Las comparaciones con la segunda ola se han quedado cortas para hablar del ritmo con el que avanza la tercera. Este lunes, España notificó el peor número de contagios en un fin de semana de toda la pandemia: 82.487 nuevos positivos que aceleraron el marcador de la incidencia acumulada a una rapidez vertiginosa. Tras sumar este martes otros 34.291 positivos, el número de casos por cada 100.000 habitantes ha pasado de 454 a 714 en solo siete días. Aunque la variable más usada sea la incidencia acumulada, el devastador aumento de contagios está llevando a niveles igualmente preocupantes a otros indicadores epidemiológicos.
La ocupación de las UCI hace tiempo que se alejó del límite del “riesgo extremo”, situado en un 25% de ingresados por COVID y que actualmente alcanza el 33,7%. La de las camas hospitalarias bordea el 19,2%, a menos de un punto del máximo nivel de alerta. Estos porcentajes ya son oficialmente peores que los del pico asistencial de la segunda ola, fijado el 17 de noviembre. Entonces, las UCI se encontraban al 32,2% y las camas ordinarias al 16%. Pero además, se llegó a ellos más de una semana después de haber registrado la mayor incidencia de noviembre (529, a día 9).
¿Qué quiere decir eso? Aunque lleguemos pronto al pico de la tercera ola, como vaticinó el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, el impacto en los hospitales y en las UCI se reflejará casi una semana más tarde. Por lo tanto, ni siquiera estamos aún ante los peores datos de presión asistencial de la tercera fase de la pandemia, algo que los expertos aguardan con temor y los sanitarios con resignación. Lo único que esperan es que los políticos tengan en cuenta estos indicadores a la hora de decretar restricciones. Y así están haciendo algunos.
La Comunitat Valenciana, que cuenta con las cifras más extremas en UCI y hospitales, cerrará a partir de este jueves toda la hostelería y restringirá la actividad comercial hasta las 18:00. El presidente valenciano, Ximo Puig, ha tomado esta decisión después de que este lunes los cuidados intensivos llegaran al 53,8% de ocupación y las camas ordinarias al 38,2%. La incidencia en 14 días se ha duplicado en una semana hasta los 983 casos, lo que ilustra la importancia de fijarse en una suma de indicadores que pueden hacer colapsar el sistema.
Valencia es uno de esos casos en los que la presión asistencial se asemeja más al comienzo de la pandemia que a la segunda ola. “Estamos mucho peor que en marzo, es insoportable”, explicaba Asunción Iturralde, secretaria de la Asociación Española de Médicos Generales. Para muchos sanitarios, lo que está ocurriendo en las UCI vuelve a ser “medicina de guerra”. Esta región fue de las primeras en cancelar cirugías para hacer frente al “estrés hospitalario” de la COVID-19 y en habilitar carpas con más camas, pero el virus va por delante. En la última semana, 977 personas han sido ingresadas en planta y 60 en UCI.
En una situación similar se encuentra Catalunya. A la vista del aumento de hospitalizaciones, varios hospitales como el Clínic y el Del Mar han liberado sus quirófanos para convertirlos en salas de reanimación para la COVID-19. Solo desde el lunes han ingresado 60 personas en UCI, lo que eleva a 679 el total de pacientes con pronóstico grave en un sistema que, antes de la pandemia, apenas tenía 650 camas de cuidados intensivos. “Nuestra preocupación es tener suficientes camas UCI, ya que es lo que más impacta en la mortalidad”, explica Ricard Ferrer, presidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva.
Esta comunidad es el ejemplo de lo difícil que resulta liberar camas de UCI y ordinarias, puesto que entró en las navidades con una ocupación muy alta que a día de hoy no ha dado tregua, habiendo superado ya el pico asistencial de la segunda ola con un 46,8% en UCI y un 18,8% en planta. Ferrer cree que este número sube y baja al ritmo opuesto al que lo hacen las restricciones: “Si cada vez que bajamos la ocupación, relajan las medidas por razones económicas, las UCI no se van a liberar hasta verano”.
Ahora mismo, Catalunya es una de las que más ha restringido la hostelería, limitándola a dos franjas horarias de desayuno y comida. Sin embargo, el comercio abre hasta las 22:00, a la misma hora que comienza el toque de queda, que algunas comunidades como Castilla y León y Murcia piden adelantar a las 20:00.
A niveles de la primera ola: Murcia, Andalucía y Extremadura
Compararse con marzo, en el imaginario español, significa apelar al momento más traumático de la pandemia. Pero en algunas comunidades no queda más remedio por los límites que están alcanzando sus UCI y sus hospitales. En Andalucía, un hospital de Málaga ha tenido que convertir la cafetería en una extensión de su planta para añadir más espacio. Aunque su ocupación en cuidados intensivos (22,9%) y en camas hospitalarias (16,8%) se sitúa en un nivel “alto” sin llegar al “extremo”, la comunidad ya ha superado sus peores datos de abril.
Lo mismo ocurre en la Región de Murcia, con 435 hospitalizados graves en la última semana y 49 en UCI, lo que se traduce en el 21,8% y el 25,7% de su capacidad asistencial. Los hospitales murcianos han tenido que anular también las intervenciones quirúrgicas no urgentes y, respecto a las medidas restrictivas, el presidente ha prohibido las reuniones entre no convivientes. Por su parte, Extremadura encabeza el ranking con una incidencia acumulada de 1.355 casos por 100.000 habitantes, peor que en la primera ola, al igual que la presión de sus UCI, donde hay ingresadas 73 personas con coronavirus (33,8%).
La Rioja, sin haber llegado a los límites de marzo y abril, es la segunda con los cuidados intensivos más congestionados: 28 personas con COVID, que corresponden al 46,7% de su capacidad. En riesgo extremo de todo su sistema sanitario se sitúan Castilla La-Mancha y Madrid. La primera ha suspendido la actividad en interiores de bares y restaurantes para intentar doblegar la presión, mientras que la segunda se ha limitado a adelantar una hora el toque de queda hasta las 23.00 y sigue con restricciones parecidas a las de Navidad, a pesar de que algunos de sus hospitales están anulando cirugías por riesgo de colapso.