La gripe en España causa hasta tres veces más muertes de las que registra el Instituto Nacional de Estadística, que en 2017 fueron 1.175. Es una de las conclusiones de Emerging Infectious Diseases, un estudio desarrollado por el Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP). El impacto del virus en la mortalidad “no se conoce bien”, resume su coordinador Jesús Castillo, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Por ello, analizaron en Navarra –en colaboración con el Instituto de Salud Pública de la comunidad y la ayuda de un grupo de tanatorios– una muestra de personas fallecidas por múltiples causas durante la temporada de gripe.
En su investigación, el equipo encontró el virus en el 18% de los fallecidos en 2017, cuando solo el 7% había recibido el diagnóstico antes de morir. A ese dato científico le añaden otro estadístico, del que partían: enero es, históricamente, el mes con más decesos en España para el conjunto de causas. En 2017 hubo 49.370 muertes en todo el país en esos 30 días, frente a las 30.049 de septiembre.
Una diferencia entre los meses de invierno y verano de casi 20.000, muy superior a las 1.175 muertes por gripe, que se producen casi en su totalidad durante el frío, que registraba el INE en todo 2017. Esa diferencia de casi 20.000 fallecimientos no puede asociarse solo al virus, pero ya otros estudios, como el que analizaba las temperaturas umbrales de disparo de mortalidad atribuible al frío en España en el periodo 2000-2009, describían la gripe como “el principal agente infeccioso que se asocia a la mortalidad invernal”, aunque luego no quede como la causa de muerte directa.
El impacto real “es difícil de estimar, ya que las defunciones debidas a gripe suelen ser atribuidas a diferentes procesos patológicos”, decían en el mismo informe, del Instituto de Salud Carlos III. “El problema es que, cuando una persona fallece, suele haber varias causas. La gripe no mata a una persona sana, o es muy excepcional, sino a gente que ya tiene otras dolencias. El diagnóstico ha mejorado, pero esas algo más de 1.000 muertes siguen chocando con la mortalidad del invierno”, en palabras de Jesús Castillo.
El INE proporciona anualmente las cifras sobre defunciones con un método, sujeto a constantes revisiones, respaldado por el Reglamento Europeo. Se basa en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se refiere a la “causa básica” de la muerte. Se define como “la enfermedad o lesión que inició la cadena de acontecimientos patológicos que condujeron directamente a la muerte” y se conoce a partir de certificados médicos, donde se darían esos sesgos.
En todo caso, la mortalidad por gripe no pone en cuestión la eficacia de la vacuna sino que plantea que en algunos casos esta se banaliza. “No se le da la importancia que tiene”, sigue Castillo, que expuso el documento en unas jornadas de la SEE. Porque “la recomendación siempre es la vacunación: la gripe produce más muertes de las que pensamos, pero la vacuna previene también más muertes de las que pensamos”. La campaña 2019-2020 en España se iniciará entre la tercera semana de octubre y la primera de noviembre, y están llamados los mayores de 65 años, personas con enfermedades que se pueden complicar por la infección, mujeres embarazadas y profesionales con riesgo de contagio como sanitarios, entre otras.
Síntomas habituales, menos diagnósticos
La gripe ocasiona cada año en todo el mundo entre 250.000 y 500.000 defunciones, de acuerdo con cálculos de la OMS. Entre la población de riesgo, la OMS recomienda alcanzar una cobertura del 75% de vacunación. En España para mayores de 65 está en torno al 60%. La vacuna evita por sí sola, según datos de Salud Pública de la Unión Europea, hasta 37.000 muertes cada año.
Javier Padilla, médico de familia y autor del libro sobre sanidad pública A quién vamos a dejar morir, explica el fenómeno desde la consulta: “La gripe es un diagnóstico clínico que se da por sintomatología. Existe un infradiagnóstico porque, para empezar, muchas veces se puede confundir, por ejemplo, con un catarro”. La gripe produce complicaciones en población vulnerable, que son personas mayores pero, también, con enfermedades crónicas. “Si alguien con problemas cardiacos sufre un empeoramiento a raíz de una gripe y acaba sufriendo un infarto, no se acaba sabiendo que el virus ha sido el origen y no entra en las cifras”, explica. Padilla advierte de que esto pasa con muchas otras causas de muerte que luego se simplifican y quedan escondidas en las estadísticas.
Para Padilla, el impedimento al que más se enfrenta el trabajo por la concienciación es la desinformación. El virus de la gripe varía cada año –en 2019 en España cubre tres cepas– y la composición exacta del tipo de vacuna se decide entre varios organismos –como el Consejo Europeo– y farmacéuticas. Por eso “mucha gente se vacunó un año de un tipo de virus y entonces no le funcionó, o tuvo un catarro con síntomas parecidos, y ya desconfía”. La gestión de la Gripe A del año 2009 también hizo “mucho daño” en la percepción general. Por eso para él hay que transmitir el mensaje “de que la vacuna nunca va a causar la gripe, ya que se trata de un virus muerto en todo caso”.