Cada vez suenan más alto las voces en Irán que reclaman la segregación por sexo en la vida pública, una bandera que encabeza la Alcaldía de Teherán con la radical decisión de separar a sus empleados y empleadas.
El alcalde capitalino, Mohamad Ghalibaf, anunció a finales de julio no solo que dividirá a hombres y mujeres en las dependencias municipales y organismos dependientes, sino también que relevará a las empleadas de puestos en los que hay que trabajar largas horas porque “dañan su vida familiar”.
La Alcaldía también ha prohibido que se contrate a mujeres como secretarias, gerentes de oficina y mecanógrafas.
Estos pasos se unen a medidas similares, como la decisión policial de separar a hombres y mujeres en conciertos (que provocó el pasado domingo la cancelación del recital del cantante pop Mohsen Yegane, según el diario Etemad) o de establecer bancos distintos en los parques para unos y otras y evitar así que los jóvenes se sienten demasiado cerca.
Estas políticas se enmarcan en el pulso que mantienen los sectores más radicales en el poder con el más moderado gobierno de Hasán Rohaní, que prometió instaurar una mayor libertad social.
“Vivimos en un sistema islámico y tenemos dignidad religiosa”, dijo Ghalibaf en un reciente sermón del mediodía del viernes.
“Si en una habitación trabaja un grupo, por ejemplo sobre un presupuesto, y tres o cuatro son hombres y otras tantas mujeres, podemos hacer algo, como que ellas trabajen en un despacho y ellos en otro”, explicó.
Días antes, una portavoz municipal confirmó el despido “por su propio bienestar” de varias funcionarias en puestos de gestión que requerían largas jornadas lo que, según el alcalde, “con el tiempo tiene un efecto negativo en la vida familiar”.
Estas iniciativas no ha dejado a nadie indiferente y han recibido tanto aplausos como críticas cautelosas.
Alrededor de 180 diputados (de 290), han mostrado su apoyo a Ghalibaf, entre ellos Alí Mohtaharí, que señaló que “este paso debería haberse dado hace años” o Margham Sadeqí, para quien la decisión supone “un respeto a la mujer trabajadora”.
El poderoso comandante jefe de los Guardianes de la Revolución, el general Mohsen Kazemeyni, también alabó la medida y aseguró a la agencia ISNA que “si los asuntos relacionados con la ley religiosa y las creencias respecto al papel de la mujer no se toman en consideración, la influencia de las mujeres puede convertirse en múltiples amenazas para la sociedad”.
“No tiene sentido que mujeres y hombres se sienten uno al lado del otro en el trabajo” dijo, y advirtió que el porcentaje de divorcios entre mujeres trabajadoras es “alto y preocupante”.
El jefe del Poder Judicial, el ayatolá Sadeq Amolí Lariyaní, también dio un espaldarazo a Ghalibaf y señaló que, aunque “nadie quiere acusar de nada a hombres y mujeres que trabajan en ambientes mixtos, porque afortunadamente muestran contención, no se puede negar que ese clima no es el ideal”.
El Gobierno de Rohaní ha arqueado las cejas, si bien ha tratado de evitar enfrentamientos.
El ministro de Trabajo, Mohamad Taghi Hoseini, recordó en una carta a Ghalibaf que Irán es miembro de la Organización Internacional del Trabajo y está obligado a cumplir las leyes laborales internacionales, incluidas las de no discriminación, y le instó a “no manchar” la imagen internacional del país.
Luego, matizó que no se refería a la segregación, sino a la prohibición de que las mujeres ocupen determinados puestos.
El titular de Bienestar Social, Alí Rabí, también declaró que Irán debe observar “las convenciones internacionales que no contradicen los valores culturales islámicos” con el fin de combatir la “iranofobia”.
Además, precisó que “el fervor religioso” exige garantizar “que una mujer no duerma con pobreza y hambre”, en referencia a los despidos de empleadas.
La voz más crítica ha sido la de la vicepresidenta del Gobierno para Asuntos de la Mujer y la Familia, Shahindojt Mowlaverdí, que ha señalado claramente que su departamento “no aprueba la segregación por género” y ha denunciado que “quienes la aplican lo hacen sin la autorización” del Ejecutivo.
Ghalibaf argumenta que la creación en Teherán de cinco parques solo para mujeres, criticada en un primer momento por los medios reformistas, ha sido todo un éxito.
Sin embargo, es probable que su amplia aceptación esté influida por el hecho de que es el único sitio público de la ciudad donde ellas pueden pasear con el pelo y parte del cuerpo descubierto. Ana Cárdenes