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Tercer año con una fuga misteriosa en el Centro Nacional de Microbiología: “No sabemos qué consecuencias tendrá”

Pancartas realizadas por los trabajadores del Instituto de Salud Carlos III de Majadahonda.

Raúl Rejón / Ariadna Martínez

24 de octubre de 2024 22:53 h

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Un aire enrarecido les provoca “picores en los ojos”, desmayos y hasta “llagas”. Los trabajadores del Centro Nacional de Microbiología, hartos de que se repita la misma situación por tercer año consecutivo, han protestado este jueves a las puertas de la institución en Majadahonda (Madrid). “No podemos evitar que esta situación nos recuerde a lo que ocurrió con el amianto. No sabemos en un futuro cuáles van a ser las consecuencias que nos va a traer”, explica entre el centenar de manifestantes una persona que prefiere mantener su anonimato.

Lo cierto es que el centro no ha sido capaz de resolver la situación que comenzó en octubre de 2022 cuando una sustancia intoxicó a 48 trabajadores, obligó a limitar durante semanas las jornadas de trabajo y trastocó las labores con animales de investigación en el centro, como reveló elDiario.es con los documentos obtenidos por El Caballo de Nietzche. El panorama, según los trabajadores, no ha cambiado y los temores se mantienen: “Los ratones del animalario están abortando, así que no sabemos qué podría llegar a ocurrir, por ejemplo, con mujeres que estén en edad fértil”, afirman. Por el Campus de Majadahonda del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) pasan unas 500 personas al día, de las que 300 entran y salen del edificio del Centro Nacional de Microbiología.

Se descarta la acroleína como posible causante

Tras investigar qué podía estar detrás de esas irritaciones e intoxicaciones, los trabajos concluyeron que debía ser la sustancia acroleína. Este agente químico se genera en procesos de combustión, incineración, en vertederos y lo contienen biocidas acuáticos. Es tóxico si se inhala o ingiere. El problema es que no se utilizaba en el centro y no se había llegado a detectar de dónde podía venir. Sin embargo, señalan los afectados, recientemente se descartó esta hipótesis, a pesar de que no recibieron muchas explicaciones del porqué.

Un año después, se repitió la situación. También hubo trabajadores afectados en los ojos y la boca. El ISCIII no desveló cuánta pesonas necesitaron asistencia, aunque fuentes de los trabajadores calcularon que había sido algo similar a 12 meses antes. Y, como entonces, tampoco se pudo localizar el foco del problema.

“Nos mandan a MAPFRE, pero como MAPFRE no tiene notificación desde la institución de que hay un problema de gases, cuando vamos con abrasiones en la lengua o en la nariz dicen simplemente que tenemos eso, una abrasión, pero no lo pueden justificar como una enfermedad laboral. Yo he ido al médico de la Seguridad Social para que conste en mi historial clínico”, señala una de las personas que trabajan en este laboratorio.

“Si dentro de unos años hay consecuencias graves en nuestra salud seguramente nadie va a responder por ello. ¿Y si en unos años tienen cáncer de mama cinco mujeres del laboratorio? ¿Cómo van a demostrar que ha sido por lo que han estado respirando aquí, si ya de por sí una de cada tres mujeres lo sufre? Sin embargo, hace tiempo se llevaron a las camadas de ratones porque no salían adelante y ya no criaban”, explica un trabajador.

En ambas ocasiones, las fugas se detectaron a partir del mes de octubre. Y en este 2024 está ocurriendo lo mismo, según cuentan los operarios a elDiario.es. El origen del agente químico continúa siendo una incógnita, a pesar de que se piensa que podría estar relacionado con el sistema de calefacción. “En verano yo no he tenido ningún síntoma de nada, pero ha sido volver a encender la calefacción o lo que hagan, volver ahora en octubre, y comenzar a tener síntomas”, apuntala uno de los afectados.

“Las instalaciones cumplen con la norma”

El Instituto explica a elDiario.es que “las instalaciones cumplen con la norma en cuanto a ventilación”, y asegura que “no se han detectado en ningún momento tóxicos de ninguna clase ni se ha producido liberación ni vertido de ninguna sustancia tóxica”. Sin embargo, admite que “el control automatizado de la ventilación en las instalaciones puede resultar insuficiente cuando se producen determinadas circunstancias, como acumulación de actividades o procesos que producen gran cantidad de olores como las esterilizaciones, la limpieza de equipos o la elaboración de determinados productos lo que puede producir molestias en los trabajadores”.

La dirección afirma que “se han planificado reformas para aumentar el caudal ventilatorio” en las instalaciones . Además, aseguran, de ordenar la “limitación de actividades, implementación de los procedimientos de mantenimiento y control de instalaciones, y seguimiento continuado por parte de los servicios de salud laboral del Instituto”.  

Este miércoles, los trabajadores han recibido un mensaje que los convoca el 29 de octubre próximo a una “sesión informativa” acerca de la “auditoría y actuaciones realizadas en relación con la situación de calidad del aire del edificio 53. También se informará sobre las nuevas medidas a tomar”, señala la comunicación.

“Se ha contratado a una empresa externa para hacer una auditoría del sistema de ventilación y tampoco han sacado resultados concluyentes”, aseguran los trabajadores, que cuentan que desde Salud Laboral les han llegado a decir que se trata de “sugestión”. Pero, insisten, “una llaga no es una sugestión”. “Nos está pasando a más de uno y de forma frecuente. Hay gente que hasta se ha desmayado y se ha caído al suelo”, asegura una persona empleada en el centro que prefiere preservar su identidad.

Aseguran que si se dedicasen a otro sector hace mucho que se habrían “plantado”, pero recalcan que al tratarse de un centro que recibe muestras de todos los hospitales de España, no pueden ni quieren hacerlo: “Se trata de personas”. 

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