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Pruebas en 24 horas y aislamiento inmediato: la clave que Sanidad exige a las autonomías para contener rebrotes

El frente marítimo de Barcelona este domingo

Marta Borraz / Raúl Rejón

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Acortar el tiempo que se tarda en detectar y confirmar un sospechoso de coronavirus es una de las prioridades que permitirán controlar los probables nuevos brotes de contagios a medida que España se adentre en la desescalada. Sanidad se ha marcado el objetivo ideal y “ambicioso” de hacerlo en dos días y, para ello, ha ordenado a las comunidades pruebas PCR en las primeras 24 horas de síntomas. El ministerio actúa con el horizonte de que los nuevos focos van a producirse: “Es una hipótesis con la que tenemos que trabajar como si fuera el futuro porque es lo que probablemente va a pasar”, señaló Fernando Simón después de que Pedro Sánchez lo diera por hecho.

El Gobierno confía en minimizar este riesgo mediante la estrategia de detección precoz, vigilancia y control que tienen que poner en práctica las autonomías tras la reunión de este lunes con Salvador Illa. Durante toda la fase de mitigación de la pandemia, Simón ha repetido que los datos diarios son una fotografía de lo que ocurría “hace unos diez días”, un plazo demasiado largo, entiende, para controlar el impacto de reabrir la movilidad, los comercios o las fábricas. Por eso, “se están estableciendo mecanismos” con “indicadores diarios y semanales” para “reducir los tiempos”, ha dicho Simón.

Actualmente, la mediana de días que transcurren entre el inicio de síntomas y el diagnóstico es de seis, según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII). La idea es que los positivos se confirmen más rápido y se haga “en uno o dos días” el rastreo de todos los contactos con los que ha estado “desde el inicio de los síntomas y al menos 48 horas antes”, cifra Fernando Rodríguez Artalejo, epidemiólogo y director de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid. El siguiente paso, una capacidad que también deben tener previstas las autonomías, es el aislamiento de los contagiados. Si no pueden en sus domicilios, deberán contar con espacios para ello.

Todas estas previsiones servirán para controlar en este nuevo escenario el “esperable” aumento de los contagios a medida que se incrementa la movilidad, según coinciden los epidemiólogos. Avisan, eso sí, de que su intensidad dependerá del grado de cumplimiento de las medidas de higiene y distanciamiento, tal y como ha advertido la OMS este lunes. “En la medida en que todavía existe transmisión, hay riesgo porque no tenemos el virus a raya. Cada vez que 'abrimos el grifo' se incrementan las posibilidades de rebrote en este ciclo epidémico, por lo que debemos estar preparados para que esto ocurra”, señala Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Publica.

Reforzar la Atención Primaria

Por eso es crucial el refuerzo de los sistemas de vigilancia epidemiológica debatido este lunes en el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. Se trata de una tarea que “no es fácil”, pero que “debería estar diseñada antes de desescalar para que, cuando aumenten los contagios, podamos actuar pronto”, señala Artalejo. Según Sanidad, el sistema sanitario ya está acostumbrado a hacer seguimiento de casos de enfermedades contagiosas mediante la red de vigilancia, pero el reto es el volumen “mucho más importante”. Ello implicará reforzar la Atención Primaria (contratar personal o reasignarlo) y ampliar su capacidad diagnóstica, establecer protocolos y formar a los sanitarios o incluso recurrir a voluntarios.

Las comunidades deberán dar cuenta también de la capacidad para monitorizar casos sospechosos a los que aún no se les ha hecho la prueba. Según Artalejo, esto implica que el seguimiento de la pandemia no dependa solo de las notificaciones de confirmados y también aquellos casos probables sean tenidos en cuenta para evaluar el ritmo. Para ello “habrá que contar con registros de llamadas con clínica compatible con la COVID-19 en los centros de salud y que sean reportados. Si uno ve que se produce un incremento significativo de estas llamadas, aunque no haya diagnóstico, puede pensar que está pasando algo”. Sanidad admite que los sistemas de vigilancia contarán con “nuevos indicadores y un nivel de desagregación detallado” sin aportar más detalles.

Estas capacidades epidemiológicas deben compatibilizarse con el indicador de plazas de UCI y camas para agudos anunciado en el BOE este domingo: las comunidades tienen que asegurar que podrán disponer de un mínimo de 1,5 de las primeras y 37 de las segundas por cada 10.000 habitantes para iniciar sus planes de desescalada. Todo ello con el objetivo de que los repuntes no pongan al límite al sistema sanitario, como ya ocurrió en las fases más acusadas de transmisión del virus. López Acuña considera que “debemos estar preparados” para que haya rebrotes, pero ahí “la clave es cortarlos de raíz de inmediato y apagar el fuego para que no se descontrolen”.

Controlar de cerca el ritmo

Para evitarlo, el marco de la desescalada implica que la apertura a la vida social y económica sea gradual y cada paso se analice. “Tendremos que ver en esta primera etapa qué implicaciones tienen las reuniones de diez personas, por ejemplo, e ir viendo progresivamente cómo afectan las medidas”, explica Alberto García-Basteiro, investigador en epidemiología de Hospital Clínico de Barcelona. La idea es que los repuntes sean “pequeños” y “controlables”, es decir, que no pongan al límite al sistema ni lleguen al pico: “Tenemos una curva que desciende y si empiezan a aumentar los casos generará cierta alerta. Si es un incremento muy paulatino y lento y la curva está plana, no será preocupante, pero sí si empieza a ser más agudo”.

El riesgo de un incremento más o menos generalizado de contagios convivirá con los brotes de casos circunscritos a espacios limitados. Para Artalejo es algo “esperable” y “probable” que ha pasado en otros países. Recientemente, la provincia China de Harbin se ha visto obligada a reforzar sus restricciones tras un rebrote localizado de algo más de 50 casos. Son “pequeñas epidemias” en “espacios limitados” que “si no se controlan rápidamente” obligan a tomar medidas drásticas.

Según el epidemiólogo, “lo más probable” es que este tipo de focos se vean más a medida que avanza la desescalada y cuando más nos acerquemos a la 'nueva normalidad'. Y ahí “lo que hay que tener es mucha capacidad para controlarlos. Es quizás el reto más importante de lo que viene ahora”. No obstante, todos los expertos coinciden en que “no hay que confundir” el aumento de positivos que puede darse ahora con “una nueva ola epidémica” que mantendrá al sistema en tensión hasta que haya vacuna o se consiga inmunidad de grupo, remacha López-Acuña.

De momento, y con los ritmos actuales, en unos 10 o 12 días “veremos lo que ha representado” el levantamiento de las restricciones, dice García-Basteiro. De ahí que se pruebe en lugares que tienen transmisión muy baja. Las islas canarias El Hierro, La Gomera y La Graciosa y la balear Formentera han pasado directamente a la fase 1 y el resto de territorios podrán hacerlo el día 11 si están listos y cumplen con todos los criterios. Y siempre teniendo en cuenta que el proceso puede dar “pasos atrás”, como advirtió Sánchez el pasado 23 de abril: “Lo importante es no titubear si hay que retroceder y controlarlo muy de cerca”, añade el epidemiólogo.

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