A menos de dos meses para el próximo 8M, en la semana en la que el Partido Popular ha pactado para gobernar Andalucía con un partido que promete combatir “la ideología de género”, la directora del Instituto de la Mujer, Silvia Buabent, recibe a eldiario.es en su despacho. El Instituto, en su día un organismo clave para el avance de la igualdad, devino a menos asfixiado por los recortes presupuestarios y la falta de contenidos. Buabent, concejala de Igualdad en Fuenlabrada (Madrid) entre 2011 y 2018, se propone impulsarlo de nuevo. Más presupuesto, hasta un 20% más si se aprueban las cuentas de 2019, una escuela de pensamiento feminista, recuperar unas becas que cayeron en el olvido, o un proyecto para acercarse a las mujeres jóvenes son algunas de las iniciativas que desgrana su directora. Mientras, como feminista y como parte de un Gobierno que se define como tal, muestra su preocupación por la confusión interesada en torno a la violencia de género y su convicción de que el Ejecutivo sabrá cómo responder ante un 8M del que se espera mucho.
Esta semana hemos visto al PP y a Ciudadanos pactar con Vox para gobernar en Andalucía. Aunque el pacto no recoge la derogación de leyes como la de igualdad o violencia de género, sí incluye expresiones ambiguas, y sobre todo, se produce después de que durante días hayamos oído hablar de ideología de género y de confusiones interesadas sobre violencia de género y doméstica. ¿Cómo valora el pacto, qué consecuencias puede tener?
Es un pacto que hay que llamar por lo que es: un pacto de las derechas que, no explícitamente, pero sí implícitamente va a traer cambios que implican retrocesos para las mujeres. En un documento hay que ver el fondo y el trasfondo, y en este caso el trasfondo es amplísimo y habla de cosas muy concretas que no van ser ampliaciones de derechos, sino lo contrario. Nada de lo que conseguimos las mujeres ha sido gratis y además no es algo permanente, hay que estar muy alerta. En cierto sentido Vox ha recogido diferentes descontentos sociales, lo ha leído bien, y lo ha llevado al extremo. Pero no va a ser fácil, ya lo estamos viendo, todavía no han empezado a gobernar y ya empiezan a tener sus primeros conflictos en algo como una consejería de familia.
Por mucho que Ciudadanos diga que que no ha pactado con Vox, si Bonilla llega al gobierno de Andalucía va a ser con los votos de Vox y lo que pueda hacer o no va a depender de las decisiones que puedan tomar conjuntamente. Es la hora de que todo el mundo de la cara y diga dónde quiere estar y me preocupa muchísimo cosas que se han dicho estos días, como igualar la violencia de género o doméstica. Que lo diga el PP, un partido que firmó el Pacto de Estado contra la violencia de género...
¿Está el PP jugando a la confusión con la violencia de género?
No están jugado, durante mucho tiempo el PP habló de violencia doméstica, pero se reconvirtió. Ha utilizado la presencia de este nuevo partido para sacar a al luz algo que ya tenían dentro. No olvidemos quién ha sido el partido que ha recurrido la mayoría de las leyes sobre igualdad que ha tenido este país. Estas posiciones que ahora vemos del PP no nos son desconocidas.
Quedan menos de dos meses para una nueva huelga el 8M, ¿cómo debe responder un Gobierno que se reivindica como feminista?
El Gobierno va a estar donde estén las mujeres, y el Partido Socialista también tiene clara esa posición. Hay que estar.
¿Eso quiere decir que vamos a ver a un Gobierno secundar una huelga?
Habrá que verlo, pero estoy convencida de que daremos el do de pecho y estaremos con las mujeres.
Sería paradójico, porque las huelgas, aunque esta no sea un paro convencional, siempre se hacen contra los gobiernos de turno o al menos con demandas concretas que apelan a las administraciones. ¿Con dar el do de pecho se refiere también a legislar, a aprobar medidas concretas?
La responsabilidad institucional sabemos dónde está. Evidentemente hay leyes concretas como la de igualdad laboral que van a tener un impulso sobre todo porque estamos convencidas de que la igualdad entre hombres y mujeres pasa por la autonomía y la independencia de las mujeres y esta tiene que conseguirse en el empleo.
Cuando tenemos legislación sin penalización, cuando lo dejamos al libre albedrío, tiende a no cumplirse. Nuestra Ley de Igualdad de 2007 fue un gran acierto pero con el tiempo hemos visto su capacidad de mejora. La mejora pasa por ser más audaces. Y eso significa, por ejemplo, que haya cuotas obligatorias, que sería una de las principales novedades de la Ley de Igualdad Laboral: penalizar a las empresas que no llegan a la paridad en sus órganos de decisión en un tiempo determinado.
La violencia sexual está más que nunca en la agenda. Más allá del debate sobre la justicia y el Código Penal, ¿cree que hay algo más que debe hacerse?, ¿piensa que esta ruptura del silencio de las mujeres está sirviendo?
