Los próximos seis meses van a ser claves en el camino hacia una regulación del cannabis con fines medicinales. El Congreso estudiará por primera vez una posible regulación de la marihuana terapéutica tras la aprobación este jueves por el pleno de la Cámara Baja de una subcomisión ad hoc. Esta subcomisión tendrá como objeto “analizar experiencias de regulación del cannabis para uso medicinal” con la intención última de realizar un informe “sobre la evidencia científica existente” respecto a la cuestión. Este documento será remitido al Gobierno “para que sea utilizado en la regulación del cannabis como uso médico en el Estado (...), dotando así a las y los pacientes de los mismos derechos y garantías que ya disfrutan miles de pacientes de otros países del entorno”, según se lee la propuesta que realizó el PNV y a partir de la cual se ha creado la subcomisión.
Después de muchos intentos, la rueda de la legalización del cannabis, aunque sea parcial, está girando en el Congreso, celebran los pacientes y asociaciones de consumidores de marihuana. Especialmente los que lo usan con fines terapéuticos, pero también los defensores de la legalización integral porque todos los pasos hacia delante son bien recibidos. Y el momento es propicio, las esperanzas son altas. “Ha sido un día muy bonito e importante para los pacientes”, celebra Carola Pérez, presidenta del Observatorio Español de Cannabis Medicinal (OECM), que lleva cinco años trabajando con los partidos políticos en favor de una regulación. “Espero que de aquí salga una regulación. Es solo un primer avance, el primer paso de un camino largo que no va a ser sencillo, pero aquí estamos por fin”, valora.
La subcomisión tendrá ahora seis meses para realizar el informe y presentar sus conclusiones. Si la Comisión de Sanidad y Consumo aprueba el texto, se elevará al Pleno de la Cámara para su debate y aprobación. De ahí iría al Gobierno, que tendría si se cumplen los plazos menos de año y medio para aprobar una hipotética regulación; si no lo hacen, el trabajo decaerá con la próxima convocatoria electoral y habría que empezar de nuevo, aunque el informe seguirá siendo válido.
Daniel Viondi, diputado del PSOE y quien será portavoz del partido en la subcomisión, explica que la idea es “evaluar qué se hace en otros países, escuchar a nuestros científicos y dar una propuesta que reúna seguridad, dé garantías de salud pública, que esté enfocado a lo que se aprueba y concretar también qué es el cannabis medicinal”.
Viondi insiste en este punto para aclarar confusiones. “Cuando hablamos de cannabis medicinal no hablamos del cannabis para usos lúdicos o recreativos. Si puede tener un uso que beneficie a la salud pública y los pacientes hay que valorarlo, pero queremos separar los dos”, avisa. Pérez, del OECM, se manifiesta en términos similares. “No hablamos de fumar, no mezclemos debates de menores y porros”, pide, “hablemos de evidencias en otros países”. El observatorio apuesta por los aceites, los preparados ad hoc en farmacias, las pastillas o los vaporizadores, explica. Y un aviso a navegantes: el autocultivo está descartado para el consumo terapéutico, porque los científicos entienden que de esa manera no se puede conocer los cannabinoides que tiene una planta que se presenta en centenares de variedades distintas.
“Es un paso más y como tal hay que valorarlo”
Fuentes parlamentarias y del asociacionismo que defiende la regulación destacan que esta apertura del PSOE a estudiar la cuestión es probablemente el empuje definitivo que necesitaba la legalización terapéutica. “Este cambio de postura del PSOE supone un cambio de paradigma”, celebra Pérez, del OECM. Lucía Muñoz, diputada de Unidas Podemos, se manifiesta en términos parecido: “Es un paso importante para abrir el debate, dado que partían de una posición prohibicionista”.
Entrando en el terreno de la política ficción, el (hipotético) apoyo socialista a la regulación, unido al habitual de partidos de izquierdas, nacionalistas e independentistas o incluso Ciudadanos, que siempre ha defendido la regulación terapéutica, aseguraría la mayoría, pero las partes son prudentes y nadie se aventura a prever qué puede pasar. “Es un paso más”, explica Gorospe, del PNV, “y como tal hay que valorarlo. Hay que romper inercias, escuchar voces, ver qué se plantea y qué problemas hay en otros países”, añade.
El socialista Viondi replica que su partido incluyó la cuestión en las resoluciones que el partido alcanzó en su 39 Congreso, aunque en el PSOE la postura sigue siendo que “no hay evidencia científica a día de hoy. Lo que hay es mucho proyecto piloto”, sostiene en alusión a los programas de otros países.
Pero Viondi también concede que el hecho de que estas otros estados los tengan (tan variadas como Francia, Israel, EEUU, Canadá, Uruguay, Alemania, Italia y un largo etcétera) es “indicativo”, pero defiende la necesidad de que representantes de estos países vengan a España a explicar sus modelos y los problemas que están afrontando.
