en la lista soy yo”. Pero a largo plazo, eso nunca funciona. Lo que provoca es un mayor malestar y una mayor conciencia de que hay que movilizarse. No podemos tener esta gente dirigiendo la sanidad pública porque su objetivo es destruirla.

Usted ha sido una de las caras más reconocibles de la marea blanca, ¿cómo la ve ahora mismo?

Como en todos los movimientos, hay picos y valles. Pero el mayor éxito ha sido conseguir la hegemonía social y profesional. Se tomó conciencia de que el sistema sanitario público es indispensable para mantener unos niveles de salud buenos y que la destrucción de la sanidad pública lo es también de la salud. Y que perjudica al 99% de la población.

¿El plan privatizador se ha cerrado definitivamente?

¡Qué va! Está en un cajón hasta el día después de las elecciones. La Comunidad de Madrid pensó que con su plan podría ganarlo todo de golpe y que no habría nadie enfrente. Luego analizó que la protesta se agotaría por sí misma. Se equivocó gravemente en ambos casos y se colocó en una situación desesperada. Tuvo que casi obligar a las empresas a concursar por los hospitales y, al final, todo se convirtió en un empeño personal del presidente Ignacio González y su consejero Javier Fernández Lasquetty.

¿Para qué ha servido la marea blanca?

Madrid ha evidenciado, por un lado, que a veces se gana. Y que la resignación no es buena. Pero también le ha dicho a los ideólogos de la privatización que hay que tener mucho cuidado con estos procesos. Porque ellos siguen planteándolo, ya que está en su ADN. Estos políticos están muy ligados a los intereses económicos de las grandes empresas que quieren lucrarse con la privatización y, además, son tan fanáticos del mercado y de sus dogmas que defienden pase lo que pase. Y siguen manteniéndolo contra toda evidencia.

Al final, ¿le ha molestado terminar su carrera así?

Siempre molesta que te den un tortazo. Pero, de alguna manera, lo esperaba. También es verdad que no deja de ser un reconocimiento de que eres un adversario, que estabas enfrente. Y también ha habido mucha gente que, con todo esto, me ha apoyado. Eso reconforta.