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Temor y estigma por la viruela del mono: “Me han puesto problemas en el trabajo”

La escasez de vacunas, el miedo combinado con el desconocimiento y el renacimiento del estigma sobre el colectivo de hombres gays y bisexuales es el rastro que también deja consigo, al menos en España, el brote de viruela del mono detectado en más de 70 países. Expertos y pacientes coinciden en que lo más importante para frenar la expansión de este virus es que lleguen más vacunas. Por el momento, en nuestro país han muerto dos personas con la infección.

España ha recibido un total de 5.300 vacunas para luchar contra la viruela del mono, que ya se han empezado a inyectar a diferente ritmo dependiendo de las comunidades. Por ejemplo, Madrid ha puesto 790 viales, mientras que en Aragón no se ha administrado ni una. En estos momentos, España está a la espera de más dosis, concretamente 7.200, que llegarán en muy pocos días, según ha confirmado a este diario el Ministerio de Sanidad. Pero mientras llegan, las infecciones se siguen produciendo, al tiempo que también se disemina el estigma que recuerda a las sombras que trajeron consigo los peores momentos de la epidemia por VIH de hace cuatro décadas.

Daniel, un arquitecto de 34 años que vive en Madrid, asegura que hay mucha desinformación con la viruela del mono y que eso es lo que ha acrecentado el estigma y los miedos. “Como no hay un canal directo de información, de gente que esté alertando con conocimiento de causa, estamos buscando información por nuestra cuenta. Dependiendo de dónde leas, parece una cosa u otra”, comenta.

Como muchas otras personas, Daniel todavía tiene dudas sobre si debería vacunarse o no. “Yo daba por hecho que era imposible contagiarse por quitarse la camiseta en una fiesta, pero mi pareja está más preocupada. Nosotros no tenemos sexo con más gente, pero sí que nos gusta salir de fiesta”. “Sabemos que hay un peligro, pero no sabemos cómo podemos minimizarlo”, reconoce.

La idea de que esta es una enfermedad que solo afecta a los hombres que tienen sexo con otros hombres es errónea. La viruela del mono no es una enfermedad de transmisión sexual, se contagia por un contacto estrecho de piel con piel o de mucosa con mucosa. ¿Es posible contagiarse en el Metro? ¿Y en un festival de música? Los expertos insisten en que nada es imposible y esa es una de las múltiples lecciones aprendidas de la pandemia de coronavirus. “El contacto debe ser íntimo y prolongado. ¿Que pueda ocurrir en un concierto? Puede ocurrir. Pero es más difícil”, reconoce el epidemiólogo Mario Fontán.

No se ha puesto el énfasis como sí que se habría puesto si afectase a todo el mundo, como con la COVID-19

Fontán, al igual que todos los expertos consultados, considera que la clave para frenar la expansión del brote son las vacunas. “Da la sensación de que como de momento es una cosa que afecta a hombres que tienen sexo con hombres, que es un término un poco limitado para otras realidades, no se ha puesto el énfasis como sí que se habría puesto si afectase a todo el mundo, como con la COVID-19”, critica. “Ahora que la OMS lo ha declarado emergencia sanitaria internacional, parece que habrá que hacer un mayor esfuerzo. Si no se hace, el riesgo de que más personas se vean afectadas se incrementará y afectará a otras personas e incluso a vulnerables”. Ahora les toca a los gobiernos poner en marcha medidas que obstaculicen los contagios. Por su parte la OMS lanzó una serie de recomendaciones haciendo una división entre cuatro grupos de países.

Dificultades de acceso a la vacuna

Ponerse la vacuna no es tarea fácil. Así lo cuenta Javi, un chico de 30 años que ahora trabaja en un proyecto de viviendas para personas sin hogar. Según su relato, ha intentado varias veces conseguir cita para vacunarse, pero denuncia que las citas se terminan muy rápido. “Me enteré por un amigo de que ya estaban dando citas en la web de la Comunidad de Madrid, pero las citas se agotan en segundos o minutos”, explica.