El paso dado este jueves es valorado por todas las partes interesadas en la regulación, aunque para muchos se queda corto. Unidas Podemos, que está preparando en paralelo una Proposición de Ley para un uso integral del cannabis, cree que el marco de debate que ofrece la subcomisión es “bastante estrecho” porque se aborda una cuestión “multidimensional”, como es el cannabis, “desde un solo punto de vista”, explica la diputada Lucía Muñoz. “¿Qué pasa con la vertiente económica? ¿Quién va a producir el cannabis, quién va a hacer negocio y se va a quedar los beneficios? ¿Qué pasa con la brecha de género, por la que las mujeres pagan el pato del crimen organizado? ¿Qué pasa con la ley mordaza? ¿Alguien se pregunta las consecuencias que puede tener para un chaval que le multen con 600 euros por posesión?”, reflexiona. Ninguna de estas cuestiones se aborda en el debate del cannabis medicinal.
En cualquier caso, valora Muñoz, “es un paso importante que un médico pueda recetar cannabis”. Pero el partido morado está trabajando en paralelo en una proposición de ley para la regulación integral del cannabis, aunque por el momento no la tiene cerrada y no tiene fecha de presentación. ERC o Más País también se están moviendo en el legislativo, y Geroa Bai ya ha presentado una propuesta en el Senado para que se regulen los clubes sociales de cannabis, que afloran por toda España amparándose en la ambigüedad de la ley.
El momento es ahora
Los defensores de la regulación creen que, en este momento social, el único final posible de este proceso es la regulación. La sociedad española está preparada, cuentan citando un encuesta reciente del CIS que cifra en un 90% el apoyo a la regulación con fines terapéuticos, que desde el PSOE también señalan como decisiva para medir el pulso social con la cuestión. Aluden también los prorregulación a todos los países –de nuestro entorno o no, de los considerados primer mundo, pero también de los llamados en desarrollo– que ya tienen programas medicinales o incluso recreativos. “¿Están todos equivocados?”, razonan. “Suponemos que ellos se basarán en evidencias científicas”, argumenta la impulsora de la comisión, Josune Gorospe.
Señalan también la contradicción injustificable que ven en el hecho de que el Gobierno dé licencias a ciertas personas (empresarios que ya hicieron fortuna con otras drogas como el opio, como es el caso de Juan Abelló) para cultivar y exportar cannabis a otros países, ese mismo cannabis que todos los anteriores ministros de Sanidad han rechazo regularizar porque “no hay evidencia científica suficiente”. Pero incluso aquí hay avances, entendidos como una mayor predisposición del Gobierno: la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) cada vez otorga más licencias de este tipo, tanto para el cultivo y producción con fines de exportación como para la pura investigación médica, una de las cuestiones por la que los científicos piden la regulación terapéutica: con una normativa, se facilitaría mucho la investigación.
Viondi, del PSOE, es consciente de que parte de la sociedad no acaba de entender esta situación. “Vamos a intentar que haya una cierta sintonía y armonía en las decisiones”, desliza, preguntado por esta contradicción.
Y, por último pero no menos importante, se destaca el cambio de postura que tuvo la ONU en la Convención de Viena el pasado mes de diciembre, cuando eliminó el cannabis de la lista IV de sustancias estupefacientes, las que se considera no tienen propiedades terapéuticas y están sujetas al control máximo, para dejarlo en la I, donde están las que sí tienen potencial médico. Este paso, que tendría que haberse dado el pasado año pero fue pospuesto, también es señalado por Viondi como fundamental para el apoyo del PSOE.
Qué esperar de la subcomisión
La ruta está dibujada, pero queda por delante todo el trabajo. La subcomisión debe constituirse, los partidos pactar los expertos que pasarán por ella (representantes de los diversos programas de cannabis medicinal internacionales y científicos que expliquen la evidencia existente que respalde dichos programas) y finalmente, idealmente con consenso absoluto pero si no con mayoría, emitir un informe que acabe en el Gobierno.
¿Qué incluirá ese informe? Las conclusiones alcanzadas tras las comparecencias de los expertos y, quizá, recomendaciones. “Veremos la forma definitiva que tiene. Se puede incluir por ejemplo si hay algún modelo que esté funcionando y nos parezca destacable”, señala Gorospe, del PNV, “o proponer al Gobierno que contemple tal experiencia para ponerla en marcha”. Viondi insiste en que es importante delimitar el debate. “Hay que aclarar qué es el cannabis medicinal, si hablamos de THC o CBD (los dos principales principios activos que tiene la planta, el primero tiene efectos psicotrópicos y el segundo no), de fumar o de inhalar... Bajo el mismo nombre hay realidades distintas en los países y en España a veces hay confusión”.
Pérez, del OECM, se conforma con “salir del modelo del Sativex y el Epidiolex”, los dos medicamentos que incluyen cannabis que sí están comercializados en España. “Esperamos que tengan cabida otro tipo de preparados, como los aceites o las fórmulas magistrales”, dice en alusión a los medicamentos que preparaban antiguamente los farmacéuticos ex profeso con la composición concreta de algo que un paciente necesita. Las grajeas, óvulos vaginales o parches son otros métodos de consumo de cannabis medicinal.
Otra “batalla fundamental”, dice Pérez, es saber “qué patologías van a estar incluidas y por tanto quién puede acceder al cannabis medicinal: si el dolor crónico, el neuropático, el cáncer sí o no...”. Pero para eso queda tiempo. Este jueves se ha dado solo otro paso más. Pérez, tras cinco años “agotadores” de lobby y muchos más de un consumo clandestino que le permita sobrellevar el dolor neuropático que marca su vida, está esperanzada.