Cuando una intenta llevar a cabo políticas públicas de igualdad siempre dudamos entre aquello de contar o no, pero todo lo que sea visibilizar lo que nos ocurre a las mujeres por serlo, siempre beneficia. Otra cosa es cómo trabajemos con eso. Está claro que ahora la violencia sexual es algo que está más presente en la sociedad y eso es bueno, porque estamos más pendientes, aunque podemos temer efectos en contra, como el posible efecto imitación.
Creo que hay que introducir en el debate la educación afectiva sexual y la pornografía. En el currículum de jóvenes y adolescentes no hay nada que hable de educación afectiva sexual y ahí radica parte del problema de la violencia sexual. Eso hace que como referencia tengan el porno que ven Internet y eso significa que normalizan ciertas actitudes que no es lo que necesita una sociedad donde prime el buen trato.
Ha hablado varias veces de que las instituciones, como el propio Instituto, deben acercarse a las mujeres jóvenes. ¿Cómo?
Una de las cosas en las que más interés estoy poniendo es en ver qué necesitan, porque a veces tengo la sensación de que hablamos lenguajes distintos. Desde las instituciones pensamos que necesitan unas cosas que no son las que escuchas cuando hablas con ellas. Por eso me estoy reuniendo con asociaciones de mujeres jóvenes, hay que escuchar.
También hemos encargado un estudio específico sobre mujeres de 18 a 30 años para a partir de ahí hacer un diagnóstico que nos sirva para hacer políticas públicas específicas. Nos falta información, por eso no solo quiero lo cuantitativo, quiero lo cualitativo y por eso les vamos a preguntar por la parte educativa, la relación entre estudios y empleo, por lo afectivo-sexual, y también saber qué esperan de las instituciones.
¿Cómo revitalizar el Instituto de la Mujer, después de una época de recorte de presupuestos y competencias?
El Instituto perdió el liderazgo en políticas de igualdad y mi objetivo es volverlo a poner en la centralidad del mapa de igualdad. Estamos en un momento en que hay muchas posibilidades y tiene un equipo que se va a dejar la piel en ello. El movimiento se demuestra andando y más allá de las fotos hay que traducir ese compromiso político. Eso se hace en dos formas, con presupuesto y con recursos humanos especializados.
Si de verdad estamos convencidas y convencidos de que la igualdad es central y el principal reto al que nos enfrentamos como sociedad, necesitamos esas dos cosas. Si hay algo en lo que el PP es experto es en vaciar de contenido los espacios. No lo usaron, le mermaron económicamente, no se repusieron las jubilaciones... En los presupuestos de 2019 nuestra partida crece más de un 20%, hay una apuesta fuerte.
El Instituto cuenta con un Observatorio de la Imagen de las Mujeres para recibir y tramitar quejas. ¿Qué tipo de quejas les llegan?
Las principales denuncias son por el uso del cuerpo y la imagen de las mujeres como reclamo publicitario. En televisión, en prensa escrita... Hemos tenido también multitud de quejas de Gran Hermano. Hay que ser conscientes de que no todo vale. Muchos de estos anuncios incumplen la Ley de Violencia de Género o la Ley de Comunicación Audiovisual. Si de verdad queremos erradicar la violencia hacia las mujeres todos y todas tenemos que asumir nuestra parte, y la audiencia o los beneficios económicos no pueden estar por delante.
¿Qué hacen con esas quejas, sirven de algo?
Tenemos la potestad de llevar algunas de esas quejas a la CNMC. Pero siempre que nos llega una contactamos con la empresa o el medio concreto, se lo comunicamos y les instamos a que lo cambien o quiten. Intentamos hacer una labor de pedagogía, porque ir a la sanción directamente quizá no tenga siempre el efecto que necesitamos, que es que no se repita.
Uno de los debates más intensos que se ha reavivado en los últimos meses ha sido el de la prostitución. Un documento interno del PSOE propone sancionar penalmente a los clientes como parte de un modelo para abolirla. ¿Está de acuerdo con esta medida?
La penalización es una de las herramientas, pero no puede ser la única, es más, puede que no sea la más importante. O hacemos algo en lo afectivo-sexual o la sanción no servirá por sí sola. Por eso creo que es importantísimo que seamos capaces de hacer prevención y sensibilización, que seamos capaces de transmitir que la prostitución es el uso del cuerpo de las mujeres para uso y disfrute de algunos. Es un tema de profundo calado, que no puedo separar de la trata, que es poliédrico y que necesita mucho consenso.
¿No cree que puede parecer poco convincente ver a un Gobierno que se dice abolicionista no haber tomado ni una sola medida en esa dirección después de clamar contra la formación del sindicato OTRAS?
Se está trabajando en la Ley de Trata. No voy a decir que tiempo al tempo, pero se va a ver, vamos a ver cambios.