“Un par de veces me han avisado de que hay citas en ese momento y he ido media hora después y ya no había”, protesta. “La accesibilidad es muy baja o nula”. Hasta este martes, la Comunidad de Madrid ha confirmado un total de 1.925 casos y ha administrado 790 dosis de las 1.835 recibidas. Como sucedió con la COVID-19, la autocita es el sistema elegido por la comunidad para que la gente solicite la inyección.

En Catalunya, por ejemplo, son los centros sanitarios los que se ponen en contacto con personas que tienen “un alto riesgo de contraer la enfermedad”, según el Departament de Salud. La administración catalana está contactando a personas que “mantienen prácticas sexuales de alto riesgo incluidas en los programas de PrEP para el VIH o con infección por VIH”.

También se va a vacunar a los contactos estrechos de casos confirmados que, en caso de contraer la enfermedad, puedan tener complicaciones: niñas y niños, personas embarazadas e inmunodeprimidas. Catalunya empezó la vacunación contra la viruela del mono el pasado 21 de julio, con 1.643 vacunas disponibles, y hasta el día 29 del mes pasado se habían puesto 655.

En Aragón, sin embargo, todavía no se ha puesto ninguna dosis de las 52 que tienen disponibles y en Castilla-La Mancha, fuentes del SESCAM afirman que ya han empezado a inyectar algunas de las 59 dosis que tienen a su disposición. Canarias todavía está a la espera de que lleguen sus primeras 200 dosis y “ya están preparados los puntos de vacunación para comenzar a inocular”, según su Consejería de Sanidad. En Galicia se han puesto cuatro dosis de las 138 disponibles para el Servizo Galego de Saúde.

Alberto, interiorista de 31 años, ha estado casi todo julio encerrado en casa recuperándose de la infección. “Esto dura más que un día sin pan”, comenta desde el otro lado del teléfono. “Mandaría un mensaje a las instituciones y es que vacunen cuantos antes, y también a la gente, que se apunte y se vacune”, anima. Sobre el estigma generado, ve normal que haya surgido por cómo “lo han expresado los medios de comunicación”. “Pero un poquito de coherencia. Hay que informarse sobre la enfermedad, saber que no tiene nada que ver con los gustos sexuales”.

“Se erradicó en los 50. Tenemos tecnología de sobra para erradicarla”

Desde la federación FELGTBI+ se piden más vacunas y medidas que frenen los contagios, pero también la estigmatización. “Después de la declaración de la OMS [que recomendaba a los hombres que tienen sexo con hombres reducir el número de parejas sexuales], se ha generado un estigma gigantesco, como ya preveíamos, sobre la población de hombres gays y bisexuales. Se ha abierto un debate sobre si la OMS está legitimada para hablar de las relaciones personales y sexuales de la población, y lo consideramos desafortunado y fuera de lugar”, denuncia Nahum Cabrera, coordinador de VIH dentro de la federación.

“Debemos tener en cuenta que la viruela del mono es una enfermedad que se transmite por contacto, como el sarampión o la rubeola”, compara Cabrera, que pide que se siga trabajando en “las líneas de vacunación”. “Esta es una enfermedad muy antigua, no tenemos que explicarles a los virólogos cómo trabajar. Se erradicó en los 50 y tenemos tecnología de sobra para erradicarla”, concluye.

Otra consecuencia que podría tener estigmatizar a un solo colectivo, como se ha dado el caso, es la creación de una falsa sensación de seguridad para el resto.

Pablo, biólogo molecular de 34 años, se ha recuperado recientemente de la infección. En su opinión, la viruela del mono “es solo la punta del iceberg de un problema de fondo”. “Mientras la sociedad siga negando que las personas tenemos una sexualidad, esto va a seguir ocurriendo, se va a seguir estigmatizando más”, asegura.

“Lo que creo después de haber pasado la viruela es que socialmente no solo se te rechaza por homosexual, sino por 'vicioso'. Creo que es una oportunidad para que se abra el debate sobre la libertad sexual a día de hoy”, añade, y entiende que haya personas que no quieran hablar del tema. “De hecho, a mí me han puesto problemas para venir al trabajo después de cumplir la cuarentena. Hay amigos que no quieren quedar contigo. Es todo muy dramático, pero a mí me da igual. Creo que lo que hay que hacer es precisamente todo lo contrario, normalizarlo”, defiende.