El mar Mediterráneo está esquilmado. La sobrexplotación de las especies de sus aguas ha llegado a un punto que “necesita soluciones urgentes para revertir esta situación”, según admite el Ministerio de Agricultura Pesca y Medio Ambiente en su borrador de plan para la conservación de recursos pesqueros que ha podido ver eldiario.es. El proyecto reseña que la “sobrepesca en el Mediterráneo sigue siendo generalizada”.
El 93% de las variedades objeto de pesca en este caladero están en mal estado por el volumen de capturas que han estado soportando. Algunas, como la merluza que nada en las aguas fronterizas con Francia, se pesca 12 veces más de lo sostenible, según los índices descritos por el Instituto Español de Oceanografía. Otras lo multiplican por tres, como los salmonetes o la gamba blanca, de acuerdo con las evaluaciones del IEO que sirven de apoyo técnico a la norma en redacción.
Los seguimientos del instituto explican que existe un alto grado de esquilmación y el borrador del Ministerio incluye que “podría paliarse, según las recomendaciones reiteradamente expresadas, mediante una reducción del esfuerzo”. Es decir, pescar menos. Se trata de que los bancos vuelvan “a unos límites biológicos seguros y se exploten de manera sostenible”, ordena la norma.
Reducir la explotación
La orden es reducir la tasa de explotación y la mortalidad por pesca de diversas especies y en diferentes zonas del Mediterráneo. Afecta tanto a las variedades que nadan en aguas alejadas como la sardina o el boquerón (llamadas pelágicas) como a los stocks que viven sobre la plataforma continental (demersales) como pueden ser las merluzas, los salmonetes, las gambas rojas y las blancas.
Se ha hecho necesario dibujar áreas restringidas para la pesca que sirvan de santuarios para “facilitar la conservación y desarrollo de los reclutas y reproductores de los ejemplares”. Aguas donde las especies se recuperen de las pérdidas. También prohibir la captura mediante arrastre de fondo de variedades que el mercado había colocado en lo alto de la demanda como el chanquete.
Además, se prevé reducir los días de faena entre un 2% a un 10%, según especies y zonas marítimas, a partir de 2018. El articulado incluye mantener prohibidas algunas técnicas especialmente masivas como el arrastre por parejas de buques, las artes que arañan los fondos rocosos y arrecifes, o los arrastres de gran abertura vertical.
La supervivencia de la fauna marina comercial afecta a todas las formas de pescar y a todos los barcos que faenan en el Mediterráneo.
En sus aguas trabajan unos 652 buques de arrastre “muy dependiente de stocks sobreexplotados”, según el Plan de Acción del Ministerio redactado en 2015. Según el documento deben rebajar un 20% su presión sobre los bancos. La dificultad estriba en saber cómo están los bancos ya muchos barcos no han estado obligados “a declarar por ser considerados artesanales”. También se apuntó a la falta de control sobre flotas extranjeras.
El grupo que pesca con cerco son unos 211 buques. Gran parte tiene dependencia de un pez en grave estado como la sardina. El Plan de Acción incluso propone, entre otras medidas para esta flota, la “paralización definitiva de la actividad pesquera”. Y abundaba: “Procede establecer ayudas para el ajuste de la capacidad mediante la paralización definitiva, priorizando el segmento de 24 a 40 metros [de eslora] y el fomento del abandono voluntario”.
Para los 107 barcos que pescan con anzuelo también se consideró necesario la reducción en un 20% de la presión sobre stocks muy sobrepecados como son el besugo o el pez espada mediterráneos. Completa la escena la técnica de enmalle (136 buques de artes menores y palangre) que no padecen “dependencia de variedades vulnerables”.
Límite 2020
El tiempo límite para conseguir un equilibrio que recoge el documento es 2020. Se trata de una prórroga ya que el plan de conservación debía haber logrado ya sus objetivos. “Nos parece que da pasos en la buena dirección, pero tenemos dudas de que se vaya a llegar a tiempo para ese año”, analiza Eneko Aierbe, responsable de pesca de Ecologistas en Acción. “Eso sin tener en cuenta que el primer plazo fue 2015 y se incumplió argumentando que era imposible”, remata.
Raúl García, encargado de pesquerías en WWF entiende también que esté documento es “un avance porque es el primer esfuerzo global para gestionar este problema”. Se busca una confluencia entre los ambientalistas, los pescadores y la Administración.
Sin embargo, a pesar de que “vamos a tener indicadores de la capacidad del mar”, García apunta a que no se han tenido en cuenta algunas actividades que esquilman, en ocasiones, muy significativamente: “Por ejemplo la pesca recreativa que en zonas de Baleares y Cataluña pueden suponer el 40% de las capturas de meros, lubinas y doradas”. “Estamos en una situación límite y es la primera vez que las ONG y el sector pesquero estamos de acuerdo en que hay que hacer una gestión real y seria. Con medidas sociolaborales que suavicen la transición”.